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19 de junio 2018

Mariano Denegris

Trabajador de la educación. Secretario de Prensa de UTE-CTERA

EL MAESTRO EMPRENDEDOR: ELIGE TU PROPIA AVENTURA

Tiempo de lectura: 5 minutos

“Alquilá tu parrilla”, “Austeridad es normalidad”, “Vivir en 20 metros cuadrados es tendencia” y “Vacaciones con extraños”, “Volver al ventilador: el mejor aliado para combatir el calor y la crisis energética”, “Más familias buscan evitar la escuela hasta los 4 años”.

Estos títulos fueron publicados por el periódico de mayor tirada de Argentina. Si hubieran surgido de la imaginación de un humorista, se le podría objetar lo poco verosímil. Es que hasta el absurdo tiene que conectar en algún roce al menos con cierto realismo. Los editores del medio que los publica con fruición no tienen este reparo.

En el caso de su último hallazgo, del 6 de mayo de este año, que descubre la tendencia de no llevar a los niños al jardín hasta los 4 años en la ciudad en la que faltan 12 mil vacantes, hay además una declaración de principios de una política educativa. La desescolarización, proceso que describe Adriana Puiggrós en su último libro “Adiós Sarmiento”, tiene una oferta para cada segmento socioeconómico. Desescuela para todos y todas. El plan “Chau Jardines” es formalmente coherente con el “Chau paneras”, ese que reduce la cantidad y calidad de las raciones de los comedores escolares intentando convencer a los damnificados de que protagonizan una tendencia de alimentación saludable.

Hay lugar para todos en el paraíso educativo neoliberal. En la escuela, ya no. Mientras para los niños pobres, con suerte, hay CPIs, para los ricos hay jardines rodantes. ¿De qué se tratan estas innovaciones? ¿Cómo son estas ofertas de un mercado educativo que construye su propia demanda?

descubre la tendencia de no llevar a los niños al jardín hasta los 4 años en la ciudad en la que faltan 12 mil vacantes

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Los Centros de Primera Infancia son centros de cuidado de niños de entre 45 días y 4 años. Surgieron por decreto en el año 2009 para paliar la falta de vacantes que rondaba las 5000 en ese entonces. Pero no dependen del Ministerio de Educación sino del de Desarrollo Social. Según el gobierno porteño, existen 72 centros de este tipo, principalmente en la zona sur de la ciudad, y sus destinatarios son niños de familias de bajos recursos. Si bien la cantidad de niños en lista de espera en los jardines maternales y de infantes públicos ha seguido aumentando hasta superar los 12.000 el último año, el aumento de los CPIs triplica al crecimiento de los Jardines de Infantes que dependen del área educativa. Son una ayuda para quienes necesitan el cuidado de sus hijos mientras afrontan las obligaciones laborales y al mismo tiempo una forma de tercerización de la responsabilidad estatal en la educación. El Gobierno de la Ciudad otorga a una Organización No Gubernamental (ONG) un presupuesto para que se encargue de administrarlo garantizando el cuidado de niños y niñas durante unas horas al día. El mantenimiento edilicio, la contratación del personal, la limpieza o la alimentación dependen de quien administra el establecimiento. El personal docente no sólo no es designado de acuerdo al orden de mérito en actos públicos oficiales como los docentes que dependen de la cartera educativa sino que ni siquiera tiene una relación de dependencia laboral con el Estado o la ONG. Son monotributistas.

La diputada del bloque oficialista en la Legislatura porteña, Natalia Fidel, alertaba hace menos de un año “los CPI no disponen de estándares de calidad, supervisión y auditoría pertinentes, cuestión que es fundamental en toda institución o programa que apunta a generar mayores niveles de igualdad”. E incluso, después de citar las críticas de distintas instituciones dedicadas a la infancia como UNICEF o CIPPEC a los CPI, se manifestaba preocupada porque “el Gobierno de la Ciudad por momentos entienda a esta medida de emergencia buena, pero de emergencia al fin, como una medida suficiente y que, a la vez, sea utilizada para tapar la grave problemática que existe en la Ciudad en relación con la falta de vacantes”.

El jardín rueda porque una semana puede estar en la casa de Juan y la siguiente se traslada a la de Cata

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Los Jardines rodantes son una propuesta para un sector muy apartado en la pirámide social de aquellos que concurren a los CPI. Una opción que puede ser elegida en relación a un jardín de infantes privado. Consiste en que un grupo de familias, no más de cuatro o cinco, se ponga de acuerdo para que mientras las mamás y papás trabajan, los hijos e hijas sean cuidadas por un o una docente. El jardín rueda porque una semana puede estar en la casa de Juan y la siguiente se traslada a la de Cata. Esto, según el artículo que publica el diario Clarín para acompañar el titular, permite la socialización sin los inconvenientes de la institución tradicional. El docente nómade al que contratan sería, como su par de los Centros de Primera Infancia, un monotributista. O mejor, para no caer en la definición fiscal del sujeto, tan centrada en lo que el Estado hace de las personas, un emprendedor. Mucho más simpática esta figura. Relacionada a lo que cada uno hace de sí mismo. Para niños pobres o niños ricos habrá menos escuelas pero más emprededurismo.

Hace unos años, en 2011, un funcionario del PRO adelantó esta filosofía. Pagó las consecuencias de su ansiedad, Carlos Pirovano, el Subsecretario de Inversiones del Macri Jefe de Gobierno que dijo: “¿Y si asumimos que la educación pública está muerta y con esa plata pagamos a los chicos una escuela privada?”.Y añadió: “Les regalamos las escuelas públicas a los maestros, que dejarían de ser empleados públicos y podrían ser empresarios”.Tuvo que salir a (des)sincerarse. Estuvo a destiempo su metáfora.

El docente-emprendedor va de la mano con la desescolarización. En la feria de emprendedores, que el Estado promueve para la venta de cerveza artesanal y dulce casero, también hay lugar para un puesto que pueda enseñar división de poderes, polinomios o fotosíntesis. El docente-emprendedor depende de sí mismo para conseguir ser el nómade que incentiva el conocimiento de los “niños bien” o arreglárselas en los arrabales del asistencialismo. La desescolarización es, también, el borramiento del maestro-trabajador. Y mucho más de la instancia que lo agrupa, organiza, defiende: el sindicato docente. Al fin y cabo, el sentido común neoliberal, como dice David Harvey, descansa en la presunción de que los individuos no van a elegir fortalecer “fuertes instituciones colectivas” aunque sí “débiles organizaciones benéficas”. El docente emprendedor factura por el servicio que presta, a una ONG o a una familia de clase media alta. El nuevo maestro progresa por su capacidad y no necesita de nadie para ser mejor. Él es su propia empresa educativa y se explota a sí mismo en la más absoluta libertad.

En la feria de emprendedores, que el Estado promueve para la venta de cerveza artesanal y dulce casero, también hay lugar para un puesto que pueda enseñar división de poderes, polinomios o fotosíntesis

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¿Cómo no van a ser entonces las organizaciones gremiales de los trabajadores de la educación un palo en la rueda del proyecto educativo neoliberal? Es cierto que el nuevo tipo de pensamiento y acción privatista en educación no se reduce a la desescolarización y el maestro emprendedor. Debe seguir existiendo el sistema público para garantizar negocios privados. Las ONG más emblemáticas del macrismo no se encargan de cuidar 300 chicos del sur de la ciudad. Son patrocinadas por grandes empresas y obtienen millones vendiendo capacitaciones docentes, contenidos curriculares o evaluaciones que antes hacía el propio Estado. Pero el objetivo no es sólo económico. Como decía Margaret Thatcher: “es cambiar el alma”. Es lograr que dejemos de pensar la educación y el conocimiento como derechos, como bienes públicos y los concibamos como la inversión individual en un recurso económico. Pensarse como emprendedor en lugar de trabajadores y trabajadoras es un procedimiento simbólico necesario para que surja esa alma obturada por las viejas estructuras del Estado y los sindicatos.

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Comentarios

  1. ORTALIDES CASTRO LARES

    el 30/06/2018

    Excelente documental

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