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EL SÍNDROME ALFONSÍN

Tiempo de lectura: 3 minutos

Parados frente al espejo de la historia, ambos somatizan. A unos les falta Ubaldini, a otros les falta Alfonsín. Pese a que los dos carecen de dirigentes que les permita estar a la altura de la circunstancia histórica que viven. Se miran en el espejo de la historia y se comparan. Parecen no querer hacerse cargo.

La CGT peca de precavida. Sabe que el fantasma de los trece paros generales que la CGT conducida por Saúl Ubaldini sobrevuela la central obrera. Los radicales, hoy en Cambiemos, incapaces casi siempre de culminar un mandato, ven el fantasma de Alfonsín pulular por los pasillos de la plaza de Mayo.

Así surge el síndrome Alfonsín que hoy domina a la política argentina. Unos no quieren ser nuevamente sindicados como los responsables de la salida anticipada de un gobierno no peronista. Los otros, los que gobiernan, grogui y sin reflejos, apenas atinan a levantar la guardia esperando un impacto que quizá nunca llegue.

A unos les falta Ubaldini, a otros les falta Alfonsín

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La CGT se encamina esta semana a convocar a un nuevo paro general en contra de las políticas económicas del Gobierno de Mauricio Macri. Será el tercero, pero en rigor será el primero que cuente con una legitimidad más allá de las bases del sindicalismo opositor.

Antes de la convocatoria la CGT, de manera orgánica, cumple con su ritual. Se reúne con sectores de la Iglesia, con referentes del Partido Justicialista y cruza llamados con Gobernadores y empresarios. Fuera de esa orgánica Hugo y Pablo Moyano junto a los Movimientos Sociales preparan un terreno fértil para que la medida de fuerza brote sin obstáculos.

El subsuelo de la Patria marcha, se moviliza, reclama, exige, sufre, pero aún no se subleva. El trabajo cruje, los vasos capilares de la sociedad empiezan a romperse, la cadena de pago comienza a debilitarse, las fábricas continúan cerrando y los despidos vuelven a ser la sombra con la que tiene que convivir el trabajador. Pero el subsuelo de la patria no está sublevado.

En ese contexto la CGT no quiere volver a ser señalada como aquella parte del peronismo que “no deja gobernar”. El pensamiento es compartido por el denominado “peronismo moderado o racional”. “Vos dales las llaves, que manejen, que gobiernen. La van chocar porque son despiadados”, repetía en los pasillos del Congreso uno de los hombres más importantes del justicialismo en los primeros días del Gobierno de Cambiemos. Hoy se jacta de haber tenido razón.

El subsuelo de la Patria marcha, se moviliza, reclama, exige, sufre, pero aún no se subleva

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La encrucijada de la CGT y su lucha intestina contra el síndrome Alfonsín agrava los debates internos. En el marco de una central obrera que va a definir nuevas autoridades el próximo 22 de agosto lo que realmente está en juego es cuál será el rumbo y le perfil del sindicalismo argentino, con peso propio, desde agosto hasta que culmine el Gobierno de Cambiemos.

¿Y después del paro general qué?, es la pregunta obligada. Los Caballeros de la Quema, la banda que catapultó a Iván Noble, respondió el interrogante hace más de dos décadas: “Después del agua, más agua, porque este charco no tiene fondo”, cantaban.

Somos alfonsin Duhalde

Está claro para todos dentro del histórico edificio de Azopardo. Después de un paro vendrá otro paro porque el Gobierno no cambiará sus políticas. Las tarifas seguirán aumentado. El dólar y la nafta también. Los salarios seguirán siendo discutidos a la baja y el consumo por el camino del descenso directo.  No habrá cambio de plan, entonces habrá más paro.

¿Y después del paro general qué?, es la pregunta obligada

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Desde la CGT dicen jugar con los tiempos. El currículum de los “Gordos” y de los “independientes” juega en contra de su propia credibilidad. Lo cierto es que durante los primeros dos años de gobierno de Mauricio Macri la CGT veía, con razón, que no estaban dadas las condiciones para lanzar un plan de lucha duro que culminara con una seguidilla de paros generales. De hecho, a los sindicalistas más importantes les costó garantizar el primer paro general, el único con alto acatamiento hasta ahora.

La mayoría de los dirigentes creen que esa situación ha cambiado. Que el debate sobre las tarifas y el regreso del FMI a vigilar la economía Argentina han modificado sustancialmente el humor social. Sin embargo, ahí están, Gordos e Independientes, luchando con el síndrome Alfonsín. Claro, les falta un Ubaldini.

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Comentarios

  1. Matias

    el 04/06/2018

    El análisis de la situación es que no estan o estaban dada las circunstancias? Que no quieren quedar como los malos? Entonces la CGT no es un actor? No tiene interés propios? Los sindicatos no son actores en la construccion de subjetividad, consensos y proyectos?
    Lo único que falta es que argumenten que le gente ve mucho tn entonces no quieren parar!
    Se les pasó diciembre? Cuánta pobreza argumentativa.

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