28 de Marzo de 2024 •

10:07

Ashburn
53°
algo de nubes
53% humidity
wind: 6m/s SE
H 57 • L 46
58°
Tue
59°
Wed
47°
Thu
53°
Fri
58°
Sat
Weather from OpenWeatherMap
TW IG FB

17 de agosto 2020

Pablo Semán

HAYA PATRIA

Tiempo de lectura: 4 minutos

Los sujetos son lo que hacen, aunque no sepan del todo qué es lo que están haciendo. Una regla válida para sujetos individuales. Una regla válida para sujetos colectivos. Y una regla válida también para el Frente de Todos. El Frente de Todos es lo que hace, aunque no sepa del todo qué es lo que está haciendo. Una enunciación que es pregunta. ¿Qué hace el Frente de Todos desde las PASO que lo llevaron al triunfo y al gobierno?

En el principio fueron el espanto y el llano. Los dirigentes de la futura entidad frentista hicieron propia la advertencia de Bertoldt Brecht y supieron a tiempo que el macrismo, que en su cúpula es Sendero Luminoso en versión “neoliberal”, no iba por uno primero y por otro después para detenerse en algún momento. Pero no es esa la última ratio de la existencia del Frente de Todos. También estuvo presente la intención de construir por agregación lo que no se podía conjugar en un proceso de síntesis. En ese ensamble, conviven deseos emancipatorios, tentativas de neutralizar procesos de deterioro abrupto que dejaron a millones en los límites de la supervivencia, voluntad de contener el anhelo de ser clase media que viven millones de argentinos que saben que esa búsqueda es cada vez más difícil de cumplir.

Un éxit financiero, tributario, físico y político en la tierra que los merezca. Del provinciano espíritu “cornejista” del abandono del país o él “nos vamos a vivir a Uruguay” a la mítica fuga espacial auspiciada por Elon Musk

Compartir:

Y desde el principio, también hay un funcionamiento. Alberto  Fernández lanza una iniciativa. Bullrich, Macri o Fernando Iglesias denuncian el autoritarismo y el error técnico, tensionan el campo político y obligan a que los más dialoguistas de los opositores acentúen sus diferencias con el gobierno. La iniciativa queda un poco más allá del bloqueo, entre el relanzamiento a la baja o la postergación, pero algo queda. La negociación de la deuda es un ejemplo de esa sinuosa forma de avanzar. Una forma en la que para reunir todos los pedazos en un acuerdo es necesario ir y venir una y mil veces con iniciativas, retrocesos y recomienzos, hasta formar una masa crítica entre los fragmentos propios y la orilla ajena. Invitan a uno, se cae otro, invitan a uno que sustituye el que se cae, pero se va el que estaba antes y a buscar otro más hasta que al final la mesa se completa. También son parte de este curso la reforma judicial o la articulación de las estrategias frente a la pandemia. Quienes participan de ese circuito forman parte de una mesa formal o informal en la que se reúne gente que hasta no hace mucho había jurado combatirse hasta la recíproca extinción. Y esos conciliábulos tienen dos papeles. Por un lado viabilizan cursos de acción posibles que no conforman absolutamente a nadie pero son un buen acuerdo para todos. Por otro lado permiten que en el Frente de Todos se realicen, a los ponchazos, las síntesis que no puede realizar en este momento ninguna figura o liderazgo por si sola.

Algunos impugnaron al gobierno en nombre de las tradiciones constitutivas del Frente. Pero convengamos que la realidad es que se ha dado un salto más allá de las disputas de tradiciones peronistas sobre el presente del gobierno. Por izquierda, por derecha, por conveniencia, por gusto, por la correlación de fuerzas, porque es lo que hay, por la dirección del tránsito estamos todos en el centro aunque lo planteemos en nombre de Rosa Luxemburgo. Las cabezas visibles y no tan visibles del Frente de Todos, mucho más que actuar como representantes de esas tradiciones, se posicionan frente a ellas como representantes con un amplio margen de ejecución del mandato que recibieron, constituyeron o invocan entre ellos. Administran un mandato y en esa administración toman licencias porque el objetivo al que responden va más allá de garantizar identidades preexistentes: so pena de afrontar la ruina política se trata de formular un esquema de gobierno en el que todos los grupos, todas las contradicciones, todas las corrientes que constituyen el frente tengan incidencia histórica en programas y políticas que exigen superar esas tradiciones y conflictos previos. Para satisfacer a un electorado que es dinámico, que ya no es el mismo de hace un año y al que habrá que convocar el año que viene.

Por izquierda, por derecha, por conveniencia, por gusto, por la correlación de fuerzas, porque es lo que hay, por la dirección del tránsito estamos todos en el centro aunque lo planteemos en nombre de Rosa Luxemburgo

Compartir:

Pero para una situación que era gravísima incluso antes de la pandemia está claro que aún con este esfuerzo insuficientemente valorado sin el Frente de Todos no se puede, pero con el Frente de Todos no alcanza. Es vital que a ese circuito lento, de resultados borrosos para el público ávido de definiciones nítidas, se hayan vinculado, al mismo tiempo, fragmentos de la dirigencia opositora o de las representaciones sociales que recelan de las tradiciones políticas que el Frente de Todos, pese a todas sus diferencias y superaciones, no puede dejar de encarnar. En el mismo gesto en que el Frente de Todos antepuso el movimiento a los candidatos intenta poner la patria antes que el movimiento. Ya casi no quedan comités centrales de la nada pidiéndole al gobierno que no sea tibio. El escenario político real está constituido sobre otros ejes: el de las demandas heterogéneas del 80% de la sociedad que en sus diversos fragmentos reclama urgente alivio.

Este es quizás el mejor conjuro contra dos peligros que se ciernen en el horizonte. Albert Hirschman, economista político olvidado o desconocido por las jóvenes generaciones, decía que en las organizaciones sociales los grupos que las componen tienen las opciones de la lealtad, la voz y la salida: asumirlo todo, mantenerse adentro pero protestar o, finalmente, irse. La teoría y la práctica de la extrema derecha contemporánea es en el fondo el “exit”. Un éxit de todo y con todo. Un éxit financiero, tributario, físico y político en la tierra que los merezca. Del provinciano espíritu “cornejista” del abandono del país o él “nos vamos a vivir a Uruguay” a la mítica fuga espacial auspiciada por Elon Musk. La exclusión y el exterminio de los pobres exigen un debate democrático al que no quisieran destinarle energías. Pero las utopías sirven para caminar así que la aspiración extremista acepta, por ahora, demorarse en la estación intermedia que tiene a las elecciones como un curso posible para el triunfo absoluto del mercado. Así que mientras preparan las valijas también palpitan el desborde de la democracia activando “la llama que en calidad de pneuma (espíritu) profético”, el carisma que “en forma de impetuoso fuego” atraviese comunidades enteras y permita la fusión transitoria de nuevas generaciones cada vez más frustradas y elites antipolíticas que crecen en todo el mundo. ¿No los veis sobre México y Quito arrojarse con saña tenaz? ¿Y cuál lloran, bañados en sangre Potosí, Cochabamba, y La Paz?

Dejanos tu comentario

Comentarios

  1. Horacio LEONARDO

    el 18/08/2020

    Muy bueno, Pablo.
    Habria que considerar, entre los Reclamos, de los Protestantes, el MANOSEO de los Aumentos Jubilatorios, injustamente coartados por el Gobierno.

Bancate este proyecto¡Ayudanos con tu aporte!

SUSCRIBIRME