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23 de septiembre 2016

Mariano Schuster

Jefe de redacción de La Vanguardia. Editor en Nueva Sociedad.

EL MILITANTE ANTIGUERRA QUE LUCHA CON CORBYN

Tiempo de lectura: 11 minutos

 

Cuando Tony Blair  lanzó su arsenal de guerra contra Irak, él armó la coalición Stop the War. Cuando los trabajadores sintieron el agua al cuello debido ae las políticas de austeridad conservadoras, él se convirtió en  vocero de la People’s Assembly Against Austerity  (Asamblea del Puelo contra la Austeridad). Su nombre es John Rees y es, hoy, una de las voces más autorizadas de la izquierda británica. Para algunos se trata de un radical cuya historia estuvo atravesada por su militancia en el Socialist Workers Party, perteneciente a la izquierda post-trotskista. Para otros – entre ellos para el autor de esta entrevista – es uno de los más fieles exponentes de la nueva sensibilidad popular contestataria en combate a las políticas de austeridad.

John Rees es un todoterreno: entre sus libros se destaca la Historia popular de Londres y La Revolución de los Levellers. El veterano de la antiguerra no descansa y brinda una entrevista a Panamá Revista analizando el fenomeno de Corbyn, con quien mantiene una amistad personal y un profundo compañerismo político desde hace décadas.

Antiguo colega de Tony Benn, Rees ve en este nuevo proceso la posibilidad de una movilización social hacia la izquierda. Aunque el sector de la derecha del Partido Laborista, que hoy lleva como candidato a líder a Owen Smith, afirma que Corbyn nunca podría ganar una elección a Primer Ministro, Rees opina de manera muy diferente.

De lo que se trata, dice, es de recuperar la centralidad de la lucha social. Sobre la batalla que tendrá resultados hoy, sobre el Partido Laborista y sobre la izquierda británica habla en esta entrevista.

La derecha laborista es más leal al establishment que al Partido.

John Rees
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John, has sido militante de la izquierda durante buena parte de tu vida. ¿Imaginaste alguna vez que podía suceder que dentro del Partido Laborista resultara electo alguien como Jeremy Corbyn?

Ciertamente no es algo que uno se hubiese imaginado hace algún tiempo. Y, de hecho, ni siquiera Jeremy lo pensaba. Puedo decirte que incluso él no creía que conseguiría los avales para acceder a la candidatura el año pasado. Fue, de hecho, una absoluta sorpresa que solo fue posible porque las reglas del Partido Laborista fueron modificadas y la ciudadanía pudo registrarse por 3 libras para votar en la elección interna. Mucha gente que nunca formó parte del Partido Laborista, pero que si participaba de movimientos como Stop the War u organizaciones de lucha contra los recortes y la austeridad promovida por el Partido Conservador, se afilió al Partido Laborista porque veía en Corbyn a una opción representativa de sus ideas. Esa afluencia modificó, a su vez, las perspectivas de muchos otros que sí formaban parte del Partido Laborista. Esa combinación hizo posible que Jeremy consiguiese el triunfo y se consagrase como líder del Partido Laborista el año pasado. A diferencia de lo que sucedió en los años setenta y principios de los años ochenta con Tony Benn, cuyo crecimiento surgió desde dentro del Partido Laborista; este proceso nació desde los movimientos sociales y se trasladó hacia el Partido Laborista.

Sin embargo, también en los setenta y los ochenta se pueden rastrear fuerzas políticas ingresando en el Partido Laborista. Me refiero particularmente al movimiento social de trabajadores que se manifestaban en las huelgas contra Thatcher y también a organizaciones trotskistas como la Militant Tendency (Tendencia Militante)

Sí, es cierto. Pero el proceso es muy diferente, porque la afiliación al Partido Laborista había descendido, en aquellos años, de manera brutal. Además, los mineros que se manifestaban contra Thatcher deben ser comprendidos como parte del Partido Laborista porque, esencialmente, los sindicatos lo son. Es decir, era un proceso político que provenía del interior del Partido. Lo que sucede ahora va de afuera hacia adentro, y solo así se explica el crecimiento de afiliación de 200.000 personas a 600.000.

Buena parte de los apoyos de Corbyn provienen, entonces, de afuera del Labour Party. Si hacemos una identificación de tipo sociológica ¿puede afirmarse que eran votantes frustrados del laborismo?

Probablemente la mayoría fuesen votantes del Partido Laborista aunque algunos de ellos ya habían comenzado a migrar hacia otras opciones políticas. No hay que olvidar que Blair perdió más de 4 millones de votos debido a la Guerra de Irak. Es decir que ese contexto produjo muchos desilusionados del Partido Laborista que comenzaron a volcarse hacia otras opciones como el Partido Verde o la plataforma Respect, de la que yo formé parte. En definitiva, no se puede decir que se trate de un sector antipolítico sino que, por el contrario, es un sector muy activo pero enfrentado a una manera de hacer política propia del establishment. Evidentemente,  no siempre fue así. Es el propio establishment el que generó ese proceso de desilusión.

¿En qué momento perdió su esencia de izquierdas el Partido Laborista? Resulta muy efectivo afirmar que fue con Blair ¿Pero nos olvidamos acaso del derrotero previo iniciado por Neil Kinock en los años ochenta que vino a aplastar las políticas de Tony Benn, cuyo manifiesto electoral de 1983 fue considerado como “la nota de suicidio más larga de la historia”?

Efectivamente fue una derrota del sector de Tony Benn seguida de la derrota de los mineros en huelga. Sin embargo, debo decirte que no comparto una parte de tu pregunta, porque parte de asumir que el Laborismo fue alguna vez un partido socialista, al menos en los términos en los que yo lo comprendo. Y nunca lo fue esencialmente. Se trata, en definitiva, de un partido burgués de trabajadores. Es un partido formado por trabajadores pero cuya dirigencia – y sobre todo su ala derecha – es siempre más leal al establishment que al propio movimiento obrero. Esto es lo que, de hecho, se está probando ahora. Ha sido siempre una formación contradictoria, con balanceos y deslizamientos en la dirigencia. Podemos encontrar a un Blair y a un Corbyn.

La posibilidad de fractura del Partido Laborista parece ahora real. Si eso sucediese, si finalmente fuese imposible mantener unidas a la izquierda y a la derecha partidarias ¿Podría formarse una nueva organización de izquierda nacida de este proceso, partiendo de militantes de fuerzas de apoyo como Momentum y otras similares, dando lugar a una suerte de proceso similar al de Syriza y Podemos con respecto al PASOK y al PSOE, pero nacido del propio interior de un partido socialdemócrata?

Esa es ciertamente una posibilidad. Para entender al Partido Laborista debemos internalizar esencialmente dos cuestiones: que la derecha laborista es siempre más leal al establishment que al Partido – es decir que prefiere perder que ganar con la izquierda-, mientras que la izquierda laborista siempre es más leal a la unidad del partido que a combatir a la derecha. Esto es lo que sucede ahora, y es lo que Jeremy está planteando: que volverá a tender la mano a la derecha partidaria para conversar y discutir. Y esa política, creo, es una locura. La razón de ello es que ambas corrientes del Partido tienen un único punto fundamental en común: la concepción electoralista. Yo desearía que hubiese un partido socialista realmente genuino con el apoyo del movimiento obrero y de masas, que apoyase toda organización masiva, toda huelga y que viera cada uno de los campos de batalla y no solo el electoral. No desmerezco ni infravaloro la política electoral pero el problema es dónde se pone el peso. Para el Partido Laborista – incluso para la izquierda del partido – las elecciones vienen primero, y las protestas y las luchas vienen después. Para nosotros, las huelgas y las luchas vienen primero, y las elecciones son necesarias pero como subsidiarias de ese proceso de lucha. Eso es lo que va a determinar el resultado de todo este proceso. La fractura solo puede producirse si la derecha es tan ambiciosa que fuerza esa ruptura. Dudo mucho que alguien en la izquierda lidere una ruptura, por ese nivel de lealtad al partido.

Históricamente la izquierda fue reacia a irse. Incluso Tony Benn…

Sí, yo colaboré muchos años con Benn y en él podía verse muy claramente esa lealtad a la estructura partidaria. Aunque simpatizaba con muchos de quienes formábamos parte de la izquierda revolucionaria y entablaba relación con sectores no laboristas, siempre mantuvo la lealtad al partido.

La derecha partidaria se refiere de manera constante a la infiltración trotskista. ¿Hay algo de cierto en ello?

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Creo que habría que analizar bien que es el entrismo, porque  cuando Trotsky articuló la esa idea lo hizo para unas situaciones específicas y estaba pensada para tener un carácter breve. No existía ni remotamente la visión de que podía transformarse un partido socialdemócrata en una organización de tipo radical o revolucionaria. Por eso la idea de entrismo de la Tendencia Militante (grupo que llegó a cogobernar el Concejo Municipal de Liverpool con el Partido Laborista en los años ochenta) según la cual ellos podrían estar en el Laborismo década tras década hasta controlarlo todo, se alejaba mucho del planteo de Trotsky. Y hay un punto en el que era una política deshonesta. Porque era un partido dentro de otro partido. A mí, claramente, nunca me ha entusiasmado esa forma política. Sin embargo, ahora la situación es muy diferente. Cuando se habla de entrismo trotskista en el Partido Laborista se está mintiendo. Hoy no existe ninguna organización trotskista mínimamente considerable que esté actuando al interior del Partido Laborista. Mi organización, Counterfire, no está en el Partido Laborista. Ni el Socialist Workers Party (Partido Socialista de los Trabajadores) ni el Socialist Party (Partido Socialista) ni ninguna otra organización de peso relativamente considerable en el mundo de la izquierda radical, actúa en el Partido Laborista ni está pensando en hacerlo. Las poquísimas organizaciones que hay son muy pequeñas y no tienen peso específico. Sin embargo, y a pesar de que todo esto es fácilmente constatable, lo que la derecha laborista está haciendo es infundir el temor al “peligro rojo” sin ninguna base real para sostenerlo. La plataforma Momentum, que se nuclea alrededor de Corbyn, no forma parte, de ninguna manera, de la izquierda radical en el sentido en el que ellos consideran a las formaciones trotskistas.

¿Y qué es exactamente Momentum, la plataforma que rodea el apoyo a Corbyn como líder del Partido?

En principio, diré lo que no es. No es un movimiento social, porque por definición, un movimiento social es una estructura multipartidaria que convoca a organizaciones diversas. Si observas, por ejemplo, el movimiento antiguerra Stop the war, encontrás distintas organizaciones unidas en la defensa de una idea común: gente del Partido Verde, gente de la izquierda radical, gente de los sindicatos, organizaciones religiosas, ciudadanos sin partido y un largo etcétera. Momentum no es eso: es una estructura bajo el control del Partido Laborista que funciona, fundamentalmente, como una fracción que se moviliza para las elecciones internas sosteniendo a Jeremy. La cantidad de gente que hoy está llamando afiliados, que está abocada al trabajo diario en la campaña, no es gente que haga permanente lo mismo para una huelga, para una protesta o una manifestación. Esto no es algo necesariamente negativo. Solo indica que se trata de un grupo interno del Partido Laborista.

Corbyn representa a quienes están hartos de las políticas de austeridad y de la forma establecida y burocrática de ejercer el poder.

John Rees
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Corbyn aparece como un personaje de la socialdemocracia pero capaz de tender la mano a la izquierda radical. ¿La estructura puede limitarlo?

Creo que es interesante pensar en eso. Porque ese acercamiento es real e histórico en Jeremy pero no en todo el movimiento del laborismo que lo rodea. Corbyn ciertamente ha apoyado las luchas sociales, se involucró en Stop the War y fue orador en las manifestaciones de People´s Assambly Against Austerity. Siempre tuvo una permanente conexión con las bases y siempre estuvo dispuesto a estar ahí donde era necesario defender una lucha. Pero, claramente, desde que se convirtió en líder del Partido Laborista quedó estructuralmente en una posición diferente. Jeremy sigue teniendo esas políticas pero su estructura no.

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¿Cómo definirías a Corbyn? ¿Cómo un socialdemócrata que ve en las reformas avances posibles al interior del capitalismo o como un socialista que preconiza, por el contrario, un reformismo superador del sistema?

Creo que Jeremy piensa ambas cosas. Yo argumentaría que no son compatibles pero, como sabes, hay una larga tradición de reformismo de izquierda que cree que sí. Tony Benn lo creía, Jeremy también. Trabajan muy cerca de la izquierda radical o de la izquierda revolucionaria, cerca de los movimientos de masas, pero también creen que es posible compatibilizarlo con un reformismo al interior del sistema.

En el Partido Laborista acusaron a Corbyn de no haber hecho una campaña decididamente a favor de la permanencia en la Unión Europea. A algunos, lo que nos extrañaba – pero claramente viéndolo desde lejos – es que hubiese estado con el Remain cuando históricamente el ala izquierda del Partido (y en otras épocas incluso el grueso del partido) fue tradicionalmente euroescéptica.

Creo que durante toda su carrera política, Jeremy tuvo una mirada crítica de la Unión Europea. Esa era la posición de Tony Benn y Jeremy pertenecía a esa tendencia, que fue, hay que reconocerlo, importante al interior del laborismo. Él aceptó, finalmente, apoyar la decisión de la permanencia que era muy mayoritaria en el partido, frente a otras opciones de izquierda que planteaban el Lexit, es decir, la salida pero desde posiciones de izquierda. Ahora bien: visto ahora, creo que habiendo tomado esa decisión, luego hizo las cosas bien. Apoyó la permanencia sin mostrarse de manera decisivamente activa en la campaña y eso evitó que se apegara a las posiciones del Partido Conservador y, sobre todo, no estableció una disputa frontal con un electorado laborista que en muchísimas ciudades se volcó por el Brexit. Incluso, si lo vemos ahora tras la votación, está en una muy buena posición porque puede manifestar su vocación de establecer un Brexit progresista contra el Brexit reaccionario que plantean los tories. Es decir, la forma de salida que el puede plantear ahora puede marcar la diferencia con los eurófobos y los reaccionarios.

Ganar la elección a Primer Ministro no es lo más difícil. Lo más complejo es que venza a la derecha laborista y pueda llegar a la elección general.

John Rees
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Como militante de izquierda ¿Vivís este proceso como una lucha interna en el laborismo o crees que lo superará de manera indudable?

Creo principalmente que en este momento la disputa está muy centrada en el Partido Laborista pero que puede trascenderlo con mayor claridad. Por un lado, toda esta campaña, la elección de Jeremy y lo que puede venir, ha logrado masificar las ideas generales del socialismo. Por muchísimo tiempo, estas ideas no tuvieron lugar alguno en el debate político. A esto hay que sumarle el hecho de que mucha gente se definió políticamente. Lo hizo en el laborismo, porque en este contexto los partidos son muy importantes. Pero hay que entender que esa gente no creció dentro del laborismo sino que proviene de movimientos sociales, de manifestaciones, o simplemente sufre las políticas de austeridad y quiere políticas honestas. Por lo tanto, no es gente que aceptará un cambio hacia la política del sistema. Ellos ven en Corbyn y en el movimiento creado a su alrededor, la fuerza de la honestidad y la política decente. De alguna manera están en el Partido Laborista, pero no pertenecen al Partido Laborista. Mucha gente lo dice explícitamente: Si Corbyn pierde o se va, yo me voy.  Eso parece indicar que esa gente no está por el reformismo tenue ni por aceptar el juego político del establishment tal como se lo conoce. Eso muestra una nueva generación que se incorpora y se involucra pero que, si la experiencia no funciona, no quedará atada a una organización. Así que quizás eso genere un cambio y la izquierda laborista tradicional lo tenga profundamente en cuenta. Pero todavía es muy temprano para saber qué sucederá.

Parece seguro que hoy Corbyn triunfará en la elección interna del Partido Laborista. Pero sus adversarios, y Owen Smith ha hecho campaña con este planteo, sostienen que no podría ganar una elección a Primer Ministro. ¿Crees que eso es cierto?

Creo que ganar la elección a Primer Ministro no es lo más difícil. Lo más complejo es llegar a la elección general. Según lo muestran innumerables mediciones, la clase trabajadora británica nunca se ha movido demasiado de la idea del consenso del Estado de Bienestar. Quiere la NHS – el servicio nacional de salud – y no quiere privatizaciones, quiere a los sindicatos y no quiere desigualdad. En ese sentido está muy cerca de las ideas de Corbyn en diversos aspectos. Por lo que creo que sí tiene chances de ganar a una elección general. Ahora bien ¿tiene chances de llegar a ellas? Para 2020 – el año en que se celebrarán las elecciones – hay tiempo. Pero su batalla más difícil es vencer a la derecha laborista para poder llegar a ellas. Por lo que aunque promueva una serie de políticas con las que concuerde buena parte de la población, no serán escuchadas si no logra vencer primero a la derecha de su partido.

Imaginemos que todo eso sucede. Que Corbyn gana hoy, que luego vence a la derecha laborista y que finalmente consigue ser electo como Primer Ministro. ¿Que sucede con el programa?

Por ahora, a todo lo que debe dedicarse a enfrentar ahora es a la derecha laborista y a los medios hostiles. De vencerla, vendrá lo otro: el programa para realizar las reformas. Y allí entra todo: los bancos, las corporaciones, la policía, el servicio civil. Entonces, se establecerá claramente que es lo que puede hacer un partido parlamentario. En ese contexto se entrará en un momento más decisivo de lucha de clases. Y es por ello que muchos estamos insistiendo en seguir apoyando a Jeremy pero, al mismo tiempo, poner el énfasis en la organización de clase, en la movilización, en las protestas, en los sindicatos.  Es desde allí desde donde se ganan las batallas y no simplemente con los diputados en el Parlamento.

 

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