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LOS BARRIOS EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS Y AISLAMIENTO

Tiempo de lectura: 6 minutos

Todavía estamos en pleno proceso de este caos inédito en la historia de la humanidad posmoderna. He leído por ahí (seguramente en un hilo de twitter) que esto es comparable a lo vivido en alguna de las guerras mundiales. No. Esto no es una guerra mundial. Todos lo llaman “enemigo invisible”. El coronavirus, en tal caso, es un guerrillero loco con machete que salió de lo más profundo de China y fue tomando Asia, cruzó Europa hasta el punto casi de hacerla capitular y fue por el gigante estadounidense. Va por todos. Se metió cual topo, le hizo un lindo lío como hace rato no tenían y como variable a tener en cuenta de lo que enumeramos al principio, llegó a América del Sur, y entró al país por Ezeiza. Seguro que por culpa de alguno de first class. Y sí, a veces así vemos y caracterizamos a esta pandemia quienes vivimos en barrios más alejados del centro de la ciudad: a este chobi los trajeron los chetos.

Este texto lo desarrollaré con y por  las impresiones que me dan mis compañeros, vecinos, familias y amigos; y se trata de lo que veo a mi alrededor. ¿El método?  Grupos de wasap, redes sociales, audios de voz, llamados de teléfono y algunas escapaditas a la calle en busca de recursos alimenticios y alcohol. Recordando que este escriba está en aislamiento ya no recuerdo hace cuánto, y por lo tanto, dejo acá inaugurado mi paradigma de la investigación social. Observación participante desde la pieza de mi casa. Masticala, Malinowski.

Del primer caso de coronavirus (COVID-19) confirmado en el país hasta el momento que se escriben estas líneas han pasado más de veinte días. En el medio de este caos inaudito se han decretado varias medidas gubernamentales desde lo sanitario, social, económico y laboral. Todas medidas extremas pero necesarias para poder salir lo menos diezmados de la pandemia. Pero si hay algo que nos va a quedar marcado a fuego en la retina, y que contaremos durante toda nuestra vida, es el momento donde nos mandaron a guardarnos en nuestras casas. Cuarentena obligatoria. Aislamiento y distancia social. Nueva semántica que aprendimos para nuestro vocabulario y acción social que algunos aprendemos sobre la marcha. Somos la generación que se tuvo que refugiar para salvar a la humanidad.

Y digo “acción social”, y digo “sobre la marcha” porque algunos retratos de la vida cotidiana en esta época de aislamiento nos demuestran que no todos le dan la importancia debida a esta pandemia veloz que te come cual pac man. Hemos visto y nos hemos enterados de un montón de casos de personas que se creen inmunes a este virus de una manera a veces tan tragicómica que no queda otra que creer que piensan que “el virus no existe, está en tu mente”, o algo así. Pero existe. Y es muy contagioso y también letal. Para muestra basta un botón o un globo terráqueo.

Somos la generación que se tuvo que refugiar para salvar a la humanidad

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Pero a pesar del confinamiento, del dolor, del temor de muchos, del desasosiego generalizado,  toda situación nos deja algunas historias mínimas para contar. Esto apunto: cada zona geográfica, cada conglomerado, cada sector social vive este encierro a su modo. A su forma. También las formas o las excusas para romper con este aislamiento son distintas. Y en el conurbano profundo se vive este proceso con particularidad. Escribió un queridísimo compañero en su muro de facebook: “la gente de departamento con Netflix, Uber, Rappi, y prepagas no sienten nada con la cuarentena, ya viven así. En el conurbano necesitamos el abrazo de nuestras familias, amigos, amores, compañeros”, dijo y me conquistó.

Pero este texto no pretende hacer una grieta entre los de un lado y del otro de la General Paz. Sí retratar lo que hemos recolectado bajo este riguroso y novedoso método de observación.  Acá no se vio a nadie recomendar libros de Albert Camus para pasar la cuarentena. Mucho menos recetas gourmet. Sobre todo porque cuando salimos a comprar para abastecernos los reyes de la alimentación son los fideos, el arroz y la papa. Y boludos que infringen la cuarentena hay en todos lados y no discrimina ni por edad, sexo, religión ni clase social. Porque si hay algo que estamos aprendiendo o confirmando es que la boludez es transversal. Pero en este caso lo que hay que tener en cuenta son los pequeños detalles y las excusas que algunos utilizan para salir a la calle. El primer quilombito se dio en el inicio del aislamiento que coincidió justo con el día en que se habilitaba la tarjeta Alimentar. Esto generó colas y colas en diferentes mercados sin respetar la distancia, sin medidas de protección ni nada. Cientos de madres con sus niños amuchados por comprar víveres. Fue un verdadero descontrol. Pero ya lo dijimos, el miedo y el hambre pueden más. ¿Cómo cumplir la cuarentena cuando cumplirla de la forma ortodoxamente metropolitana pone en riesgo la vida de tus hijos?

El primer quilombito se dio en el inicio del aislamiento que coincidió justo con el día en que se habilitaba la tarjeta Alimentar. Esto generó colas y colas en diferentes mercados sin respetar la distancia, sin medidas de protección ni nada

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Como siempre pasa en momentos desazón se oyeron  cosas como “por culpa de estas luchonas que salen a comprar comida nos vamos a morir todos” o “estos negros de mierda nos van a contagiar”. Es muy probable que dentro de esa fila de mujeres con su tarjeta haya hijas, vecinas y amigas que llevan un poco de morfi para sus familias y poder pasar estos días. Generalmente este segregacionismo insólito se termina cuando una de las beneficiarias del programa Alimentar invita a tomar mate con bizcochuelo, claramente comprado con el beneficio, a quien desde la vereda de enfrente arremetía contra “negros” y “luchonas”. Ahí todo se iguala y vuelve a la normalidad. 

Voy a poner en contexto geográfico este texto: el conurbano profundo del que hablo son las localidades populosas de González Catán y Virrey del Pino. Al fondo del Partido de La Matanza. Donde, dispersados en barrios como San Pedro, La Foresta, Oro Verde, La Justina, Las nieves y muchos otros más, viven más de medio millón de habitantes en un total de casi 170 kilómetros cuadrados. Y menos de treinta cajeros para toda esta densidad poblacional. Este dato de los cajeros es importante para entender algunas cosas. Sobre todo para entender la realidad que para muchos es ajena.

“Gente amontonada intentando sacar plata en medio de una pandemia”, parecería ser el título que se le dio al ya notorio video. Y en realidad se trata del único Banco Nación de la zona, que cuenta con cuatro cajeros que nunca pero nunca funcionan todos

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Circula un video por redes sociales donde se ve cientos de personas en la fila de un banco. Es la sede del Banco Nación en el centro de Catán. Justo frente a la estación de trenes. “Gente amontonada intentando sacar plata en medio de una pandemia”, parecería ser el título que se le dio al ya notorio video. Y en realidad se trata del único Banco Nación de la zona, que cuenta con cuatro cajeros que nunca pero nunca funcionan todos. Y que el día que se grabó ese videíto fue la jornada donde beneficiarios de la AUH y diferentes planes sociales cobraban el bono de tres mil pesos que otorgó el Gobierno Nacional en las medidas socioeconómicas que anunció hace unas semanas para bajar los índices de pobreza e informalidad. Un banco, dos o tres cajeros, cientos y cientos de personas con necesidad de ese dinero y de alimentos, caos pandémico. Así, en cada uno de los escasos cajeros de la zona.

Estos casos puntuales de desborde de gente en lugares específicos contrastan con algo más generalizado que es el silencio que se oye por las tardes. El conurbano sin ruidos es algo que jamás vi. Extrañar la cotidianidad de cosas que pasaban y no le dábamos importancia es tremendamente raro. El pochoclero amigo con su corneta, las vecinas en las esquinas charlando después de hacer compras, los chicos pescando ranas en las zanjas. Hasta pareciera que los perros también están en cuarentena. O están más tranquilos porque no hay gente en la calle. Acá la naturaleza no se abrió paso y no vimos ciervos ni peces de colores. Hubiese sido divertido.

Con el correr de los días los barrios cambiaron su fisonomía. Se cumple en gran proporción el encierro y las relaciones sociales van mutando. No hay aplausos porque no hay balcones, pero los vecinos se comunican desde los techos. Hablan, gesticulan, ríen, tratan de mantener la felicidad a pesar de todo. Solo quedan algunos fisuras que todavía hacen ranchadas en ciertas esquinas. Los negocios que no son indispensables cerraron. La conciencia le va ganando al caos. Por ahora.

Acá el que no trabaja no come. Nadie tiene la capacidad económica para sostener esta situación mucho tiempo más. Las medidas que el Gobierno está promoviendo son un paliativo

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El ingreso de las fuerzas de seguridad fue más celebrado que repudiado. Trajo un poco de orden y las familias están más tranquilas. Las denuncias de gente y comercios en infracción son moneda corriente. Esto claramente ayudó un poco a mejorar la cuarentena generalizada. La gente es buena, pero si se la vigila es mejor.

No será fácil ganarle a la pandemia. Los barrios, su gente, necesitan moverse. Acá el que no trabaja no come. Nadie tiene la capacidad económica para sostener esta situación mucho tiempo más. Las medidas que el Gobierno está promoviendo son un paliativo. Necesario, pero se necesita más. También sabemos que en esto está en juego la salud y la vida, y la gente de los barrios lo entiende. El cambio de fisonomía así lo demuestra. Hagan Patria y quédense en sus casas.

Foto: Cristian Navarrete

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Comentarios

  1. Solecito

    el 30/03/2020

    Tremenda, hermosa crónica. Vayan a los barrios. Me llegó el vídeo con un audio horendo y mala leche. Esta nota es una respuesta sencilla y luminosa.

  2. La Morocha

    el 30/03/2020

    Excelente panorama de nuesta amada La Matanza (porque así se denomina a nuestro Partido).
    Ojalá este “chobi” nos permita ser más solidarios y empáticos con nuestros humildes hermanos de “los kilometros”. Nadie se salva solo.

  3. veronica suarez

    el 12/06/2020

    mejor dicho imposible!! es el parorama de la matanza, y seguro que se parece a otros como la zona sur y tambien y la zona oeste!!!

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