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ALBERTO, EL SISMÓGRAFO Y LA FOTO URUGUAYA

Tiempo de lectura: 4 minutos

Un siglo ansioso

Dennis Kelly nos spoileó el Covid-19. Sí, fue hace siete años, con el estreno de “Utopía”, una serie sobre un virus que se crea para controlar el crecimiento demográfico. A esta altura del siglo XXI, nada original el trabajo del director británico: conspiraciones, poderes sin cartografiar, histeria social y la sensación de que el ocaso está a la vuelta de la esquina. Black Mirror, Years and years, Joker, Designated survivor, The plot against America: la ficción se pisa con la realidad. Es el clima de época. Todo se confunde. Todo cambia. Todo se acelera. Un siglo que, hasta el momento, nos dio grandes tragedias sin grandes héroes/heroínas. Estamos encerrados en una paradoja narrativa: mientras el dolor se globaliza, la esperanza se localiza. No contamos con relatos del tamaño de los desafíos que afrontamos. Catástrofes ambientales, terrorismo, enfermedades y crisis financieras, por citar algunas desgracias recientes, lucen gigantes al lado de nuestros guiones. Crece la industria del miedo, el posibilismo anula cualquier indicio de alternativa y la resignación se postula como sentido común. ¿Tocamos fondo? Está por verse. 

Un siglo que, hasta el momento, nos dio grandes tragedias sin grandes héroes/heroínas. Estamos encerrados en una paradoja narrativa: mientras el dolor se globaliza, la esperanza se localiza. No contamos con relatos del tamaño de los desafíos que afrontamos.

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El imperativo épico

En su autobiografía (“My life”), Bill Clinton lamenta la época en que le tocó gobernar. Después de la caída del muro de Berlín, el mundo parece anestesiado.El comunismo fue la última curva de la historia. Ahora nos espera una línea recta hacia lo inevitable. ¿Buscan poder? Miren al norte. Estados Unidos es la zona de confort del planeta. Un tiempo sin pliegues. Un futuro escriturado. “Una década sin oportunidad de trascendencia”, protesta el ex gobernador de Arkansas sobre los años noventa. No hay guerras mundiales, teléfonos rojos, terrorismo ni pandemias; solo queda administrar un presente gris. Alberto Fernández podría quejarse de todo lo contrario: desde que pisó Balcarce 50, el sismógrafo no se detiene. Todo se mueve a su alrededor. En un país que se repite hasta el aburrimiento, el presidente estrena crisis. A las taras domésticas –FMI, inflación, recesión, pobreza, desempleo, deuda externa, etc.– se les suma, por las dudas, un virus ecuménico. La situación es delicada, a tal punto que la épica aparece como un imperativo. La sociedad demanda un verbo maximalista para poder balbucear “mañana”. El jefe del ejecutivo desconoce esa dimensión discursiva. Él es un insider, alguien que viene de los pasillos del sistema y se estrena en el registro hiperbólico. Prueba y acierta. Prueba y falla. Pero prueba. Sabe que tiene la posibilidad de dejar atrás  el papel de sujeto coyuntural y transformarse en un actor histórico.

Un híper-emisor

“Las redes sociales democratizan en la misma medida que desorientan”, avisa el filósofo vasco Daniel Innerarity. Y en una comunicación de crisis, como la que estamos presenciando, la máxima se intensifica. Distinguir la señal del ruido se convierte en un deporte de alto riesgo. La información, en este escenario, salva vidas. La incertidumbre  se alimenta de sobreinformación. Y todos, consciente e inconscientemente, colaboramos con el bucle. Nos olvidamos que el silencio también comunica. De la opinión pública al murmullo público. Como respuesta, Alberto centraliza. Vuelve a la teledemocracia. Un híper-emisor para calmar a millones de prosumidores (o epidemiólogos). Condensa miedos, presiones, broncas y angustias. Intenta encuadrar la crisis, controlar las imágenes que circulan, como sostiene el politólogo Mario Riorda. Apuesta todo, hasta lo que no tiene. Reta, agradece, se calienta, se emociona y se vuelve a calentar. Busca desesperado un adversario de carne y hueso. Un voluntario para repartir la tensión. Con la oposición comparte destino. Descartada. Con los medios comparte techo. Descartados. Paolo Rocca, con 1450 despidos programados en Techint, tiene todos los números. Algunas cacerolas protestan; las encuestas aplauden. El grueso de la sociedad, por temor, ilusión o realismo, hasta ahora, acompaña. Banca. Pero el final está más abierto que nunca.  

Como respuesta, Alberto centraliza. Vuelve a la teledemocracia. Un híper-emisor para calmar a millones de prosumidores (o epidemiólogos). Busca desesperado un adversario de carne y hueso. Un voluntario para repartir la tensión

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Cuando pase el temblor

Rodríguez Larreta, Kicillof, Morales, Perotti y el presidente: ahí está la foto uruguaya que varios pedían (incluso, antes que el spot conciliador que sacó Lacalle Pou del otro lado del río). Ahora, la grieta está en otra parte: en una tabla de surf en la Panamericana o en los piñas de un preparador físico de Vicente López. La cuarentena ordena y divide el sentido. Y ahí se nos quemaron todos los mapas cognitivos. Al borde del abismo, el liberal descubre al Estado y el nac&pop exige mano dura. Algo incómodo para traducir en trincheras políticas. En las redes sociales, se pinchan las burbujas. El algoritmo se acuerda de la “prima K” o el “compañero gorila” del laburo. Facebook abre momentáneamente nuestra lista negra (o, mejor dicho, su caja negra, hecha en base a nuestros clicks). Mezclamos y volvemos a dar de nuevo. El coronavirus como tregua o big bang. El interrogante flota en el aire. ¿Qué vamos a hacer con todo esto? La nostalgia es el primer reflejo frente a lo desconocido (y más en un pueblo melancólico como éste). Volver a lo de siempre. Al país cíclico. Al error seguro. O, quizás, animarnos a equivocarnos de otra manera. A buscar en esta coyuntura excepcional nuevos horizontes. Otras reglas. Otra comunicación. Otro “nosotros”. Afuera nos espera un pálido otoño. Y, como sabemos, no está solo. Será cuestión de apretar los dientes y crear. Tiempo hay.  

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Comentarios

  1. Maria Borrone

    el 07/04/2020

    Muy bueno!!!

  2. Majo

    el 07/04/2020

    Excelente!

  3. Ian

    el 07/04/2020

    Excelente !

  4. Maricel Estigarribia

    el 17/04/2020

    Excelente manejo de palabras e imágenes! Es un placer leer a @gogosarasqueta. Aún con el regusto amargo decla ralidad que trasciende la nota

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