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12 de febrero 2016

Mariano Schuster

Jefe de redacción de lavanguardiadigital.com.ar

EL ANARQUISTA DEL GOL EN CONTRA

Tiempo de lectura: 5 minutos

Si hablamos de artistas, sugiero recordar que además de Dalí, Mozart, Magritte, Federico Klemm o Cacho Castaña, el mundo tuvo a Gigi Riva. Rombo di tuono (Estruendo de trueno), como lo apodó el célebre periodista Gianni Brera, fue –con perdón de Meazza, Baggio y Maldini -el mejor futbolista italiano de todos los tiempos.

Aunque nació en el norte, Riva siempre jugó en el sur. Más exactamente en el Cagliari, el modesto club sardo que a los dieciocho años lo rescató de las filas de un equipo regional y de una vida cargada de desgracias. El pobre Riva, criado bajo el régimen fascista de Saló en la más absoluta pobreza, vio morir a sus padres y a una de sus hermanas a los diecisiete años y tuvo que trabajar en una fábrica siendo un adolescente. Su llegada al Cagliari lo cambió todo. Estruendo de Trueno se reveló como el jugador más habilidoso del fútbol italiano. Su pegada, siempre de zurda, parecía el cañonazo de un arma de destrucción masiva. Tanto que alguna vez su entrenador Mario Scopino lo dijo con claridad meridiana: A Gigi la pierna derecha solo le sirve para subir al tranvía. En los años sesenta y setenta ni el Milan ni la Juve soñaban con tener a un jugador como él. ¿Necesitan más explicaciones? 164 goles en 315 partidos.

Gigi Riva

Además de un futbolista excepcional, Riva fue y es un gran tipo. En 1966, cuando el Cagliari lo puso en venta porque no podía mantenerlo, el pueblo de Cerdeña se rebeló. Mafiosos y comunistas, católicos y terroristas: todos salieron a exigir que no se fuera. A Riva, un tipo recio y sentimental como pocos, se le partió el corazón y decidió quedarse. Dijo que prefería jugar en el equipo pobre del Sur que en uno de los del Norte rico. Rechazó las millonarias ofertas de la Juventus y el Milán, y el Cagliari le pagó la gratitud: para retenerlo se convirtió en una Sociedad Anónima, lo que le permitió recibir dinero de privados para pagarle un discreto sueldo.

Gigi Riva, goleador tres veces de la Liga e internacional con la slección azzurra, solo consiguió un título con el club al que le entregó su vida: el Scudetto de 1969-1970. Aquel modesto Cagliari de Riva ganó el campeonato sin jugadores de lujo. Pero ese año, lbertosi, Brugnera, Domenghini, Gori, Cera, Greatti y Martiradonna jugaron como héroes.

En el aquél Cagliari Gigi Riva coincidió Comunardo, cuyo su arte era el inverso: meter goles en su propio arco

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Sin embargo, en aquel equipo de desconocidos, Rombo di Tuono coincidió con otro artista. Se llamaba Comunardo Niccolai y su arte era exactamente el inverso al de Gigi: su pierna era letal pero para meter los goles en su propio arco. Siete goles en contra en toda su carrera le valieron el apodo del “el anarquista del gol en contra”.

Nacido en el seno de una familia antifascista de la Toscana, su padre decidió ponerle Comunardo en honor al gobierno proletario que gobernó Francia durante dos revolucionarios meses en 1871. El chico se apegó a la ideología y decidió llevarla a los campos de juego. Cada vez que su equipo estaba ganando un partido, él tenía la intención de emparejarlo con un gol en contra. La igualdad, para Comunardo, estaba ante todo.

Comunardo Niccolai

Comunardo Niccolai llegó al Cagliari después de jugar algunas temporadas en equipos amateur. Tenía 21 años y, a los pocos meses, se volvió titular indiscutible. Sin embargo, su primer momento cumbre llegó en la temporada 69-70 – justamente aquella en la que el Cagliari ganó el Scudetto -. Aunque ya había marcado en su propio arco, lo del 15 de Marzo de 1970 quedó grabado en la historia. Ese día, el equipo de Riva se enfrentaba a la poderosa Juventus y el campeonato no estaba todavía garantizado. Casi a la mitad del segundo tiempo, el partido iba empatado 1 a 1, pero la Juve avanzaba con fuerza hacia el área de los rossoblu. En ese momento, un mediocampista juventino tiró un centro al área del Cagliari. Niccolai saltó para rechazar la pelota pero acabó conectando el cabezazo hacia su propio arco. Fue un gol bellísimo, digno de los anales del fútbol. Sólo que fue a su propio arco.  Afortunadamente, Gigi Riva llegó para salvar la vida de su equipo y de Comunardo, y meter el gol del empate en aquel partido decisivo.

Aunque la furia de los hinchas fue inmediata, los goles en contra de Comunardo no dejaron de aparecer y la bronca fue transformándose en idolatría. Después de aquel Scudetto glorioso, había incluso quienes le pedían al defensor anarquista algún gol en contra en partidos poco importantes. Él se lo tomó en serio y siguió regalándoselos, además de pavonearse con su preciado y delirante gesto poético. Mis goles en contra son la envidia de los delanteros – decía – Soy un creador de belleza.

Mis goles en contra son la envidia de los delanteros –decía Comunardo- Soy un creador de belleza

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Niccolai era capaz de todo. En una entrevista a La Gazzetta delo Sport dijo que su gol en contra más hermoso había sido el de 1972. No se equivocaba. En aquel año, el Cagliari disputaba un partido del Scudetto contra el Catanzaro. En el minuto 90, el equipo calabrés presionaba fuertemente para conseguir el empate frente a un Cagliari que ganaba por 2-1. De repente, uno de los mediocampistas del Catanzaro tiró un bochazo al área, que cayó justo en el pie de Niccolai. Al escuchar un pitido, Comunardo no tuvo mejor idea que patear la pelota hacia su arco. Mientras sus compañeros lo miraban atónitos, el defensor del Cagliari se percató de que el pitido no había sido el silbato del árbitro decretando el final del partido sino el chiflido de un hincha. En esos segundos que para él duraron horas, Niccolai vio como la pelota iba como una bala certera hacia su propio arco. Pero en ese momento apareció un salvador. Su compañero de defensa Mario Brugnera se tiró cual arquero para detenerla con la mano. El Catanzaro acabó convirtiendo el penal causado por culpa de Comunardo. Pero ese día, Riva no tuvo tiempo para salvar el partido.

Ilustracion Panama 1

La vida, sin embargo, tuvo redención para él. A pesar de sus goles en contra – o gracias a ellos – llegó a jugar en la selección italiana durante el mundial 70. El hecho le valió la gastada de su técnico del Cagliari: de la vida me esperaba cualquier cosa, menos ver a Niccolai en un Mundial. En la Copa del Mundo tampoco logró mucho éxito, porque se lesionó en el primer partido.

El anarquista del gol en contra y Estruendo de Trueno tuvieron dos formulas distintas para pasar a la historia. Ambos enseñaron que hay diversas maneras de ser poeta y que la belleza puede tener formas extrañas. Frente a tantos artistas que son enterrados con su obra, la de ellos está destinada a sobrevivir. Mientras haya poesía, las hazañas de Riva y Niccolai seguirán existiendo.

 

 

 

 

 

 

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