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13 de julio 2015

Martín Rodríguez

DOS, TRES, MUCHOS FRANCISCO

Tiempo de lectura: 6 minutos

El mundo es multipolar, dicen, pero el mundo no cierra. El mundo está en crisis. Consensuemos esto. La política apenas administra esa fractura. Sociedades o expresiones políticas (Tsipras en Grecia, Podemos en España, algunos gobiernos sudamericanos, etc.) no contienen un paradigma económico alternativo al capitalismo, sino, en todo caso, proponen formas de convivencia tensa entre las reglas duras de la economía y la reconstrucción de autoridades estatales soberanas. Simplifiquemos: a la soja, el Estado de la soja. Al petróleo, el Estado del petróleo. Al gas, el Estado del gas. Estados y economías al desnudo… con los commodities en baja. Ni más, ni menos. No hay una organización popular de envergadura y homogénea en cada país sudamericano (Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay o Argentina), sino realidades territoriales distintas y los rasgos templadamente autoritarios según el caso (para el libre mercado y para ciertas nociones republicanas no necesariamente asociadas al mercado) de los viejos “Estado-Nación” en reconstrucción. El sujeto es el Estado (ni la clase, ni los movimientos sociales, aunque sean parte del soporte del gobierno). El caso argentino es ejemplar: en estos años el gobierno utilizó el término “empoderamiento” como consigna para robustecer a la sociedad civil y sus líneas de defensa para cuando “el proyecto” no ocupe más el Estado, pero el resultado paradójico es el empoderamiento estatal. El próximo gobierno argentino se encontrará con un Estado con más recursos ejecutivos en sus manos, no necesariamente con una sociedad más organizada.

Desde 2013, el papa Francisco comenzó a ser una suerte de voz global articulada cuya plataforma supranacional se implicaba en la denuncia de un “sistema mundial”. Nadie tiene el peso de esa voz: ni los presidentes de países periféricos, ni los organismos regionales, ni los presidentes de naciones emergentes poderosas. Veamos.

Tenemos un papa que es una figura en su límite. Lo que el papa promete al mundo no es exactamente una nueva Iglesia sino solo un nuevo papa: los tiempos de reformas internas pueden ser más largos, más lentos, más trabados. No importa, porque incluso puede ocurrir que no exista ninguna reforma interna. En tal caso, su efecto es escalar la voz de una institución que nunca se perdió “un tiempo”, un signo de los tiempos. ¿O acaso la Iglesia no tenía nada nuevo que ofrecer a este nuevo siglo? Francisco no cree en el proselitismo religioso, no inundó las calles con curitas invitando al bingo o a la feria americana en su parroquia. El papa cree en la atracción, profesa el contagio de las acciones positivas contra su enemigo íntimo: los “cristianos tristes”, la “Iglesia del no” (no hagas esto, no hagas aquello). Y ahora, dos años después de su ascenso, visita el continente del que viene, para hablar de excluidos, de campesinos, de trabajo digno (las tres T), contra el liberalismo que acá tuvo su consenso y su ruptura, pero que ahora, en esta transición, pasado el esplendor de los “gobiernos populares”, abre de nuevo su interrogante futuro. ¿Volverán las oscuras golondrinas neoliberales? El timming papal está ahí: en una Iglesia que “llega tarde”. Tarde a los pedidos de perdón, tarde a las condenas a un sistema que produce pobres.

El populismo tardío del papa, su discurso en sintonía con los gobiernos de izquierda de la región, lo legitiman ante sectores populares y lo muestran fuerte y paternalista ante esos mismos gobiernos (hoy más débiles) que no pudieron, no supieron o no quisieron cambiar las estructuras injustas. Un papa que se esperaba “jefe de la oposición regional” es ahora un perdonavidas porque la esperanza cristiana es la hija de la temeridad católica: ¿no esperamos siempre lo peor de esa Iglesia? ¿Y qué nos pasa cuando ocurre lo mejor? Esa tardanza eclesial no puede pasar desapercibida: es el obispo de Roma que viaja a un continente sudamericano tal vez exhausto de buscarle la “vuelta” a su orden social, que sigue siendo desigual hasta la médula, y que es mirado por Roma en el espejo de la realidad capitalista europea: nadie tiene la verdad, nadie tiene un paradigma económico universal, Europa es conducida por una mala de la película que pone en caja su continente y no mucho más. Europa exporta estos dos mensajes al mundo: el fiscalismo de Merkel y la condescendencia universal del papa. El papa, frente a la verdad impotente de la economía del mundo, promueve un cristianismo de la voz “del último”: no habla de “todos”, nos habla a todos del que quedó atrás, del inmigrante, de los mares de Lampedusa, de las mujeres pobres y los campesinos paraguayos, de los discapacitados.

¿Y cómo llegamos a este papa? La percepción de Bergoglio en la Argentina tuvo tres dimensiones: por un lado la lupa sobre su trayectoria durante la dictadura (sospechado supuesto “colaborador”), por otro lado su rol como jefe de la Iglesia argentina en los años kirchneristas (sospechado de ser el “jefe espiritual de la oposición”) y por último su acción particular como arzobispo de Buenos Aires desde 1998. Esta tercera cuestión es la que más explica al papa que vimos estos días, y es la que no tuvieron en cuenta ni los republicanos que festejaron su consagración, ni los kirchneristas que pusieron “el grito en el cielo”.

“Llevar el centro a la periferia” es su programa. Su devoción por iluminar los bordes porteños colocó su voz y su cuerpo entre cartoneros, villeros, militantes vecinales, explotados, inmigrantes bolivianos y paraguayos. Su tono de pesadumbre, pausado, entrecerrando los ojos, y la predilección por palabras como “mansedumbre”, “paciencia”, “pueblo”, “memoria”, conformaron la retórica pesada de su Iglesia del margen urbano. “¿Esta ciudad lloró lo suficiente?”, se preguntaba en sus sermones sobre la tragedia de Cromañón. Bergoglio porteño no sólo fortaleció a los curas villeros dándole el estatus de una Vicaría a esa pastoral, sino que también construyó una alianza puertas afuera con organizaciones sociales como el MTE (un movimiento de cartoneros) o La Alameda (una organización dedicada a la denuncia de talleres clandestinos, kioscos de drogas y prostíbulos) constituyendo su versión del “campo popular” justamente sobre temas donde la política no estaba. Y no está (o está, pero del “otro lado”).

Para una democracia moderna “no hay mejor iglesia que la medieval”: para los planes laicos de separar Iglesia y Estado no hay versión más funcional que tener de vidriera a un viejo moralista, vidrioso (y si pedófilo, mejor) dando misa en latín y azuzando con perseguir abortistas, inmorales, confesando represores, etc. Pero el discurso de Francisco nos arrastra a un interrogante: ¿es una Iglesia que pide más Iglesia o es una Iglesia que pide más Estado? El cura Pedro (párroco del barrio Ramón Carrillo, de Villa Soldati) me respondió hace un año, cuando le hice esta pregunta: “así, así cómo lo decís, exactamente así, Francisco no te lo firma nunca”. Y Pedro dice la clave teológica de la vicaría: “la teología argentina del pueblo.” “No cuestionamos ni el verticalismo ni el celibato, pero vamos con el pueblo”, dice. Y se allana en una explicación sobre esa teología como una reacción a otra teología americana hegeliana. Ni yanqui ni marxista. “No se trata de cambiar las estructuras internas, sino de hacerlas caminar con el pueblo.”

El Estado argentino subvenciona los sueldos de los obispos en actividad y los retirados. Eso no fue así siempre, sino que lo impuso la última dictadura militar. También les paga el sueldo a los capellanes de los hospitales, cárceles, policías y dependencias de las fuerzas armadas de todo el país. Además, el nuevo código civil mantiene a la Iglesia Católica como la única religión con carácter PÚBLICO. Ergo: asimila a la Iglesia jurídicamente al Estado en sus distintas escalas como a ninguna otra religión, organización o institución de la argentina. Y sigue existiendo el registro de cultos, donde obviamente no está la Iglesia, que como es el Estado, no es “un culto” y no se tiene que registrar (también desde la última dictadura). A esto se suman los subsidios que reciben las escuelas privadas, cuya mayoría son religiosas. Ejemplo: en Córdoba alrededor del 23,5% del gasto educativo lo ejecutan distintas expresiones de la Iglesia (contando a las órdenes), o en la provincia de Buenos aires alrededor de un 15%

Francisco no parece disputar el dominio de los Estados en una ofensiva moral (tal como muchos recibieron su llegada en viejos “tweets borrados”), su legitimidad universal les asegura a las Iglesias locales no “perder terreno” y las omisiones de los Estados amigos (andá a hablar ahora de aborto), pero su concepción no disputa la representación con los gobiernos sudamericanos sino que coloca a la Iglesia por encima de esa contingencia. Está arriba y está abajo, es la constancia de una existencia “sagrada” del pueblo. Entonces: ¿es posible sentirse interpelado por el papa y no por la Iglesia? ¿Es posible separarlos? ¿Es posible un papa narrador global de este tiempo de crisis y transición no se sabe adónde, en esa especie de “si hasta el papa lo dice”? No se trata lo suyo de un ecumenismo o de una competencia religiosa, sino de reinstalar la idea de Pueblo americano con los vasos comunicantes “religiosos” que los Estados no tienen. La Iglesia tiene dos mil años, pero la Iglesia nombra todo siempre por primera vez, esa es su eficacia retórica.

Bergoglio conoce las villas latinoamericanas, pero el papa Francisco las mira por primera vez. La Iglesia es una máquina de producir “ser otro”. Pero como decía Spinetta: “la que nos ocupa es esa abuela, la conciencia que regula el mundo”. Las preguntas de nuestra corrección escolar: ¿es posible separar al papa que denuncia injusticias sociales de la Iglesia que produce o avala o convive eternamente con las injusticias sociales? Si siempre la Iglesia se ocupó de los pobres (de administrar la tercerización de su atención) no vamos a pasar por alto un nuevo discurso al corazón de lo que produce pobres. América Latina es el continente más desigual del planeta y el continente más católico del planeta, ¿pero una cosa no tiene que ver con la otra? ¿Te puede importar Francisco y no tanto la Iglesia? Podés sentir identificación con su discurso y con su política de gestos sin que te importe el destino de la Iglesia Romana después de Francisco. Acaso sea como Obama o Lula, íconos globales más allá de los Estados que representan. Es el discurso perenne del anti capitalismo de la Doctrina Social o es el discurso también aquí y ahora del anti capitalismo de la Doctrina Social, es una cuestión de fe laica acerca de qué le hace mejor al mundo, si este papa u otro papa. En tal caso: ¿proyecta la Iglesia hacia el mundo o proyecta el mundo hacia la Iglesia?

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Comentarios

  1. Un curioso

    el 13/07/2015

    Es divertido como quieren comparar y hacer la componenda forzada entre lo que pasó en Latinoamerica y lo que pasó en Europa, y ya que estamos bíblicos por sus frutos los “conocereís”. ¿Va llegar el día que la analogía nuestro americanista la dejen de lado? ¿Se imaginan siquiera el peso relativo del Papa “nuestro-sudamericano” si tan sólo el ALCA se hubiese realizado? El Alca y la UE se parecen bastante, el catolicismo de España y Alemania es bien reaccionario, incluso a la derecha del PP con el caso de la oposición al PP en la candidata Cifuentes en la región de Madrid, ¿hay acuse de recibo de eso? La preocupación y el constante dejar correr tradicional el tradicional discurso de la Iglesia argentina sobre lo que es el opositor, y el narcotráfico es un dato menor (?), ¿la amistad Bergoglio-Michetti es un dato menor?

    De toda esta nota la verdad es que no parece tener una cuestión tan original de fondo, dice palabras más y palabras menos, que las obras de Francisco, su salida del protocolo y sus “encíclicas” sobre la desigualdad y sobre el cambio climáticos son “intentos” de cambiar un poco la mentalidad ya “bienpensante” de quienes adscriben a Francisco porque sí, como una moda, como un líder más como el Dalai Lama o el Sri Sri Ravi Shankar. Recuerdo que el peronismo quiso ponerle toda las variantes desde Taiana a quién sabe qué para poder inventar el hecho de que una de las pocas cosas que no iban a poder controlar iba a ser las declaraciones del papa. ¿Será por eso? El Papa Francisco I resiste un archivo por ahora, y uno sabe que mientras el país se tiñe de naranja, lo mejor que se puede hacer es ir aceptando que el “Orden y Progresismo” se va pareciendo más y más a una de las predicciones de la frondosa imaginación de Jorge Asís, “la unidad del movimiento obrero”, el pacatismo ad hoc, y una lástima que no se tomó a la figura sí buena hija del catolicismo salteño el entrañable Urtubey. El Papa argentino es muy cierto iba ser el “azote contra la corrupción” es un fiasco, deberías haber desmentido a Pagni otro profesional del paño de la Papalogía, no “católica” es decir ver qué hacer y contar, describir, etc.

    La Iglesia de hoy nada tiene que ver con el Concilio Vaticano II, no es reformista, es una adaptación más, y lo burdo del caso, es que si bien “tácticamente” si se quiere Francisco tiene alguna que otra solución, aplica el sentido de “inclusión” tal cual lo aplica el gobierno, sino puedo llevar a los pobres a la iglesia tradicional, nada mejor que llevarles la iglesia directamente a las villas ¿Te acordas de la sede de cultura que está en la Villa que convive con el nuevo Centro Cultural Nestor Kirchner? Masomenos funciona así. Si lo hacen los bachilleratos populares claro está es una tarea quijotesca pero si lo hace la institución que tiene su universidad más importante la UCA en pleno Puerto Madero podemos estar tranquilos que es un mal menor.

    La Iglesia y Francisco si han cumplido bien lo que se espera de ellos, para los reaccionarios, lo mejor de la Universidad Austral y la UCA, con la terrible cosa sí de sacar a los sede-vacantistas de la Catedral cuando se hace ecumenismo, lo cual en el fondo es un legado de Juan Pablo II (un neoliberal con todas las letras), por el resto sí, “la regionalización” de la Iglesia, la adaptación casi como si fuera cualquier otro organismo internacional hace que en África y América Latina, haya que tener una política bien diferente a la que tiene el mismo Papa en Estados Unidos, dónde sus dramas son, a saber: “libertad religiosa” con respecto al aborto y el matrimonio gay, no pagar si son empresarios católicos a las empleadas si estas quieren abortar por “razones de costo” por razones de libertad religiosa. Todo eso nos muestra que la forma de hacer campaña es esa. Pero es verdad que mucha gente es simplemente chicanera y mal intencionada de qué hace y qué no hace la iglesia.

    -Una lástima lo de Grecia eso sí- una lástima porque tira medio abajo la analogía principal.

    El “welfarismo” y el “populismo” van camino a pasar de moda.

    Cameron también busca pobres, pasea con minorías y gana elecciones pero claro es de derecha y es anglicano en un país, le quiero contar, en que crece el catolicismo también.

  2. Minusválido

    el 13/07/2015

    esto me impresiona en la medida en que veo que muchos progres poco a poco se van volviendo católicos pro vida.

  3. Un curioso

    el 14/07/2015

    http://derrocandoaroca.com/2015/07/13/alabado-sea-marx-tenemos-un-papa-comunista/

    Algunas notas extra para complementar.

    https://www.aciprensa.com/noticias/esto-fue-lo-que-dijo-el-papa-francisco-sobre-la-familia-en-el-vuelo-de-regreso-a-roma-24369/ “Sínodo de la Familia”.

    https://www.aciprensa.com/noticias/por-que-paraguay-y-tantos-otros-paises-no-tienen-cardenales-responde-el-papa-71672/ “Latinoamerica” y el acceso al poder vaticano el cardenalato.

    ¿Por qué no hay que creerles a lo papologos como Pagni y Asís?
    Básicamente porque no leen.
    Por ejemplo, en Buenos Aires, hace algunos años fue exhibida una muestra de un escultor bueno, creativo, argentino que ahora está muerto. Era arte de protesta y yo recuerdo uno que era un Cristo Crucificado sobre un bombardero que iba bajando. Era una crítica del cristianismo aliado con el imperialismo que bombardea. Entonces primero yo no sabía nada, segundo yo lo calificaré como arte de protesta que, en algunos casos, puede ser ofensivo.
    Y tercero: el Padre Espinal fue asesinado en el año 80. Era un tiempo en el que la teología de la liberación tenía muchas ramas. Una de esas ramas proponía el análisis marxista de la realidad. Padre Espinal pertenecía a esto, eso lo sabía porque en esos años yo era rector en la facultad de teología y se hablaba mucho de esto. Cuáles eran las diversas ramas y quienes pertenecían a ellas.

    https://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-rueda-de-prensa-del-papa-francisco-en-el-vuelo-de-regreso-de-sudamerica-20800/

    Con esto por lo menos se puede partir de la hermeneutica, tomen los propios discursos del Papa Francisco, vean con más detalle. El método de biografía providencial y de una política pensada en otro lugar no coincide, no se la juega por Ecuador, se mantiene neutral con lo de Bolivia, y sigue la línea de Juan Pablo II y Benecdicto XVI, dejar atrás toda forma de Teología de la Liberación.

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