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12 de noviembre 2019

Esteban De Gori

EVO NO ESTÁ SOLO

Tiempo de lectura: 6 minutos

Un Evo Morales renunció a la presidencia. Esa imagen del cocalero frente a las cámaras de TV, con su camisa blanca, retornaba. Pedía, de manera agónica, por los suyos, que no los maltratasen. Su renuncia, de esta manera, no venía a cerrar el conflicto sino a transformarse en el punto de partida de una revancha política en su contra. Los resortes del Estado se evaporaron ante la decisión de la Policía de sustraer colaboración y provocar un vacío de poder. Caído el orden, se daba rienda suelta a los odios políticos.

Evo es un hombre del Chapare que un día llegó al Palacio. Esa es su marca. No tiene la marca de la creación estatal, sino todo lo contrario. Puede vivir sin Estado. De hecho, se hizo fuerte cuando lo enfrentó. Su gimnasia cocalera se articuló en su lucha contra gobiernos anteriores que habían demostrado un paupérrimo rendimiento económico y una desigualdad inaudita. Siempre tuvo un conocimiento profundo de las mareas de la sociedad boliviana, de sus posibilidades y de sus límites. Ese saber lo persiguió desde el primer momento que pisó la arena política.

No tiene la marca de la creación estatal, sino todo lo contrario. Puede vivir sin Estado. De hecho, se hizo fuerte cuando lo enfrentó

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Por ello, desde el inicio de su gobierno en 2006, había construido apoyos muy importantes entre algunos actores sociales, como el Ejército y los sindicatos. La nacionalización de los hidrocarburos, la construcción del orden y el bienestar económico habían sido claves para la adhesión y la estabilidad, pero todo ello se fue desarticulando en los últimos años. Las obras, la movilidad social de millones de personas y la modernización de Bolivia no alcanzaron para morigerar las desconfianzas e intereses de diversas corporaciones. La política, a veces, es cruel. Y una pregunta que su vice, García Linera, se cansó de articular en diversos foros durante estos años: ¿qué pasa con aquellos que “ascienden” socialmente? La tensión interna en El Alto, su bastión en La Paz, da cuenta de ello. Producir la mejora de una sociedad que en su ciclo ascendente se vuelve, en muchos sectores, más desconocida, más inaccesible.

Las fuerzas armadas, la policía, la Confederación Obrera Boliviana, las entidades empresariales y la iglesia le habían exigido un paso al costado para que la crisis no aumente. La presión militar y policial fueron claves para golpear el mandato constitucional de Evo Morales. Lo dejaron sin orden, sin cuidado, ni garantías. A su renuncia se sumó la de toda la línea sucesoria. Lo hicieron el vicepresidente Álvaro García Linera y Adriana Salvatierra, la presidenta del Senado.

Las protestas lideradas por los opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho habían logrado, conjuntamente con otros dirigentes, reorganizar un malestar político que provenía desde el Referéndum de 2016, el cual no había permitido una nueva relección de Evo Morales y que a posteriori aprobase el Tribunal Constitucional (2017). El oficialismo masista subestimó esta movida, que aunque legal, reactualizaba miradas sobre los límites a los liderazgos. La economía parecía ser una clave de explicación para contener conflictos. Pero el descontento que provocó el desconocimiento del Referéndum por parte del oficialismo fue reorganizando una oposición alicaída, que veía en la imposibilidad de Evo Morales de establecer un sucesor o sucesora competitivos la posibilidad de llegar al poder. El malestar quedó flotando en una sociedad con extensas prácticas de protesta social. Éste se acrecentó con las sospechas que se suscitaron con la interrupción de la transferencia de los datos del sufragio el 20 de octubre de 2019 y con la auditoría vinculante de la OEA que terminó por recomendar que debían realizarse nuevamente las elecciones. Poniendo en duda, así, los resultados que le daban a Evo un triunfo en primera vuelta.  

Las obras, la movilidad social de millones de personas y la modernización de Bolivia no alcanzaron para morigerar las desconfianzas e intereses de diversas corporaciones. La política, a veces, es cruel

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Desde el domingo 20 de octubre Evo Morales no pudo clausurar un conflicto que fue escalando de manera vertiginosa y violenta. Ni siquiera la convocatoria a nuevas elecciones abrió posibilidades de negociación con los opositores. En medio de protestas sociales y de un profundo anti evismo social (y lo que ello representa simbólicamente), el masismo fue obligado a dejar el poder. Evo volvió al Chapare para partir a México.

Catorce años de estabilidad política y de grandes apoyos electorales y sociales no pudieron con una sociedad que se fue transformando de manera significativa los últimos años, con una importante tradición de movilización social y con una división política que se fue fundamentando en los imaginarios liberales que se reactivaron en los últimos tiempos con una fuerza inusitada. Bolivia no es históricamente un país de jefaturas fuertes (como el peronismo o el cardenismo), sino jefes en constante peligro y sometidos a variopintas corporaciones. Solo dos presidentes se mantuvieron, desde 1825, por más años en el poder: Victor Paz Estenssoro, quien sumo más de 12 años en sus diversos mandatos y Evo Morales, que acarició los trece. Ambos tienen en su haber proyectos de integración social, modificaciones o reinterpretaciones de la constitución para la reelección y salidas por derrocamiento y golpe.

A diferencia de los conflictos en Chile y en Ecuador o en la impugnación a la propuesta de Macri, el centro de la escena no lo tomó la economía, sino la política y todas las sensibilidades sociales y culturales que se fueron articulando en Bolivia. Analistas como Sergio Martin-Carrillo o Fernando Molina indicaron la vitalidad económica del gobierno masista y de la fortaleza que le otorgaba más allá de algunas dificultades. Un gobierno exitoso.

Con la renuncia de Evo Morales las protestas sociales asumieron prácticas de persecución y revancha contra funcionarios y dirigentes masistas. Eso puede indicar las trayectorias por venir. La presidenta del Tribunal Electoral fue detenida por su vínculo en el proceso electoral y la casa del Ministro de la Presidencia fue saqueada. Se abre una instancia de vacío político que solo puede reconducir un Parlamento en el que el MAS posee mayorías en ambas cámaras. Este mismo Parlamento debe tratar las renuncias presentadas, entre otros, las de Evo Morales y Álvaro García Linera. Para ello, será necesario garantizar la seguridad en las calles para que los legisladores masistas no sean violentados y violentadas. Evo Morales parte a México, pero no se va con las manos vacías, hay un capital político que mantienen y podrán hacerlo jugar en el futuro. Nada está cerrado.

Solo dos presidentes se mantuvieron, desde 1825, por más años en el poder: Victor Paz Estenssoro, quien sumo más de 12 años en sus diversos mandatos y Evo Morales, que acarició los trece

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Los opositores festejan y apoyarían la asunción de Janine Añez como Presidenta provisoria de Bolivia, quien tiene noventa días para convocar a elecciones. Algún sector de la oposición, inclusive, plantea la proscripción del propio MAS de la próxima contienda electoral.

Luis Fernando Camacho, el “el Macho de Santa Cruz”, quien había dejado este domingo en la casa del gobierno una carta de renuncia para que firme Evo junto con una Biblia y una bandera de Bolivia representa una identidad totalizante y discriminatoria que solo provoca mayores divisiones y enfrentamientos. En esta acefalía y pugna en la calle, es posible que comience a fraguarse una voluntad de resituar viejas jerarquías sociales y de que las corporaciones puedan ejercer mayores “autonomías”.  

Evo Morales y Carlos Mesa no son nuevos en política. Carlos Mesa se transforma en presidente en 2003 luego de la renuncia de Gonzalo Sánchez de Losada provocada por la Guerra del Gas.  Como presidente en 2005, plantea una amnistía a los movimientos sociales que participaron de las protestas sociales de 2003 y se acrecenta mucho más la figura de Evo. Cuando éste se transforma en presidente convoca a Mesa como vocero en la demanda marítima ante La Haya. Hoy una nueva oleada de protestas contrarias al evismo parece congraciarse con Mesa y puede llevarlo a la presidencia.

Evo Morales parte para México. Recuperó aire en el Chapare (donde empezó todo) y logró salir para que la revancha no se extienda injustamente a su persona. El MAS está en la calle y Evo Morales todavía conduce parte del pulso social y legislativo de Bolivia. No está solo, ni en su país, ni en la región, donde Alberto Fernandez, AMLO, Martín Vizcarra y Mario Abdo apoyaron su traslado al país del norte. Su liderazgo condensa memorias de un Estado de bienestar y de gran interpelación a porciones sustantivas del mundo indígena, cocalero y sindical. Cuesta imaginar cómo los próximos gobiernos podrán administrar ese país sin una negociación con lo que queda del MAS.

No está solo, ni en su país, ni en la región, donde Alberto Fernandez, AMLO, Martín Vizcarra y Mario Abdo apoyaron su traslado al país del norte

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La renuncia de Evo Morales tiene puntos comunes a la realizada por Perón en 1955. Evitar un mayor conflicto. No “quemar todas las naves” de la política. Pedir para que nadie sea maltratado. Evitar la sangre y mantenerse a flote en algunos territorios. Fue un golpe de Estado, sin dudas. Con las formas particulares y elementales que tiene cada golpe. Lo dejaron sin capacidad de ejercer una última negociación para la convocatoria de elecciones, las fuerzas armadas y la oposición se cargaron la institucionalidad constitucional. Sacaron el conflicto a la calle vaciando todo ámbito de acuerdo.

Se va Evo Morales. El dirigente cocalero marcado por memorias populares vinculadas a las luchas del Trópico y de los indígenas. Que había zarandeado la lógica de la protesta social en Bolivia, que había establecido una dinámica económica exitosa y una idea de nación atravesada por las otras nacionalidades. Su arte, haber sido un gran armador de este rompecabezas que se desmoronó. Pero la memoria social estará ahí y ella, como la fortuna, lo seguirá acompañando. No está nada dicho sobre el futuro de un hombre que cambió, como nadie, a la sociedad y al Estado bolivianos.

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Comentarios

  1. Ana Lia

    el 20/11/2019

    Apunta ejes de análisis imprescindibles para este presente complejo de América Latina. Bolivia ha sido Vanguardia en la capacidad de construcción de una gobernanza potente y transformadora. García Linera encarna un pensamiento que nos interpela desde una política también transformadora. Y sin embargo con toda esa acumulación de poder no fue suficiente para dirimir esta difícil coyuntura. El artículo marca claves para un debate fructifero

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