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EL COSTADO VANGUARDISTA DE LOUIS ARMSTRONG

Tiempo de lectura: 4 minutos

Hay sucesos que en su momento plantean un quiebre trascendental pero con el paso de los años se los visualiza como pequeñas modificaciones, es que el tiempo transcurrido impide situarse en el momento exacto en que sucedieron esas transformaciones. Hoy nos parece que la lucha de Hipólito Yrigoyen por el voto universal y secreto fue una mera evolución impuesta por la época. El paso de los años va limando las asperezas que tuvieron los quiebres históricos de gran trascendencia en el momento en que se dieron.

El jazz no ha estado exento de este síntoma: es usual que muchos amantes del género estén convencidos de que Charlie Paker, Miles Davis y John Coltrane, entre otros, protagonizaron las transformaciones más profundas, aunque cuando investigamos y nos adentramos en lo que era el desarrollo de la música negra a comienzos del siglo pasado en Estados Unidos comprobamos que contra todos los supuestos la transformación que protagonizó Louis Armstrong es mucho más profunda que la de los genios citados. Joachim E. Berent, crítico alemán (20/07/1922 – 4/02/2000) en su “Biblia” “El Jazz, de Nueva Orleáns al Jazz Rock” escribió:

la transformación que protagonizó Louis Armstrong es mucho más profunda que la de los genios citados

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“La gente joven que gusta llevar constantemente en la boca la palabra ‘Revolución’ ha olvidado que Armstrong es el revolucionario más grande dentro del jazz. Ellos piensan en Charlie Parker o en Cecil Taylor y John Coltrane cuando hablan de revoluciones musicales, pero la diferencia entre lo que el jazz era antes de Louis Armstrong -como la música del King Oliver de los primeros tiempos- y lo que llegó a ser con la intervención de Arsmtrong es más grande que, por ejemplo, lo que existía antes de Parker, Taylor o Coltrane y lo que ellos han hecho de la música existente. Eso significa que la revolución del jazz encabezada por Louis Armstrong es la mayor.”

“No hay ningún sonido en la radio, en televisión, en discos, que no venga un poco de Louis Amstrong. Hay que compararlo con otros grandes que formaron el arte del siglo: con Stravinsky, Picasso, Schömberg, James Joyce… Él fue el único norteamericano de nacimiento entre ellos. Sin Armstrong no habría jazz y sin jazz no existiría la moderna música de baile, la música pop o de uso diario. Todos estos sonidos de los cuales estamos rodeados siempre, serían distintos sin Satchmo. Sin él no los habría. Sin él, el jazz hubiera seguido siendo la música local de Nueva Orleáns, tan oscura como decenas de otras música folklóricas.”

Es muy fácil de entender el tamaño del salto dado por Satchmo, consiste en comparar cómo estaba el jazz antes de su intervención y compararlo con lo que dejó. Si a esto sumamos que cierta vez, grabando se olvidó la letra y para zafar siguió “tarareando” la melodía, para sentar así las bases del scat, que es la denominación que en jazz se le da a la utilización de la voz como un instrumento, estamos frente a una figura cuya intervención en la historia del jazz fue muchísimo más innovadora que lo que comúnmente se cree. Es que también fue el propio Armstrong quien con sus actuaciones de los últimos años contribuyó a crear este supuesto del negrito simpático y siempre risueño. Hubo una posición en Satchmo diametralmente opuesta a la de Miles Davis, no sólo desde el sonido (el de Satchmo era brillante mientras que el Miles era el “del luto y la resignación”) sino también en la forma de plantarse ante la sociedad. Mientras Armstrong exaltaba la jovialidad y su trompeta sonaba poderosa, Miles elegía ponerse de espaldas en sus solos ensimismados.

fue el propio Armstrong quien con sus actuaciones de los últimos años contribuyó a crear este supuesto del negrito simpático y siempre risueño

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Hay otro elemento interesante en Armstrong que muchas veces también sucede en política ¿Cuántas veces hemos visto figuras que en su momento protagonizaron grandes gestas de innovación que con el paso del tiempo quedaron como estancadas en ese lugar, como congeladas, incapaces de seguir avanzando al paso en que se va transformando la realidad de la política? Bien, Louis Armstrong también sufrió en carne propia ese desacople con el desarrollo del jazz. Cuando el Be-Bop explotó con Charlie Parker y Dizzy Gillespie a la cabeza fue el mismísimo Satchmo quien llegó a decir que esos músicos estaban pervirtiendo la mente de las nuevas generaciones. Parece mentira que uno de los artífices de las mayores transformaciones musicales no haya llegado a entender el soplo de aire fresco que el Be-Bop significó para el jazz.

El ejemplo de Louis Armstrong innovando a comienzos del siglo pasado debería ser tomado como espíritu rebelde para indagar en el jazz de nuestros días y ver si efectivamente ya está todo inventado o si, como creen algunos, sólo queda el camino de la técnica instrumental como único recurso expresivo, algo que también está en crisis desde que los grandes colegios como el Berklee College of Music de Boston no hacen más que lanzar año tras año camadas de nuevos músicos que suenan exactamente igual a los grandes popes del género. Es que ceder a la creencia de que en Jazz ya se inventó todo no es más que una forma de resignación, de aceptación que no tiene sentido bregar por nuevas ideas que no sólo favorezcan el desarrollo de las artes sino también el de la sociedad.

¿La canción debe ser la misma, irremediablemente?

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