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EL MODELO PACÍFICO

Tiempo de lectura: 6 minutos

En el presente post nos abocaremos a indagar qué sucedió y qué efectos tuvieron los tratados comerciales bilaterales asimétricos firmados por los países de la Alianza del Pacífico con economías desarrolladas durante la última década y media. La idea es indagar un poco más en el formato de inserción comercial global elegido por esas economías, entre nos: el “modelo Pacífico”.

Nos mueven dos objetivos principales, por un lado identificar tendencias que podrían verse replicadas en el marco del TPP –en la medida que éste, de crearse, supone el mayor y más asimétrico tratado regional, como remarcábamos en este post– mientras que por otro lado podría servir para evaluar diferentes opciones comerciales para el MERCOSUR tanto ante una posible flexibilización de las reglas del mismo como bajo el ya conocido formato 4+1.

Desde el estancamiento de la Ronda de Doha a principios de los años 2000 -proceso confirmado por los muy pobres avances alcanzados en las Conferencias Ministeriales de Bali (2013) y de Nairobi (2015)- los países desarrollados comenzaron a dedicar muchos más esfuerzos a la firma de compromisos comerciales bilaterales que a las negociaciones multilaterales como las de la OMC. Fruto de la tendencia a la bilateralización de los acuerdos comerciales de los países desarrollados, más del 85% de los tratados de ese tipo firmados por Estados Unidos, la Unión Europea y Japón entraron en vigor en los últimos 15 años (aquí un lindo mapping actualizado de tratados comerciales a escala global: cortesía de la OMC). Una característica distintiva de estos tratados comerciales es que en su gran mayoría se basan en vínculos asimétricos, es decir, que hay una diferencia de 40 veces o más entre los PBI de los firmantes.

Los integrantes de la Alianza del Pacífico se encuentran entre aquellas economías emergentes que más tratados comerciales han firmado con economías desarrolladas, es decir, que más tratados comerciales asimétricos han firmado. Esa estrategia de inserción económica no es algo exclusivo de estos países, también fueron acompañados por algunos países africanos entre los que se cuentan Marruecos, Argelia, Egipto y Sudáfrica quienes desde el año 2000 avanzaron en la firma de tratados comerciales con economías mucho más competitivas y desarrolladas, por caso: Estados Unidos y la Unión Europea.

Los tratados comerciales –sean tratados de libre comercio, de cooperación, de asociación estratégica o de complementación- no son, a priori, instrumentos negativos. Se trata de plataformas regidas por el derecho internacional público que crean incentivos -positivos y negativos- para generar –o limitar- ciertas clases de vínculos entre los agentes económicos de dos o más estados.

el modelo Pacífico

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Para indagar en el perfil de inserción comercial de los países de la Alianza del Pacífico seleccionamos los acuerdos firmados entre Chile-EEUU (2004), Chile-UE (2005) y Chile-Japón (2007); Colombia-EEUU (2012), México-EEUU (1994), México-UE (2000) y México-Japón (2005) y Perú-EEUU (2009).

Entre las ocho plataformas comerciales sólo una (México-EEUU) resultó en una mejora de la balanza comercial bilateral para la economía emergente. En las otras siete la fecha de entrada en vigor del tratado comercial dio inicio a un descenso del superávit o aumento del déficit de la economía más pequeña. Lo que significa que la tendencia al aumento de las ventas de la economía desarrollada fue mucho mayor que la de la economía emergente, que en algunos casos incluso tendió al descenso.

La constitución de plataformas comerciales asimétricas por parte de los países de la Alianza del Pacífico evidenció una mayor elasticidad-precio de las exportaciones de las economías desarrolladas que de las economías emergentes, con el consabido beneficio en términos de divisas, nivel de ocupación y escala productiva para las primeras efecto de esta tendencia.

Balanza comercial

De la muestra seleccionada el caso Colombia-EEUU evidenció el peor desempeño de las economías del modelo Pacífico. El país latinoamericano vio descender en más de u$d 10.000 millones su balanza comercial bilateral desde la entrada en vigor del tratado, siendo que al momento de la firma del mismo esta economía tenía superávit con los Estados Unidos.

Balanza comercial EU

En los casos de las plataformas entre Chile-UE, Chile-Japón y Colombia-EEUU ni siquiera se reportó un aumento de las exportaciones –aunque fuese menor- de las economías emergentes hacia sus socios desarrollados. Por el contrario, la entrada en vigor del respectivo acuerdo comercial marcó el inicio de un descenso de las exportaciones de las economías emergentes a sus socios desarrollados. Lo que significó que –paradójicamente- desde la creación de las plataformas comerciales mencionadas Chile y Colombia le vendieron cada vez menos productos y servicios a sus socios: la UE, Japón y EEUU.

comercio bilateral

Otro rasgo adoptado por los perfiles comerciales de las economías emergentes aquí analizadas–salvo excepciones como el del binomio México-EEUU, aunque en este caso se derivó en una profundización del modelo de la maquila– ha sido la creciente commoditización de sus canastas exportadoras. Esto significa que los tratados comerciales asimétricos no sólo afectaron el volumen de exportaciones, sino que además degradaron la sofisticación de los productos y servicios que vendían al mundo. Por ejemplo, en el 2015 el 75% de las exportaciones de Chile, el 78% de las exportaciones de Colombia y el 81% de las exportaciones de Perú fueron commodities y productos primarios.

Al ser las commodities bienes y servicios con muy bajo nivel de diferenciación o especialización y cuyo precio se determina en el mercado internacional sin importar quién los produce ni en dónde son producidos proporcionan rentabilidades y salarios bajos. Esto nos lleva al análisis del costado social de la instalación de las plataformas comerciales asimétricas.

los tratados comerciales asimétricos no sólo afectaron el volumen de exportaciones, sino que además degradaron la sofisticación

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A decir verdad, es mucho más difícil no sólo evaluar sino establecer relaciones de causalidad entre ciertos procesos o indicadores sociales y la firma de tratados comerciales asimétricos. No obstante podemos fácilmente constatar que el establecimiento de plataformas comerciales asimétricas no ha impedido que la migración neta -la cantidad de personas que dejaron el país- en México desde 1994 según el Banco Mundial haya sido de 5,6 millones de personas y en Perú desde 2009 de 290.000 personas. Estas plataformas comerciales asimétricas tampoco han ayudado a que mejore de forma significativa el índice GINI de países particularmente desiguales como Chile, Colombia, México durante el último decenio o que aumente el nivel de ingresos del decil más pobre de la población de Perú en el mismo período.

Seguramente los tratados comerciales asimétricos hayan colaborado para aumentar exponencialmente las Inversiones Extranjeras Directas (IED) en los países de la Alianza del Pacífico, sumados a los tratados bilaterales de inversión. Cabría preguntarse de qué sirven abultados índices de IED cuando éstas van hacia sectores primarios o maquiladores, comoditizando y haciendo aún más vulnerables a shocks externos a economías poco sofisticadas. Por ejemplo, según la UNCTAD el 75% de la IED que ingresó a Chile en el año 2011 –último año con datos disponibles por sector económico- correspondió a solamente a dos rubros: minería y finanzas.

Como afirma Wallerstein, la economía-mundo no ha sido nunca algo dado y menos aún una constante, siempre fue una creación regularmente reelaborada y ajustada por las dinámicas de poder, lo que significa que tanto en economía como en relaciones internacionales hay bastante menos determinismo del que muchos pregonan. Cualquier acuerdo a nivel internacional implica una reducción del espacio de maniobra de aquellas economías que los suscriben; cristalizar marcos regulatorios comerciales que encorseten las herramientas de políticas públicas para el desarrollo en nombre de principios como el librecambio no sólo resulta anticuado, sino que además es muy peligroso.

El aumento y sofisticación del aparato productivo y de las exportaciones –es decir su escalabilidad- es un objetivo deseable por cualquier sociedad, la respuesta ante las plataformas comerciales asimétricas no es el aislamiento, sin embargo pareciera que tampoco debe ser seguir por default el “modelo Pacífico”, menos aún en un contexto en el cual las economías más importantes del mundo están en un proceso de avance del proteccionismo.

Cualquier acuerdo a nivel internacional implica una reducción del espacio de maniobra de aquellas economías que los suscriben

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Está demostrado que más y mejores exportaciones generan más y mejor trabajo; así como también que el grado de sofisticación exportadora de una economía es un claro indicador del nivel de desarrollo y el potencial de crecimiento económico de un país. Todo ecosistema económico precisa en algún momento crecer hacia afuera. Ganar nuevos mercados para los productos y servicios nacionales –y regionales- requiere acciones certeras basadas en análisis minuciosos, básicamente: conocimiento, profesionalismo y astucia.

Tener presente la experiencia resultante del “modelo Pacífico” puede ayudarnos a definir mejor nuestras prioridades y objetivos en materia de negociaciones comerciales internacionales pero sin caer en ninguno de los dos fundamentalismos: ni la firma irreflexiva de lo primero que nos ponen en frente ni el rechazo automático de cualquier mesa de negociación.

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