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BREVES LÍNEAS SOBRE HERMÉTICA Y SU HISTORIA INCOMPLETA (PARTE 2)

Tiempo de lectura: 11 minutos

En 1986 dio sus primeros pasos una nueva creación de Fiat que daría en llamarse Duna. Un simpático auto popular, sedan robusto, que se caracterizó por su gran baúl y una sola escobilla en el parabrisas. Canto a la sencillez y la baratura que en la Argentina, vía Sevel, se produjo a partir de 1991 y llegó a ser líder de ventas. Tal fue así que en el período 1990-1995 se vendieron 418.519 unidades en el mundo y la friolera de 257.559 correspondieron al mercado nacional. No hay postal de la familia argentina de entonces que no involucrara aquel auto, prioritariamente blanco. Taxi, remises, casamientos. Sinécdoque de una clase media baja que manejaba y veía a la vera de las rutas (nuevas) cómo se cerraban trenes y fábricas, y lo hacía manejando un Duna. ¡Al final, lo primero era el consumo!

En enero del 2001 se descontinuó la fabricación de aquel y es plausible afirmar que el troncomóvil italiano dibujó con su ciclo vital una curva muy parecida a la Argentina menemista. De hecho en 1991, mismo año en que los Macri trajeron el Duna al Río de la Plata, se sancionó la ley de Convertibilidad, alfa y omega del ciclo. Dicha normativa, es sabido, generó el framework que permitió desterrar por más de una década al fantasma de la inflación (y generó todo un aquelarre de nuevas criaturas excluidas, claro está). La Ley 23928, el Desembarco de Normandía de Cavallo y su troupe, aquella que en el 2001 se sofocó  entre corralitos  y cacerolas.

Es en 1991 en el que situaremos el segundo capítulo de nuestra historia sobre Hermética. La formación que desde aquel denso episteme llamado metal argentino pudo sintetizar como nadie a la década que se llevó puesto al Comunismo bilardista de la URSS. La H, el grupo que le tomó el pulso a todo un conjunto de profundas transformaciones sociales tan ambivalentes como radicales, en diciembre de aquel año editó su segundo disco. Se llamó Ácido Argentino y en un calendario cargado echó a andar por el territorio nacional, como el Fiat Duna. 

La formación que desde aquel denso episteme llamado metal argentino pudo sintetizar como nadie a la década que se llevó puesto al Comunismo bilardista de la URSS

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Con el doble de horas de grabación y un sonido más prolijo, Ácido Argentino fue el más vendido en la historia de la banda y llegó a ser Disco de Oro y todas esas cosas que eran importantes en la industria de entonces (y la gente pasaba mostrado sus cuadros dorados en Telefé). Una producción propia editada de nuevo por Radio Trípoli, todo un sello de agua. Sin embargo, el agua había corrido bajo el puente de un conjunto que se iba haciendo más conocido y desplegaba un recorrido no exento de conflictividad. Para esta obra se sumó el tercer baterista, Claudio “Pato Strunz”, los dos anteriores se habían ido de forma crecientemente traumática (con los labios sellados el primero, Fabián Spataro, y eyectado en un confuso episodio el segundo, Tony Scotto). De esta manera, áspera, se conformó el cuarteto más conocido: Iorio, O’Connor, Romano, Strunz. Los más identificables, al menos, para una legión de nacidos durante la última dictadura, que se asomaban tímidamente al metal, con menos tachas a lo Riff y más camisas a cuadros abiertas, a lo Pearl Jam.

Ácido Argentino llegó para saturar de sentido la escena, sin culpa. Una creación nacida para ser definitiva, que pudo combinar en su punto justo la lírica y las melodías de Iorio, los machaques de Romano y Strunz y la descomunal voz de O’Connor. Mucho se ha hablado sobre cómo el activo insuperable de Hermética fue su capacidad colectiva de mejorar, de forma exponencial, los desempeños individuales (incluso el de Ricardo Iorio, en sí mismo una rama dorada). Dicha hipótesis tiene, a no dudarlo, a aquella obra como principal base empírica. Ácido Argentino, la Dark side of the Moon que te puteaba y te pasaba un jarro con sangría, todo a la vez. Un disco conceptual, hay que decirlo así, con esa categoría cheta, pero que le queda de las mil perillas.

Una creación nacida para ser definitiva, que pudo combinar en su punto justo la lírica y las melodías de Iorio, los machaques de Romano y Strunz y la descomunal voz de O’Connor

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Ya desde el título la operación de sintetizar el ser nacional de finales del siglo era clara. Y el arte de tapa de José Laluz -¿la mejor que tuvo una banda de metal en la Argentina?- mostraba una serie de elementos iconográficos explícitos y potentes. Un collage que mezclaba desde el Tío Sam a los pueblos precolombinos, cruces y ataúdes y hasta ¡un fragmento del cuadro más conocido del hacedor de asados con parquets, Antonio Beni! Datos de interés para los que entran a bardear en los foros diciendo que no hay que “hablar raro” para entender al metal o que no se deben usar referencias “cultas”. Ponele. Avísenle a los Hermética que se animaron a editar (y poner en tapa) la Sargent Pepper del menemismo.

En el anterior capítulo, que reseñaba los orígenes del grupo, se dispuso en nominar cada placa conforme un punto que le hiciera de síntesis. En el primer disco este era la ciudad como territorio (algo por otro lado perfectamente ubicable en la tradición metalera que porta en su nombre el elemento del que están hechas las fábricas). Con Ácido Argentino fue el tiempo del viaje, del movimiento como insumo principal. A una ciudad gótica conurbanera la nueva producción le contrapuso las pampas seculares. La llanura, las montañas, las mesetas. Los gauchos, los camioneros y el petróleo.

La lírica de la mayoría de los temas de Ácido Argentino brindaba una narración de la fluidez que ponía a la vida misma un poco en paralelo con la carretera. La prosa de Ácido Argentino se inscribía así en una tradición que hundía sus raíces en el tropo literario del house coming de Homero y  de los viajeros decimonónicos, pero también en la road movie, ese sub género que encontró en la década del 60 del siglo XX su zona de confort. El viaje como la metáfora perfecta del escape y de la transformación personal.

Ácido Argentino, la Dark side of the Moon que te puteaba y te pasaba un jarro con sangría, todo a la vez

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Así, en tránsito, la placa comenzaba con el speed trash de Robó un Auto. Un tema paradigma del disco, tanto en su lírica como en el terreno musical. Con Robó un Auto se veía desde el vamos de qué iba va la propuesta y los cambios con su antecesora: “Robó un auto para trasladarse/ hacia las soledades vivientes/ Sentirse, muy cerca de eso/ era su sueño más ardiente”. Estas eran las primeras frases con las que se encontraba aquel que pusiera play (acto que, para este cronista, resultó una epifanía como nunca más tuvo en su vida). “Sólo el cielo de la pampa lo vio/como un rayo cruzar el desierto/ y a una simple joven sin planes/ de un pequeño gran infierno arrancar”. Unos nuevos Ulises y Penélope que reemplazaban a las islas Jónicas por General Acha. “Condujeron sus propios destinos/ por el cielo que el mundo esquivo/ y pudieron sentir su esclavo/ su patrón su íntimo Dios”. Un repaso por la historia de los sectores populares del siglo XX y una versión de La Odisea con sabor a peperina, todo en uno. El letrista espiritista y orientalista y -un touch chapa- lo había hecho de nuevo con la obertura de un trabajo demencial.

Es probable que la potencia de la temática del viaje en Ácido Argentino se deba en especial a las inquietudes vitales que Iorio había recibido de su compañera, Ana Dora Mourin. Ella había perdido a su hermano, José Luis, en un viaje iniciático que este hiciera hacia el noroeste argentino a finales de los ochenta. De dicha tragedia personal (que tuvo el agravante que nunca se supo bien qué sucedió) nació el tema Atravesando todo límite, el único de toda la discografía cuya letra no era exclusiva (ya que se sumó Mourin). Aparte de una crónica desgarrada del evento antedicho, la canción tenía un tono guerrero que recuerda a los clásicos relatos de samuráis: desplazarse, conocer, sufrir y formarse.

El viaje daría también lugar a un tema de corte más costumbrista y popular como Del Camionero y las dos canciones instrumentales del casette, Horizonte Perdido y De Pismanta a Bauchaceta, que cerraban cada uno de los lados. De Pismanta a Bauchaceta finalizaba la lista total pero también el pasaje vital: su nombre hacía referencia a unas termas de la provincia de San Juan a donde se dirigieron Iorio y Morin buscando infructuosamente a aquel joven perdido. El viaje y el uso desgarrado del mismo, finalmente, serviría para sentar un poco las bases del grand tour metalero, algo que se replicaría en Almafuerte. Viajar como estado de transformación, de introspección personal y de percepción del gran paisaje nacional. Nacionalismo empirista. Milenarismo, borceguíes y un sanguche en algún Automóvil Club Argentino perdido por ahí.

Un repaso por la historia de los sectores populares del siglo XX y una versión de La Odisea con sabor a peperina, todo en uno. El letrista espiritista y orientalista y -un touch chapa- lo había hecho de nuevo

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Verbigracia, la ciudad y sus oscuros suburbios no estuvieron ausentes de Ácido Argentino, lo que no es motivo de asombro en una banda como Hermética, siempre atenta a la descripción del Bajo Pueblo urbano. En este eje destacaba En las Calles de Liniers (él único cantado entero por el bajista), con un tono arrabalero que se linkeaba con las Aguafuertes de Roberto Arlt. “En las mugrientas esquinas de Liniers pierdo los días/ pues no me toca escapar./ El gran apego a lo ilusorio se refleja en la vidrieras/ de un trucho centro comercial./ La idolatría populosa se dibuja en largas filas/ para adorar y no pensar./ La piedra muerta del desvío falsamente milagrosa/ sigue ocultando la verdad”. Una pintura ácida y crispada del oeste porteño que mostraba un enojo creciente por un consumismo todo por dos pesos que crecía por aquellos años. En esta línea también destacaba Gil Tabajador, acaso lo más parecido al Manifiesto Comunista que mamaron las hordas metaleras de entonces. Solo bastaba con reemplazar lo de “Un Fantasma recorre Europa” por “De Pacheco a la Paternal/de Dock Sud a Tres de Febrero”, y lo de “Proletarios del Mundo, Uníos” por “Mil amigos con el corazón/ esperan esta canción” etvoilá.

Otro anillo de canciones, La Revancha de América, Predicción, Vientos de Poder y Evitando el Ablande cubría otros puntos que habían estado presente en la pluma de Iorio desde V8: el ser metalero y su interpelación “al poder” (que en 1991 era totalmente sintetizable en la crítica al V centenario de la Conquista de América). Con esta sección del álbum se continuaba con una tradición autoreflexiva que venía desde el Brigadas Metálicas de Luchando por el Metal: formar parte del campo como una actitud resistente y cofrádica “con mis amigos/ en el concierto/ de metal duro/ un sentimiento/ es fija que me verás si estás presente/ brindando aguante/ con quienes sienten”. Una suerte de apuesta ética y estética, con sus códigos y hasta su mesías. Predicción de hecho funcionaba casi como la segunda parte de Tu Eres tu Seguridad, donde el hombre de mil nombres ya había nacido y el credo rockero estaba por desplegar su liturgia. “Un valiente reencarnó/ la intuición me lo ha dictado/ no es Jesús, el Cristo no es/ tampoco el hijo del diablo/ es quien dirá/ lo que tantos intentan no ver/ lo que muchos quieren tapar/ lo que todo joven busca saber/ para poder vivir sin temer”.

Viajar como estado de transformación, de introspección personal y de percepción del gran paisaje nacional. Nacionalismo empirista. Milenarismo, borceguíes y un sanguche en algún Automóvil Club Argentino perdido por ahí

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Finalmente, last but not least, el tema franquicia de una lista repleta de temas franquicias: Memorias de Siglo. Inclasificable, acaso porque sea el que mejor sintetiza el espíritu híbrido y holístico de todo el track list. Por lo pronto, una canción inspirada (de forma explícita) en las redefiniciones del I-Ching por por parte de Héctor Morel (autor argentino propio de las mesas esotéricas devenido por gracia de la banda en un sorprendente estímulo para metaleros que, seguro, no tenían acaso idea de que existía el I-Ching).

Memorias de Siglo comenzaba con una guitarra poderosa en un diálogo portentoso con la batería y el bajo construyendo una base rítmica sólida menos veloz que el promedio del disco. Luego, las estrofas dictadas con claridad con la voz de Claudio O’Connor, quien en esta canción alcanzó acaso su nivel interpretativo más superlativo con unos agudos que resultaban una amoladora en la frente del escucha.Y luego, la poética: “En lo que digo nadie se engaña/ Nos libramos del vencido/ Todos barremos con saña/ A los ídolos caídos/ No serás siempre el primero, la humana limitación/ Cambia a capricho al puntero/ de toda competición”. Una vez más Iorio y su capacidad de volverse el Jauretche Skinhead. “Cubre el cuerpo cualquier capa/ El placer también demacra/ Todo ser busca una tapa/ Cuada cual cubre su lacra/ Cada cual su lacra oculta/ Aunque en virtudes abunde/ y se juzgue inobjetable/ Cuando el humano se hunde/ Siempre busca un responsable/ A menudo nos engañan/ Escondidas apetencias/ La culpa ajena es barata/ Regalarla no nos cuesta, nada nos cuesta/ La hipocresía propasa/ Todo ejemplo en esta tierra/ Al asesinato en masa/ los hombres lo llaman guerra”. Las Consideraciones Intempestivas del de Nietzsche reescritas sin marco teórico.

Solo bastaba con reemplazar lo de “Un Fantasma recorre Europa” por “De Pacheco a la Paternal/de Dock Sud a Tres de Febrero”, y lo de “Proletarios del Mundo, Uníos” por “Mil amigos con el corazón/ esperan esta canción”

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La densidad de Memorias de siglo en particular y Ácido Argentino en general marca un punto por demás interesante para entender la potencia de lo que fue Hermética. Temas como aquel -de un barroquismo tan pesado que sorprende que año a año la siga cantando la turba- permiten relecturas infinitas, lo que es una virtud, no un debilidad. Y sin embargo, cada vez que se escribe sobre él, o cualquier otra canción de la H, de seguro aparecerá algún policía de la hermenéutica a dictar el sentido final, la posta. No falla, va a pasar con esta columna, y pasó con la anterior. Todos con su verdad, con su own personal Iorio. Dicho expediente, más allá de lo anecdótico y del narcisismo del diciene -que a la final también está explayándose sobre sus interpretaciones- es parte del núcleo duro de la banda y del metal argentino todo.

Pueden, y acaso deben, aventurarse explicaciones a aquel fenómeno. Seguro hay algo de la prosa enojada, del marcar sin concesiones una frontera identitaria, que volvió a Iorio como un artista a veces dado al estereotipo y los límites (siendo él, oh paradoja, el que más enseñó a ignorarlos con eso de andar andando solo por andar). Una tono de escritura muy de boxeador con la guardia alta que generó una tensión permanente que llegaría al paroxismo en Víctimas del Vaciamiento. Una maldición autogenerada que rodeó el devenir de Hermética y que verá el clímax en el tercer capítulo de esta saga.

Ricardo Iorio formará por siempre parte de la élite del rock nacional, pero sus actos lo volverán, también por siempre, materia de memes (en especial aquellos que recuerdan su afición por el terraplanismo y cierto nacionalismo con aroma austro húngaro). Sus peleas fueron y serán memorables (recordemos sólo los últimos tiempos en V8 con ese insólito viaje -again- por Brasil de los miembros originales). Ese carácter crispado y contradictorio también estuvo presente en su paso por la H, incluso en los años cubiertos por esta segunda parte, los del crecimiento y consolidación. Peleas, miserias, excesos. Todo esto, materia prima para entender una obra, pero no para determinarla. Así, escribir para ver quién tenía razón en el pute con los otros cinco integrantes, o cuál fue el más digno a la hora de reclamar sus royalties, no fue ni será nunca la idea de estas crónicas. Eso queda para los programas de chimentos, género legítimo pero a vece demasiado fecundo a la hora de historiar el metal argentino.

Seguro hay algo de la prosa enojada, del marcar sin concesiones una frontera identitaria, que volvió a Iorio como un artista a veces dado al estereotipo y los límites (siendo él, oh paradoja, el que más enseñó a ignorarlos con eso de andar andando solo por andar)

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Malas noticias: en la historia cultural no es tan importante la historia individual del artista, menos si es parte del canon popular. Nadie se preguntaría a esta altura si Rabelais era un buen monje o si de verdad había sido amigo de Gargantúa. No ganamos nada sabiendo si “de verdad” Mennochio era amable con la gente en su molino renacentista. Muchos de los actores del Heavy nacional, privilegiando esta suerte de pesquisa forense y paparazzi, se ven atrapados hace años en aburridos listados de nimiedades y miserias. Tribu que llevó el sectarismo al ridículo, marcado por comportamientos esnobistas más propios de esa intelectualidad fofa y blandita que decía cuestionar. Todas las bandas surgidas de la gran diáspora de V8 se caracterizaron por intrigas que hacen sonrojar al Versalles de Richelieu, y en gran parte esto se dio por el espíritu totémico y enojado de los próceres y la contemplación acrítica de sus fans.

A estas alturas, tal vez sea mejor reconocer esa compleja característica del ethos metalero en general y de la H en particular. Acaso ya sea tiempo de privilegiar un duelo colectivo más o menos como la gente y seguir disfrutando la distorsión y el pogo en sus versiones siglo XXI. Enfrascarse en continuar deshojando la margarita de la verdad final de Hermética y sus peleas ya parece más demodé que el Tamagochi.

“Yo seguiré/ Junto al metal con mi mensaje/ Vacilaré si tu no estás en este viaje”, rezaba una de las líneas más emotivas de Ácido Argentino. En un punto, ese verso narra lo que todos sus integrantes siguieron haciendo todos estos años. Habrá que “darles” a ellos la prerrogativa de poder haberse equivocado y dejar de revisar sus trayectorias y su grado de intachabilidad. Abandonar la historia del Billiken. Positivismo nostalgioso, mitrismo barato y perezoso, que debe evitarse siempre, pero en especial con joyas del archivo, como fue la H. Nos vemos en la tercera entrega.

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Comentarios

  1. Alberto

    el 15/04/2020

    Hola Buenas tardes, quiero decirles que es una muy buena la nota. Gracias recordar y compartir con los que en nuestra adolescencia seguíamos a Hermética. Espero que sigan atravesando todo límite je. Una vez más, Muchas GRACIAS

  2. Ans

    el 15/04/2020

    Esperando el próximo!!

  3. Adrian

    el 15/04/2020

    La banda más grande del metal pesado reflejando la decada para el olvido pero dejando la huella en todos los metaleros de bien sin lugar a dudas la más grande crecí con ellos y hoy con 42 años siguen sonando en mis oídos y corazón y más vigentes que nunca solo basta escucharla hermética es y será el reflejo de argentina gracias por haber existido

  4. Emilio disi

    el 15/04/2020

    Quien escribio esta huevada? El forro de Bebe contemponi

  5. Sergio

    el 15/04/2020

    Te agradezco este profundo análisis del disco, que para mí, fue el que me hizo sentir cada letra como una verdad incontestable. Hoy tengo 54 y no dejo de escucharlo cada tanto, creyendo todavía, como entonces, que entre ellos y nosotros hay algo personal.

  6. Leandro

    el 16/04/2020

    Hay un error en la siguiente estrofa:

    Condujeron sus propios destinos
    por el cielo que el mundo esquivo
    y pudieron sentirse su esclavo
    su patrón, su íntimo Dios.

    Es “su estado”, en vez de “su esclavo”.

    Muy interesante el artículo.
    Saludos.

  7. Pablo Cornejo

    el 16/04/2020

    Tenes razón, y yo también siempre pensé que la frase decia “condujeron sus propios caminos por el sendero del mundo esquivo” y en la nota dice ” por el cielo del mundo esquivo”

  8. Leandro

    el 18/04/2020

    Si, yo cite tal cual esta en la nota pero hay otro error. Es “por el sendero que el mundo esquivo”.

  9. emanuel

    el 09/05/2020

    Cualquier cosa dicen los 2…es condujeron sus propios destino….
    Por el sendero que el mundo esquivo…ya solo con seguir el hilo de lo que dice se sabe o se entiende que dice eso…..cielo???de donde lo sacaron?????

  10. Leandro

    el 04/09/2020

    Recién veo tu comentario. Es justamente la otra corrección que nombre. Saludos.

  11. Cano

    el 16/04/2020

    ??

  12. Cano

    el 16/04/2020

    ?☺

  13. Brunela Zapata

    el 16/04/2020

    Muy bueno el artículo, excelentemente escrito.
    Un gran saludo de codo.

  14. Matias Ch

    el 16/04/2020

    Tremenda nota que descubrí por casualidad. Muchas gracias. Sigo intentando entender a Hermética, a su poder de encantamiento de masas y a sus ultras que no admiten crítica alguna ni revisión absuelta de posturas tomadas. Gracias Fernando

  15. Marina

    el 16/04/2020

    Excelente,narrativa,simplemente excelente, larga vida al metal,más aún en tiempos venideros

  16. Jorge Miño

    el 16/04/2020

    Hola Buen Dia…Exelente el informe…Soay Fan de Hermética y de todo ek Heavy Metal de Argentina y del Mundo…me gustaria archivar este informe para guardarlo…serias tan anable de mandarme a mi Correo por favor…es [email protected]
    Gracias y que tengas un Exelente dia.
    ATTE: Jorge Miño.

  17. Facundo

    el 16/04/2020

    Yo que creci junto a la H, vivi y respire cada una sus enseñanzas, devo decir que es muy bueno lo que acabo de leer, muy buen trabajo, te felicito por contar cada paso a paso como realmente fueron.
    Se espera la tercer parte?????

  18. Fernando

    el 16/04/2020

    Hoy con 37 años recuerdo cuando me llegó ese cassette de víctimas del vaciamiento. No tuve la suerte de verlos en vivo. Ya que en el año 1994 vinieron a mi ciudad. Bahia blanca. El año que me llegaba a mis manos ese cassette…..
    Creo que como a mí. Le marcó la vida a tods persona que se sienta identificada como “metalero”. Si bien me gusta malon y almafuerte. El legado de la H va a ser muy difícil de superar…

  19. Ariel

    el 16/04/2020

    Grandes palabras. Excepcional banda por siempre.

  20. Ariel

    el 16/04/2020

    Excepcional banda. Por siempre

  21. Santiago

    el 16/04/2020

    Te fuiste al carajo mal!!! Que manera de contar la historia de está flor de banda, me reí, emocioné y hasta me dio sed. Excelente mil gracias!!
    No estaría mal empezar a darle bola a tus reflexiones finales. Aguante el Metal!

  22. Mariano

    el 16/04/2020

    Hermética!! Ayer hoy y siempre

  23. Juan

    el 16/04/2020

    Que pete la nota fiera!!!

  24. Mariano

    el 16/04/2020

    Muy buena nota, esperando la tercer parte. Gracias

  25. Juan Luis herrero

    el 16/04/2020

    soy juanilo…tengo 47 años y morfe hermética toda la vida y hoy x hoy ya con 4 hijos que también creciieron masticando metal …es ley que en cualkier acontecimiento o juntada o viaje o previas a la cancha en cumpleaños y en todo momento “SUENE LA H” …un sentimiento

  26. Mariano

    el 16/04/2020

    Hermética!! Ayer hoy y siempre

  27. Victor

    el 16/04/2020

    Excelente nota, te felicito!!! Yo empecé con Victimas del Vaciamiento (me abrió la cabeza) pero Acido… es terrible!!!!
    Abrazo metalero.

  28. El feto

    el 17/04/2020

    Un espectáculo esperó la tercera

  29. Fernando Moyano

    el 19/04/2020

    muy bueno como describiste la historia de LA BANDA q nos acompaño de chicos..recordando cuando venian a Cordoba al Hindu Club..nunca los olvidare…

  30. Kinski Argento

    el 24/04/2020

    Gran nota, sentidas palabras y profundidad a flor de piel.
    Aplaudo de pie… es un pogo que invita a pensar.
    Gracias

  31. Zambrano

    el 27/04/2020

    La h ,la h.. jaja Deja de flashear casullo y anda a dedicarle una tota a sloterdijk

  32. Laleft

    el 29/06/2020

    A mí me parece que dice: “Condujeron su propio destino por el sendero que el mundo esquivó, y pudieron sentirse su Estado, su patrón, su íntimo Dios”.

    Y “Memorias de siglo” en realidad es “Memoria de siglos”

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