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10 de septiembre 2020

Daniela Vilar

Diputada Nacional por la Provincia de Buenos Aires (Frente de Todos)

EL CONURBANO TAMBIÉN OFRECE SOLUCIONES

Tiempo de lectura: 6 minutos

Pocas veces el mundo se ha encontrado frente a una situación crítica como la que atravesamos. Si atendemos a su extensión geográfica y la envergadura de sus efectos, no es exagerado decir que es la crisis de dimensiones más importantes que afrontó la humanidad. 

Se trata de una situación que interpela las bases de nuestra civilización desde múltiples aristas. Desde sus causas, al poner en relieve los riesgos que implica un desarrollo depredatorio que no contempla la convivencia con el ambiente como condición para la supervivencia. Desde su gestión, al exponer los problemas de cooperación internacional que se reflejan en postales elocuentes, como el robo de cargamento con barbijos o las denuncias recíprocas sobre la responsabilidad del virus. Y desde sus efectos, al agravar desafíos que ya tenían un carácter urgente, como la inequidad de dimensiones grotescas y la pauperización de las condiciones de vida de buena parte de la población, particularmente los y las jóvenes.

En Argentina, la pandemia nos encuentra en una situación especialmente difícil. El gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner debió afrontar el desafío de una crisis heredada, provocada por el desmanejo político y económico de los últimos cuatro años, y prácticamente de forma inmediata se acopló el desafío de la pandemia, teniendo que adoptar medidas de urgencia necesarias para ganar tiempo, reforzar el sistema de salud y evitar colapsos sanitarios como los que vimos en otras partes del mundo. Este despliegue no estuvo exento de complejidad; implicó construir en tiempo récord un esquema de asistencia y acompañamiento del estado que permitiera garantizar las condiciones básicas para hacer factible el aislamiento.  

En ese contexto, otra vez el conurbano bonaerense fue presentado por los medios de comunicación y por habituales comentadores de la realidad como un espacio caótico, de complejidad inabarcable, sujeto a una precariedad que hacía impensable ejecutar con eficacia cualquier política de emergencia. 

No es novedosa la idea de presentar a la Provincia de Buenos Aires como un lugar ingobernable y al conurbano bonaerense en particular como un problema sin solución. Sobre estas bases, se presentan de manera recurrente visiones que en el mejor de los casos pecan de condescendientes, pero que muchas veces esconden una actitud menospreciante. No es casualidad, tampoco, que estos discursos se hayan intensificado a medida que el gobierno anterior perdía el rumbo, como recurso exculpatorio de las responsabilidades de las administraciones nacional y provincial en el deterioro de las condiciones de vida de la población.

No es novedosa la idea de presentar a la Provincia de Buenos Aires como un lugar ingobernable y al conurbano bonaerense en particular como un problema sin solución. Sobre estas bases, se presentan de manera recurrente visiones que en el mejor de los casos pecan de condescendientes, pero que muchas veces esconden una actitud menospreciante

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Sin negar las dificultades que presentan los partidos del Gran Buenos Aires, esta forma sesgada de aproximarse a la región contribuye poco a aportar soluciones. El conurbano bonaerense es mucho más que un problema irresoluble. Es una zona clave a nivel productivo que motoriza toda la economía nacional, un gran optimizador de recursos escasos y un espacio dinámico de organización popular. Es también, aunque para algunos y algunas cueste admitirlo, un territorio en donde se presentan prácticas políticas innovadoras y modernizadoras. En definitiva, el conurbano no debería ser considerado como un problema que requiere una solución desde afuera, sino como un lugar dónde pueden encontrarse respuestas para algunos de los desafíos que tenemos pendientes como país. 

En la gestión de la pandemia, hemos visto como el rol de los gobiernos municipales fue clave para asegurar que la política de acompañamiento del estado nacional pudiera tener un cauce efectivo. La gestión de cercanía y el conocimiento del territorio se confirmaron como elementos centrales a la hora de dar respuestas a situaciones específicas como la de los barrios populares, o para la organización y despliegue de recursos sanitarios. En este sentido, el papel central que han tenido los gobiernos locales invita a pensar en la necesidad de potenciar esa capacidad en la etapa que seguirá a la pandemia, que también será crítica. 

Foto “Un Corredor sin Autopista” ( Café de las Ciudades y FFyL UBA)

La palabra descentralización carga con cierto manto de desconfianza en quienes se identifican con una visión del estado central como necesario articulador social e impulsor del desarrollo económico. Esto es comprensible, dado que en Latinoamérica el concepto estuvo asociado al proceso de reformas estructurales que comenzaron a aplicarse como respuesta a cierto agotamiento del modelo de sustitución de importaciones.

Sin ir más lejos, en Argentina la necesidad de descentralizar se presentó en los ‘90, en un combo de liberalización del mercado y privatización de servicios como forma de achicar un estado ineficiente y deficitario que, según la concepción imperante en aquel momento, era el problema que explicaba la crisis de los países de la región. La delegación de facultades a subniveles de gobierno estuvo muy signada por esta visión ideológica, e implicó un recorte de recursos que hizo que los servicios descentralizados fueran más limitados y precarios, más allá de quien se encargara de gestionarlos. La descentralización en Argentina implicó a nivel subprovincial más reconocimiento desde lo formal, pero en términos de recursos y condiciones reales de gestión continuaron siendo financiera y administrativamente deficitarios. 

Para mencionar un dato clarificador, el presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires es más alto que el de la suma de los 135 municipios de la Provincia de Buenos Aires. A las desigualdades históricas arrastradas, en los últimos años se les sumó la decisión política del gobierno de Macri de continuar favoreciendo al distrito más rico del país en detrimento del resto de las provincias, aumentando las partidas por el traspaso de competencias y brindándole un tratamiento diferencial en la Ley de Consenso Fiscal. Cómo supo decir Máximo Kirchner, la disparidad entre “una ciudad en donde hasta los helechos tienen luz y un conurbano en el que falta todo” tiene que ver sobre todo con la enorme diferencia de recursos que existe entre una jurisdicción y las otras.

La descentralización en Argentina implicó a nivel subprovincial más reconocimiento desde lo formal, pero en términos de recursos y condiciones reales de gestión continuaron siendo financiera y administrativamente deficitarios. 

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Paradójicamente, fue ese desafío de asumir mayores responsabilidades sin los debidos recursos lo que impulsó a los municipios a generar nuevas estrategias de gestión que incorporen una mayor participación de la ciudadanía e incluyan el involucramiento activo de la comunidad. A veces soslayada, esa flexibilidad y capacidad de respuesta fue clave durante la crisis del 2001, en donde los gobiernos municipales terminaron constituyendo la última malla de contención y jugaron un rol central para articular la respuesta pública a una situación de desborde.

Los gobiernos locales no solo tienen una gran capacidad de contención de crisis; llevan a cabo prácticas modernizadoras e implementan de manera muy eficiente políticas públicas de agendas de vanguardia en nuestro país como la agenda ambiental. Muchos municipios del conurbano tienen, por ejemplo, gestiones de residuos con aceitados mecanismos de reciclado que no solo generan un gran impacto ambiental, evitando que toneladas de residuos reciclables terminen apiladas en basurales a cielo abierto o enterradas en rellenos sanitarios, sino que además funcionan como dinamizadores de la economía y generadores de empleo genuino. 

En Lomas de Zamora, la gestión de Martín Insaurralde ejecuta el programa EcoLomas, que nuclea cooperativas de reciclado que organizan a cientos de trabajadores y trabajadoras que se ocupan de recuperar residuos en el municipio. EcoLomas fue formado a través de mesas participativas, dispositivos de gobierno abierto que consisten en la cocreación de políticas públicas entre el estado y los diferentes actores y actoras involucradas en los procesos; en este caso, cartoneros y cartoneras, recuperadores urbanos, expertos y expertas, ambientalistas. 

A veces soslayada, esa flexibilidad y capacidad de respuesta fue clave durante la crisis del 2001, en donde los gobiernos municipales terminaron constituyendo la última malla de contención y jugaron un rol central para articular la respuesta pública a una situación de desborde.

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Este tipo de prácticas potencian la implementación de políticas innovadoras porque tienen en cuenta las necesidades de ciudadanos y ciudadanas y las particularidades de cada territorio; lo local es el punto de encuentro entre el territorio, la gestión y el desarrollo. En contextos de crisis, los gobiernos locales tienen la posibilidad de llevar a cabo otros paradigmas de gestión a partir de la gobernanza colaborativa entre administración pública y ciudadanía.

En este sentido, más que plantear la inviabilidad de un territorio, la prioridad debería ser dotar a los gobiernos de las herramientas necesarias para desplegar el potencial que tiene la gestión de cercanía a la hora de administrar recursos escasos. Esto implica no sólo repensar el financiamiento de los municipios, potenciando el reparto de la coparticipación municipal y la capacidad de recaudación propia, sino también avanzar en la ampliación de los márgenes de autonomía municipal, en consonancia con el espíritu de la reforma del ’94.

En definitiva, en vez de proponer trazados y divisiones arbitrarias desde afuera, como si el conurbano fuera un rompecabezas, tal vez de lo que se trate es de brindar mejores instrumentos para que sean los propios bonaerenses los que puedan organizarse en sus comunidades y abordar los desafío que nadie más que ellos entiende mejor.

Foto “Un Corredor sin Autopistas” (Café de las Ciudades y FFyL UBA)

Foto portada Juan Di Loreto

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Comentarios

  1. Silvi

    el 13/09/2020

    Que orgullo tener semejante representante como Daniela

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