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19 de febrero 2016

Mariano Schuster

Jefe de redacción de lavanguardiadigital.com.ar

EL ANTIFASCISTA CON ARCO Y FLECHAS

Tiempo de lectura: 6 minutos

Lo saben los mongoles y los chinos, los irlandeses y los samuráis. Sin embargo, solo Jack Churchill lo decía con tanta convicción: Un oficial sin espada no está correctamente vestido. Era un bello arcaismo que el se dedicó a ejemplificar mejor que nadie.

Churchill 3 - copia

John Malcolm Thorpe Fleming Churchill era apenas un muchacho cuando sintió el llamado de las armas. Nacido en Hong Kong en 1906 e hijo de una familia acaudalada de Oxford, se graduó a los 20 años como oficial en la Academia de Sandhurst y realizó sus primeras prácticas en la antigua Burma. Aunque su familia presagiaba un militar al uso -como lo fueron, de hecho, sus hermanos Thomas y Robert- quedó muy claro que él estaba hecho de otra cepa. Tanto que, mientras el resto de  sus compañeros de estudios iban a la Academia con una fusta, el prefirió ir al mercado y comprar una Claymore, la mítica espada medieval. Sin dudas, quienes lo apodaron Mad Jack (Loco Jack) no se equivocaban.

De todos sus delirios – entre los que se destacaron el de tocar la gaita en las calles de cada ciudad a la que llegaba y el de recorrer el conflictivo sudeste asiático en moto – hubo uno que lo inmortalizó para siempre. Se trató, simplemente, de su pasión por la arquería. El caso es que Churchill, que llegó a representar a Inglaterra en el Mundial de Tiro con Arco de 1939, no usó aquellas viejas armas tan solo para el deporte.

Cuando la Segunda Guerra asomó su hocico sobre Europa, se alistó en el Ejército para luchar contra Hitler y Mussolini. Sin embargo, antes hizo lo que le pareció lógico: compró un arco de madera de Tejo español de tipo medieval, otros dos arcos de acero y unas cuantas flechas de madera en la afamada tienda Purle of London. Recuerden…un buen soldado solo va a la guerra si está bien vestido.

Churchill peleó en la Segunda Guerra Mundial con un arco de madera español tipo medieval y flechas

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A Churchill nada le importaron los modernos métodos de guerra ni la sofisticada maquinaria armamentística de la época. Se unió al Manchester Regiment y partió junto a la expedición que fue enviada al continente. Los primeros dos meses, mientras el Ejército inglés permaneció quieto frente a la invasión polaca, Mad Jack aprovechó para practicar tiro con sus arcos. Por desgracia, dos de ellos se rajaron cuando el camión que los llevaba impactó contra una pared.

Jack Churchill 2

A Churchill no le convencía el combate tradicional así que, cuando por fin fue llamado a combatir en la comuna francesa de Dunkerque el último día del año 1939, decidió hacer gala de su arte. Convenció a sus soldados de atacar un granero donde se escondían los alemanes y los conminó a disparar solo después de que el disparara con su arco y flecha. Y así lo hizo. Escondido detrás de una puerta, Churchill tensó el arco y disparó. La flecha acabó en el pecho de un soldado alemán e, inmediatamente, sus hombres dispararon al resto de los oficiales de la Wehrmacht, que cayeron muertos.

Sin embargo, Mad Jack creyó que había algo importante por hacer tras la victoria: recuperar la flecha. Se acercó al soldado alemán e intentó sacarla de su cuerpo con tan mala suerte que la misma se rompió. En ese momento, una ametralladora germana abrió fuego y Churchill y los suyos tuvieron que abandonar la proeza de recuperar la preciada flecha del poético oficial.

Un año más tarde, volvió a hacer de las suyas. Él y sus hombres debían neutralizar la artillería alemana en Maaloy, la ciudad costera de la Noruega ocupada por los nazis. ¿Cómo creen que actuó?  Evidente: desembarcó con su espada Claymore en la mano y comenzó a atacar la batería frente a sus absortos soldados que lo secundaron vivándolo. La batería cayó pero Churchill no tuvo mejor idea que instalar cargas explosivas en los cañones. Otra vez, su operación fue exitosa a medias. Una de las cargas le provocó una herida.

Sin embargo, su instante épico llegó en el otoño de 1943. Después de combatir en Salerno, le ordenaron ingresar en el pequeño pueblo de Piegoletti y neutralizar a las tropas alemanas. Churchill organizó y dividió a sus soldados en seis patrullas y les indicó que fueran caminando en plena noche por la selvática vegetación al grito de ¡Comando!.  Los alemanes, que eran superiores en número, quedaron desorientados frente a los gritos, sin saber de donde procedían. En solo un par de horas, Churchill capturó a 136 soldados. Pero para Mad Jack, eso era muy poco, así que blandiendo su espada, se infiltró en las posiciones alemanas apoyado por su amigo el cabo Ruffell. Mostrándoles su Claymore fue capturando prisioneros uno a uno. Cuando por fin amaneció, Churchill tenía 42 soldados, más de una decena de ametralladoras y un mortero.

Su destino glorioso acabó un año más tarde. Después de ocupar varias islas del Adriático, desembarcó en Yugoslavia. Durante un combate cuerpo a cuerpo con los alemanes, quedó aislado junto a cuatro soldados. Repentinamente, un mortero cayó en su posición, matando a tres de sus compañeros e hiriendo a otro. Mad Jack, el único que no había sido herido, comenzó a disparar a lo loco y cuando se le acabaron las balas y las flechas, actuó según su poético criterio: tomó su gaita y empezó a tocar la mítica canción escocesa “Will ye no come back again?” (¿No volverás?). Mientras el hombre se divertía en medio de la humareda de la guerra con su instrumento medieval, cayó una granada. Churchill quedó inconsciente. Cuando se despertó, lo único que escuchó fueron voces de alemanes.

En Yugoslavia, Churchill enfrentó a los alemanes tocando 'Will ye no come back again?' con su gaita

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Pero a Mad Jack la suerte lo acompañaba. El capitán Thuener de la Whermatch se negó a asesinarlo. “Usted es un soldado como yo. Me niego a que esos carniceros de la Gestapo le maten. Diré que no he recibido las ordenes de ejecutarles”, le dijo a aquel soldado enloquecido. Finalmente, lo enviaron a Sarajevo pero, al percatarse de su apellido, lo trasladaron a Berlín, considerando un probable parentesco con Winston Churchill, el primer ministro inglés. En medio del vuelo, nuestro héroe no tenía arco y flecha, pero tenía un cigarrillo. Lo prendió y lo acercó a unos papeles, provocando un incendio que generó la ira de los oficiales de la SS. Para desgracia de Mad Jack, sus captores descubrieron que no existía vínculo alguno con el Primer Ministro de Inglaterra y lo enviaron al Campo de Concentración de Sachenhausen. Aunque se escapó, fue capturado a los pocos días en Rostock. Finalmente, le encontraron un nuevo destino: el campo de prisioneros de Niederdorf, en Austria.

Churchill 3

Sin saber que muy pronto acabaría la guerra, en abril de 1945, Churchill escapó otra vez. Partió a través de los Alpes y pasó la frontera con Italia. Al octavo día de su fuga, con el cuerpo maltrecho y un tobillo herido, divisó a un grupo de soldados americanos. Aunque los yankees dudaron, acabaron creyéndole: se trataba de un coronel del Ejército Británico.

La caída de Hitler no apaciguó a Churchill. Pidió  viajar a Birmania, para ingresar desde allí al Japón nazi-fascista de Hirohito, que todavía seguía en pie. Sin embargo, pocos días antes de trasladarse, la explosión de la bomba nuclear destruyó Hiroshima y Nagasaki y frustró su sueño de una nueva batalla. El fin de la guerra supuso un caos en la vida del combatiente de espada y arco. “¿Sabés? – le dijo a un amigo en tono irónico – Si no hubiera sido por esos malditos americanos, podríamos haber mantenido la guerra durante otros diez años.”

Aún con el fin de la guerra, el hombre que luchaba con espadas, arcos y flechas contra ametralladoras tuvo tiempo para otra aventura. En 1948 viajó al antiguo Protectorado Británico de Palestina –que estaba a punto de convertirse en el Estado de Israel- para rescatar a 500 enfermeros judíos, víctimas de la Masacre del Convoy médico Hadassah. El sufrimiento de los hebreos durante el nazi-fascismo, lo había estremecido.

El resto de su vida fue un cúmulo de excentricidades. Se graduó de paracaidista en 1946, se hizo fanático del Surf y, ya como surfista profesional, fue el primer hombre en remontar el río Severn sobre una ola de un metro y medio. Además, actuó como extra en películas como el Ladrón de Bagdad e Ivanhoe, para despuntar el vicio de la actuación que siempre había tenido.

Hay quienes cuentan que, al final de su vida en Inglaterra, solía tirar su equipaje por la ventanilla del tren al llegar a su estación, ante la mirada atónita del resto de los pasajeros. No sabían que  el jardín del fondo de su casa daba a la vía y que así se ahorraba llevar el equipaje al bajar del tren y llegar a su puerta.

Jack Churchill, condecorado tres veces por el Ejército Británico, murió en 1996 en su casa de Surrey.  Ahora, cuando cualquier idiota vestido de uniforme puede apretar un botón y apagar el corazón caliente del mundo, uno extraña a tipos como Mad Jack, el héroe que luchaba contra Hitler con una espada, un arco y una flecha. Al parecer, no necesitaba nada más.

Churchill 2

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