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28 de diciembre 2020

Mercedes Viola

EL MAGO DE LA LUZ

Tiempo de lectura: 5 minutos

La gente esperaba la noche, cercana a la vigilia de Navidad, en la cual el alma de Nápoles hubiera sacado una mano del mar para pintar sobre los muros del Castel Dell’Ovo. Castillo del origen, donde está escondido el huevo de Virgilio Mago que tiene en vida la ciudad.

Así fue hasta que el 22 de diciembre, cuando caía el sol en el segundo día de invierno, el Castillo se iluminó y una mano salió de las profundidades del mar para saludar a sus hijos. Dibujó para ellos sobre los muros del Castillo como si fueran una tela blanca, con colores primarios, encendidos, con líneas simples y antiguas, de modo que todos pudieran entender y recibir su abrazo, respirar su amor y su potencia, para que la alegría y el calor no los abandonasen en éste año duro.

La música envolvía y acompañaba, empujaba los colores y las líneas, recorriendo sin palabras todos los tiempos que atraviesan esta tierra. Aparecía sobre el Castillo el dibujo del Vesubio, eruptivo, grávido de fuego y de vida urgente que se multiplicaba en dos volcanes, cuatro, veinte, y el fuego se trepaba por todas las bocas, pequeñas y grandes, desde las más profundas, y el aire se incendiaba en mil colores.

Dibujó para ellos sobre los muros del Castillo como si fueran una tela blanca, con colores primarios, encendidos, con líneas simples y antiguas, de modo que todos pudieran entender y recibir su abrazo

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Una niña pequeña pasea con sus padres de noche por la rambla cuando el Castillo se ilumina. Se detienen a mirar, hipnotizados. La niña se acerca a un hombre alto alto y le pregunta «¿Qué cosa es ésta magia?»

El señor alto alto es el artista visivo Franz Cerami y ésta es la magia que él sabe crear.

Artista reconocido a nivel internacional por su búsqueda narrativa a través del lenguaje digital, Franz Cerami ha sido nombrado Embajador del Design italiano en el mundo. Nostálgico del futuro conjuga pasado y presente con genio y libertad pintando con oleos y luces. Analógico y digital se mezclan en sus obras desprejuiciadamente, haciendo dialogar la pintura tradicional con el graffiti. Cuenta así el alma de las fiestas, su felicidad desesperada, lo que tienen de sacro y de necesario y de triste en el corazón de los pueblos.

Este proyecto fue producido por la antigua marca napolitana de productos alimenticios Voiello que, con el patrocinio del Comune di Napoli y la colaboración de la Universitá degli Studi Suor Orsola Benincasa, quiso rendir homenaje a su tierra natal a través de la manifestación ‘Scaramantica’.

Franz Cerami es un niño que mira los fuegos detrás del vidrio, para que no le falte el aire en sus bronquios irritados por la combustión

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«Voiello me dio toda la libertad para trabajar dentro de un perímetro necesario, que era ‘Nápoles – la pasta – Voiello’. Esta libertad absoluta me permitió pensar con fuerza la ciudad» nos cuenta Franz Cerami y agrega «Nápoles —y creo que en éste punto se toque con la Argentina— es un gran lugar de amor, de encuentro y de luz. Ahí reside su potencia, y esto es lo que quise contar.»

Las instalaciones son cuatro: Magica I, Magica II, Lumina y Fire donde “Cerami aplica de manera elegante e innovadora la tecnologia de vanguardia al hecho artistico tradicional para producir narraciones visuales en movimiento”, escribe la curadora artística Dominique Lora.

¿Por qué el nombre Mágica?

“Buscando el nombre hice la lista de todas las palabras importantes. Estaban Sirena, Partenope, Virgilio, Vesubio, huevo, fuego, arriba, abajo, San Gennaro, la vida, la muerte. Pero por sobre todas había una: Magia, que une y sostiene todas las cosas, que hace encontrar las personas, dibujar las figuras, que enciende las luces. Mágica como esta ciudad, caleidoscopio donde conviven en armonía las realidades más dispares”, nos cuenta Cerami.

Nápoles sabe como los ancianos y vibra como la juventud. Es madre y padre, es loca y hermosa, es amante de fuego, signo indeleble. Es imposible mirarla indiferente. Sabe hablar de amor y de tragedia. Sabe hacer felices a los vivos y honorar a los muertos, vive a los pies de un volcán que la protege y amenaza, que es su potencia y su fragilidad, boca que fecunda y devora.

Nápoles cuenta, canta, grita, insulta, miente y seduce, ama como ninguna, cocina e implora. Espera. Ríe con la boca abierta y ofrece todos sus dientes y su lengua de fuego al sol que la ilumina. Nápoles es Sirena Partenope que le da vida y muere de amor a sus pies, es el misterio escondido entre los muros de un castillo a orillas del mar. Es paganismo y religión y darle del tu a San Gennaro, y pedirle milagros y reprocharle si no se los concede.

Nápoles cuenta, canta, grita, insulta, miente y seduce, ama como ninguna, cocina e implora. Espera. Ríe con la boca abierta y ofrece todos sus dientes y su lengua de fuego al sol que la ilumina

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Franz Cerami la recorre entera con sus luces. San Gennaro, la Sirena Partenope, las Capuzzelle, el Vesubio y el Huevo de Virgilio Mago, símbolo pulsante y vivo de la fecundidad y la vitalidad de ésta tierra. La Espiga de grano como un rayo dorado que calma el hambre que nunca merma en ésta tierra voraz, en éste pueblo vivo que desea lo que le falta. Retoma la figura del ‘700 de los mangiamaccheroni, comedores de pasta salvajes, representantes de una voracidad poco agraciada, que en la obra de Cerami se besan unidos por una pasta, contando del hambre de vida que une, del amor que nutre, hambre que es siempre salvaje y poco decoroso, instintivo y visceral.

Nápoles es una estrella fugaz la noche de año nuevo, cuando infinidad de fuegos artificiales explotan en el cielo. Franz Cerami es un niño que mira los fuegos detrás del vidrio, para que no le falte el aire en sus bronquios irritados por la combustión. Mira detrás del vidrio los dibujos de la luz en el cielo azul oscuro sobre el mar, sobre el volcán, e imita con la boca los sonidos. Maestros del fuego su madre y su padre y las gracias por haberle transmitido el sentido profundo de las fiestas. Todo esto prende vida, forma, sonido y color en Fire, instalación que pulsa al ritmo musical de un corazón emocionado, como un metrónomo humano que Claudio Del Preposto mezcla a las voces de Cerami que imitan los fuegos en una música original, que explota sobre los muros del Castillo jugando a las escondidas con la oscuridad.

Nápoles, como Buenos Aires, no perdona. Ciudad del color y de la furia no concede indulgencias a quién no la representa, por más hijo que sea. Esto le da aún más valor a la repercusión que la obra tuvo en las redes sociales. Facebook, Instagram, Linkedin se llenaron de fotos del Castel Dell’Ovo y de comentarios agradeciendo al artista y al mecenate por este mensaje potente, caluroso y luminoso.  El abrazo de la gente a esta Obra indica que el artista supo leer su tiempo y contar sus símbolos. Lo dice la emoción de quienes miran extasiados desde la rambla la mano del mago de la luz, alma de la ciudad, que pinta el castillo en este año raro, un volcán que ruge en mil colores, aniquilando el miedo.

El señor alto alto se arrodilló al lado de la niña y mostrandole los dibujos en su ipad le dijo: «Estos son mis dibujos que estoy proyectando en el Castillo». La niña sonrió y abriendo la bolsita que llevaba entre las manos le dijo «Estos son mis juegos» como reconociendo el corazón del niño que había dibujado con las manos del artista.

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