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19 de febrero 2018

Martín E. Graziano

LOS QUE NO ESTÁN

Tiempo de lectura: 2 minutos

El Dr. Cannabis me contó su sueño. Estaba en un banco de plaza y llegaba su padre, que se sentaba al lado. Era el Topo antes de la enfermedad, con la voz intacta y muchas ganas de conversar. El Dr. Cannabis no paniqueó. Aunque sabía que era un momento de oro, se dejó habitar por la serenidad. Parafraseando a Juan Forn, empezó-por supuesto- hablando de su hijo en camino. Yo escuchaba el sueño con el sol en la cara, mirando los autos que iban y venían. Facu manejaba en silencio. Cruzábamos la autopista 25 de Mayo al atardecer, rumbo al Luna Park.

El Dr. Cannabis, nos decía, todavía sentía la gravitación. La presencia. Cuando estábamos por pagar el peaje de Hudson, recordé los primeros versos de una canción de Palo Pandolfo: “Cuando desperté / la sensación de hablar ahí / con los que no están / permaneció dentro de mí”. Se llama “A través de los sueños” y es una suerte de milonga. Un género que, como es fama, resulta propicio para las invocaciones.

Yo escuchaba el sueño con el sol en la cara, mirando los autos que iban y venían. Facu manejaba en silencio. Cruzábamos la autopista 25 de Mayo al atardecer, rumbo al Luna Park

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Unos días atrás, el Dr. Cannabis me había bajado Coco para que la viera con mi hijo. Desde luego, también la vio con su mujer. La película, que transcurre durante el Día de los Muertos, cuenta la historia de un músico olvidado. Su corazón es el puente fosforescente que los muertos deben cruzar para reencontrarse con sus familias. A medida que pasaban los créditos, me puse a pensar en los últimos días de Warren Zevon. Cuando el tipo se enteró que estaba más cerca del arpa que de la guitarra, se puso a trabajar contra-reloj y escribió “Keep me in your heart”. Es un tema muy simple, no se anda con rodeos. Son dos o tres acordes y un puñado de versos: “De vez en cuando / cuando estés haciendo cosas sin importancia por la casa / tal vez pienses en mí y sonrías. / Ya sabés que estoy cosido a tu vida / como los botones a tu camisa. / Guardame en tu corazón por un rato”.

Finalmente llegamos al Luna Park, nos reencontramos con Pachi y entramos al campo. Aunque vimos el concierto a pico seco y el Dr. Cannabis se quejaba de su dolor de cintura, nos cagamos de risa y la pasamos genial. Antes de salir y hacer un abrazo grupal en el umbral de la Puerta 5, Bunbury se quitó el sombrero y le dijo al público: “No se olviden de nosotros”.

Ya sabés que estoy cosido a tu vida / como los botones a tu camisa.

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Esta mañana me despertó un mensaje de Coneus. Como Martin Luther King, había tenido un sueño. Los griegos decían “vi un sueño”, que es un giro precioso. Bueno, Coneus vio un aula. Bob Dylan caminaba desde el frente hacia el fondo, donde estábamos nosotros. Se sentaba a nuestro lado y arrancábamos a conversar. Mientras nos miraba con los ojos vidriosos, le agradecíamos su humanidad. Luego nos regalaba un chaleco gris oscuro, un precinto y se iba. Entonces el sueño se desvanecía, como decía Borges, como el agua en el agua.

El chaleco, pienso, podría servir para alguna ocasión especial. El precinto es para atar el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.

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