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18 de abril 2015

Esteban De Gori

DESHIELO CUBANO-AMERICANO EN PANAMÁ

Tiempo de lectura: 4 minutos

I.

Panamá. Barack Obama y Raúl Castro se dan la mano. Se suben a la tarima y posan con escenografía. Parecen cansados y contentos. Es la primera vez que se ven cara a cara desde el deshielo. Los tipos se relajan. Se ponen para la foto. Acomodan su humanidad en las poltronas. Saben que esa imagen vale oro. Está dedicada a todos, principalmente a los intransigentes de ambos lados.

II.
La política del “posbloqueo” o “posembargo” –todavía en términos simbólicos– empezó en Panamá. Es el punto cero del fin de esa Guerra Fría de baja intensidad que Estados Unidos intentó mantener hasta estos días y que Cuba supo jugar y resistir. Este país recreo su comunidad política en el nombre de la revolución y del bloqueo y ahora se encontrará ante un nuevo desafío político: redefinir sus fronteras identitarias.

III.
Los viejos contrincantes –ahora– se necesitan. Poseen intereses complementarios y de “época”. La globalización suscitó deseos, actores, una cultura del consumo y de la inversión. Una visión acelerada y evanescente del mundo. Las masas presionan y dan cuenta de un gran fenómeno: la globalización de los deseos de las masas locales. Quieren consumir mercancías y movilidad social. Situación que conspira contra bloqueos y fuertes regulaciones. De hecho, la apertura del gobierno cubano a capitales españoles y canadienses son parte de este reconocimiento, como lo es la liberación del acceso a internet. El bloqueo norteamericano que siempre buscó la ruina del gobierno cubano y de su pueblo, empujó a los Castro a buscar alternativas en la “globalización” (una suerte de “globalización” incompleta). Pero esas alternativas no eran solo dinero constante y sonante, sino actores y apoyos que contrabalanceaban con la cerrazón de las políticas norteamericanas.

IV.
Obama recibió críticas de Argentina, Venezuela, Trinidad y Tobago y Ecuador –entre otros– y fue considerado como un tipo “honesto” por Cuba. Inclusive, Raúl manifestó sus dudas ante la posibilidad de expresar ciertas consideraciones positivas por Barack, pero al final estuvieron. En su alocución, Obama quedó al lado de Kennedy y su última vocación negociadora. Quedó desligado de la historia del bloqueo y de los desmanes de la CIA. Así, Cuba se “apartó” de los países que mayores críticas impartieron al país del norte. Una inversión de roles. Necesaria en momentos de realismo político.

V.

El gran problema de Obama para formalizar un acuerdo es un sector de la mayoría republicana instalada en el Senado, ya que es el mismísimo Congreso el que debe terminar con el marco legal que le otorgo al “bloqueo”. Tendrá que enfrentarse a la decidida oposición de republicanos de origen latino (Ted Cruz y Marco Rubio) más un familiar de los Bush (Jeb) que critica al presidente de reunirse con Castro y no hacerlo con el primer ministro israelí Netanyahu. Éstos ya decididos a ser candidatos a la Casa Blanca no integran el sector de republicanos (entre ellos, Mike Enzi y Jeff Flake) que presentó con los demócratas un proyecto de ley para levantar el embargo, denominado: “Ley para la libertad de exportación a Cuba”. Obama hace algún tiempo empezó a “tirarles” los empresarios encima. Es decir, hacer que éstos presionen a los senadores y gobernadores republicanos. Desde el gobierno, les recuerdan que 11 millones de cubanos se están perdiendo de “saborear” productos norteamericanos.

VI.

¡Cuba bien vale una misa! El Vaticano se acomoda para prepararla. El Papa desembarcó en la mediación y se mostró con su canciller en la Cumbre de Panamá. Si todo llega a un acuerdo, Francisco se transformará en un actor global con poder efectivo. A diferencia de los que negocian el acercamiento, su intervención es pura ganancia política. Si Juan Pablo II ayudó a detonar la cortina de hierro con el martillazo de los capitales, los reformistas (Lech Walesa) y los Estados de la OTAN, Francisco con un pulso diplomático menos vistoso busca congraciar a los diversos actores. Ya no se trata de comunismo vs. capitalismo, ni del mal contra el bien; sino de cómo reconfigurar las relaciones entre dos estados en un mundo globalizado y heteropolar.

Newsweek+Che+Cover+BG

VII.
Obama cree en el capital. Cree en el rasgo civilizatorio del mismo aunque ello no genere alineamientos mecánicos a la política norteamericana. Sabe que a la larga el deseo de consumo triunfará (China es el mejor ejemplo) y con ello vendrán otras demandas. Primero el consumo y the globalization style, luego –tal vez– la democracia. Según su perspectiva, Cuba podría constituirse en una plataforma de negocios y en un laboratorio cultural del pos-socialismo latinoamericano. En un Estado que conviva con el capital y con lo que éste pueda provocar. A su vez, esta puesta de negociación posee otros fines, entre ellos, aminorar –conjuntamente con las futuras inversiones, el libre tránsito entre isleños y exiliados, el intercambio de prisioneros, libre circulación de remesas y dólares, etc.– el antinorteamericanismo que circula que circula por el continente.

VIII.
Castro conoce los entresijos de la sociedad cubana y sus transformaciones. Las diferencias y distinciones sociales que se establecieron en la última década (principalmente, con el turismo), son parte de un proceso que dan cuenta que la revolución y la sociedad cubana se han transformado. Otra dimensión de esta transformación reside en la presión de las nuevas generaciones, las cuales alejadas del ethos revolucionario se inclinan por los circuitos informales para el acceso a lo que brinda el mercado. El gobierno cubano –como vimos estos años- está dispuesto a conducir la “transición” y el “posembargo”. De hecho, ha logrado todo este tiempo que ningún actor interno al partido de gobierno o un actor social determinado hayan representado una voluntad diferencial a los Castro. Éstos fueron la conducción de la revolución y de su “transición”/ reformulación.

IX.
Obama, presionado por el rechazo de varios presidentes al decreto contra Venezuela, recibió informalmente a Maduro. Por el momento, esto no implica una anulación del decreto, pero sí indica una victoria política para el presidente venezolano y su gobierno. Tal vez, podríamos pensar que Venezuela se transformó en el enemigo que tiene que “ofrecerle” a los republicanos mientras se avanza en un acuerdo con Cuba e Irán. Pero por el momento, esta estrategia interna solo posicionó a Maduro y empujó a otros países del Cono Sur (Argentina, Bolivia, Brasil y Ecuador, principalmente) a manifestar su rechazo.

X.
Estados Unidos. El 14 de abril de 2015. El presidente norteamericano envía al Congreso un informe donde señala la intención de remover a Cuba la lista de países que apoyan al terrorismo. Por un lado, es un gesto que consolida el proceso negociador y lo coloca a Obama entre los preferidos de la diplomacia cubana y, por otro, si tomamos los acercamientos a Brasil y el encuentro con Maduro podría ser una política de “aflojamiento” de las tensiones en America del Sur. Una región que Estados Unidos decididamente necesita.

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