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02 de enero 2018

(Télam) Emilia Racciatti

LOS DUEÑOS DEL FUTURO

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

A través de un cruce de formas narrativas (crónica, investigación periodística, análisis histórico, entrevistas), Vanoli (Buenos Aires, 1980) y Galliano (Tigre, 1978) logran plasmar los perfiles de Eduardo Costantini (Nordelta), Gerardo Bartolomé (Semillas DonMario), Federico Tomasevich (Puente), Hugo Sigman (Grupo Insud), Marcos Galperín (Mercado Libre), Federico Braun (La Anónima) y Martín Migoya (GlobAnt).

Operan sobre vacíos legales y capitalizan crisis como la de 2001

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A la hora de pensar similitudes entre ellos, Galliano aseguró que “no delinquen, operan sobre vacíos legales y capitalizan crisis”, y destacó que “todos capitalizaron el 2001”.

– Télam: ¿Por qué decidieron hacer un cruce de formas narrativas para hablar de estos empresarios?
– Alejandro Galliano: Si relatás al empresariado argentino solamente desde los datos, terminás en la denuncia pura o en la gacetilla. Si lo contás dentro de la historia social argentina, necesitás otro registro. Estas personas introdujeron algo en la vida cotidiana y en el imaginario de la sociedad, entonces necesitás cambiar el registro y entrar en el análisis cultural. Hay un discurso emprendedorista que dice que el emprendedor es un tipo ingenioso y voluntarioso que triunfa por el brillo de su idea, pero también aprovecha las oportunidades que da la sociedad para abaratar costos y capitalizar crisis, entonces necesitás contar en qué andaba la sociedad en ese momento.
– Hernán Vanoli: Siempre se establece una especie de negociación entre lo que te gustaría leer y lo que se piensa que el lector puede disfrutar, y a nosotros nos gustan este tipo de libros. Pertenecemos a una generación que vio cómo la literatura se transformaba cada vez más en un fenómeno de nicho, la crónica estaba en un proceso de transformación y los dos leíamos muchísimo ensayismo. En el libro hay una mezcla de esas cosas y de alguna manera también está el registro académico, porque los dos venimos de ahí.

– T: En la introducción hay una referencia a “Los dueños de la Argentina”, el libro de Luis Majul, pero advirtiéndole al lector que no es eso lo que va a encontrar.
– A.G.: Es reconocer la paternidad y matarla. Igual Majul es medio el canto del cisne porque para las personas que biografió, sobre todo en el primer tomo, aprovecharse de las privatizaciones fue la última gran oportunidad que tuvieron. Los protagonistas de este libro y las ramas que desarrollan sí tienen futuro.
– H.V.: Hay una continuidad porque las formas de lectura las imaginamos muy cercanas al libro de Majul, ya que tratamos de hacer un libro entretenido que no recorte por posicionamiento ideológico. Por otro lado, intentamos trascender la posición que tenía Majul, con esquemas tan lineales entre los grandes contratistas que se hacen ricos de espaldas a la sociedad. Creemos que hay una cosa mucho más sinuosa, mucho más compleja que el sistema de negociaciones que penetran en lo social. Por ejemplo Costantini, que cada vez que va a armar un desarrollo inmobiliario tiene que abrir un debate con la comunidad.

– T ¿Cómo fue la selección? ¿Fueron estos empresarios desde un principio? ¿Quedó alguien afuera?
– H.V.: El libro fue pensado un poco conceptualmente. Fuimos pensando en ramas de la actividad económica. Una vez que tuvimos un mapa de las ramas que iban a ser preponderantes en el futuro, fuimos pensando en cuáles serían los personajes clave. Y se fue armando un rompecabezas. No es que empezamos el libro por el contacto con un empresario.
– A.G.: Fue una aventura. Fueron dos años de trabajo. Fueron entrevistas largas. Con Braun hubo tres encuentros, con Tomasevich dos, con Constantini uno largo. Todos nos daban una hora y se colgaban hablando. Porque no fuimos al choque, los dejamos hablar.

Galperín acudió a una ley de promoción de software que no le correspondía

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– T: El único que no habló fue Sigman.

– A.G.: Fuimos muy honestos y sinceros para tratar con ellos. A Sigman llegamos a través de su agente de prensa, hubo un intercambio de mails muy amable. Incluso le mandamos parte del cuestionario de preguntas. No íbamos con la puñalada trapera. Y de repente se cortó. Es una persona muy escrupulosa con el manejo de su imagen pública. En este caso evidentemente algo lo hizo retroceder.
– H.V.: Es el más poderoso, el que tiene más protección mediática. Es un poco el corazón del libro.
– A.G.: Es en el que más tiempo invertimos porque tenés que cubrir un montón de frentes: desde la crítica cinematográfica, porque tiene una productora, hasta entender cómo funciona un monoclonal. Este hombre está clonando células en Munro.
– H.V.: Ninguno de ellos es prístino. Operaron sobre vacíos legales. Por ejemplo Galperín acudió a una ley de promoción de software que no le correspondía. Tomasevich tuvo un proceso judicial por el dólar link. Bartolomé tiene que lidiar todos los días con la bolsa blanca de semillas. Hay un contacto muy poroso y permanente con la informalidad.
– A.G.: La adquisición de los terrenos de Nordelta no fue demasiado clara. No delinquen, operan sobre vacíos legales y capitalizan crisis.

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– T: Al leer el libro, parece que ellos creen que hicieron su fortuna a pesar de la Argentina.

– A.G.: No se sienten parte de esta sociedad y es recíproco. Eso sí, aprovecharon cada coyuntura: GlobAnt abrió acá porque la devaluación de Remes Lenicov abarató violentamente la mano de obra.

– T: ¿Cómo definen su posición de clase?

– H.V.: Bartolomé viene de una clase media alta de zona norte pero se autopercibe como alguien de clase media. Los que adoptaron formas de vida mas aristocráticas, “a la Argentina” con muchos parches, son Sigman, que es un consumidor de arte, y Costantini que tiene una cosa más norteamericana de tratar de armar una institución. Y Tomasevich, que es un caso rarísimo, ya que es el hijo de una señora que tenía una casa de cambio, que se hace polista, se exilia a vivir en el campo, y guarda un recelo absoluto sobre su vida privada. Olga Martínez Blanco, su madre, era una gran figura en el mundo bancario de los 80, es un heredero. Viene de cuna de oro, no niega que sea un heredero pero dice que no tiene nada que ver con los banqueros. Lo mismo Braun, porque dice que cuando le dieron la empresa era una papa caliente. Costantini está enfrentado con su clase. Todos se referencian como clase media y ven de lejos al empresariado.

Sigman es un pequeño país. Por sus empresas en México y Tailandia maneja el PBI de un pequeño país, entonces él ya es un soberano.

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– T: ¿Piensan que alguno puede dedicarse a la política?

– A.G.: Sigman es un pequeño país. Por sus empresas desde México a Tailandia maneja el PBI de un pequeño país, entonces él ya es un soberano. Habría que ver qué pasa con sus hijos.

– H.V.: Tomasevich y Galperín tienen una gran ambición política que contienen pero se les escapa.

– T: ¿En qué espacio político podrían estar?

– A.G.: Si Cambiemos se transforma en el gran partido político del orden en la Argentina es muy probable que ellos se acerquen. Si caemos en el stop and go argentino de que todo se destruye cada diez años y hay que volver a empezar, ellos van a preferir la retaguardia.

– H.V.: Coincido. Si Cambiemos logra consolidarse como un gran partido político que en su corazón ideológico es un partido republicano y en su fachada externa es el partido demócrata, ellos pueden estar ahí.

Separata 

Estos empresarios nunca van a ser completamente oficialistas

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Alejandro Galliano y Hernan Vanoli trabajaron durante dos años en una investigación sobre siete empresarios a los que consideran “Los dueños del futuro” y durante la entrevista con Télam analizaron las posturas de Eduardo Costantini, Gerardo Bartolomé, Federico Tomasevich, Hugo Sigman, Marcos Galperín, Federico Braun y Martín Migoya sobre la coyuntura en la que llevan adelante sus negocios.

-¿Cómo ven la relación de estos empresarios con la política?

-HV: En general están muy contentos con este gobierno pero también se piensan en cierta medida como intelectuales porque tienen ideas y nociones de como debería ser la sociedad que, en general, coincide con sus negocios. No es un apoyo ciego, es un apoyo crítico, con disyuntivas, mostrando públicamente desacuerdos con alguna medida puntal pero sobre un fondo de una gran alegría por el triunfo de Cambiemos.

-AG: Sienten alivio pero nunca van a poder ser completamente oficialistas por el estilo de negocios que tienen. Ninguno fue abiertamente opositor al kirchnerismo. Nunca van a ser completamente opositores porque tienen que cerrar negocios. Es cierto que se sienten muy cómodos con este gobierno.

-¿Dónde ven el mayor peligro para sus negocios?

-HV: Si la globalizacion avanzara en todos los rubros ellos se sentirían bastante amenazados porque quizás, con excepción de Sigman, intencionalmente no son tan competitivos entonces abonan mucho la teoría de la regionalización. Por eso Tomasevich dice que la globalización financiera ya se acabó, que lo que hay ahora son regiones entonces él apunta a ser cabeza de león en una región. Galperín tiene un gran problema que se llama Amazon y sabe que no es competitivo contra Amazon. En general tiene una visión de expansión pero también de protección.

-AG: Braun por ejemplo tiene la teoría de los océanos azules que implica expandirte en un territorio en el que tengas menos competencia y más competitividad. Por eso le fue muy mal en Buenos Aires, se fue derrotado y no quiere volver. En un punto, excepto a Sigman, la globalización los amenaza a todos porque se preguntan qué pasa si vienen más cadenas de supermercados acá, si viene Amazon. Por otro lado tienen un adversario muy plebeyo. Todos están enfrentados con el mundo del trabajo, es un tema que aflora permanentemente. Galperín y Braun tuvieron conflictos abiertos con el mundo del trabajo, Constantini y Tomasevich por su cualidad financiera quizás no confrontan abiertamente con el trabajo pero lo ven como un obstáculo para la normalización. Por otro lado tienen otros enemigos acá: los supermercados chinos para Braun, la banca local para Galperín o para Tomasevich.

-¿Hay sucesores?

-HV: Esa es una de las grandes paradojas: por un lado ese deseo de glorificar a la competencia y no ser del todo competitivos. Por otro lado la idea de la innovación, de trascender las fronteras del pensamiento va validado con estructuras clanicas. Uno de los momentos más felices de Bartolomé durante la entrevista fue cuando habló del hijo, que había entrado a trabajar en su empresa. Sigman discutió con el hijo y lo terminó poniendo como cabeza de la parte ibérica de su conglomerado. Braun tiene al hijo trabajando con él.

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Comentarios

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