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26 de octubre 2017

Lautaro Lescano

LOSING MY RELIGION

Tiempo de lectura: 6 minutos

Prácticamente decir que el fútbol es el deporte más popular de Latinoamérica es una tautología. Se lo juega desde el sur del Río Bravo hasta el Canal de Magallanes y más abajo también. Hay canchas y potreros en una favela, una terraza de cultivo en medio de los Andes o a cuadras de la Plaza del Zócalo. Cada vez que juega la Selección de un país latinoamericano la ciudad se transforma por noventa minutos en un set de filmación para una película de zombies.

En las pasadas eliminatorias para Rusia 2018 la mayoría de los equipos definía su clasificación en el último partido y la tensión estaba en todas las canchas. En Perú, el team local tenía que empatar con Colombia para clasificar. Los cafeteros necesitaban el mismo resultado, y como ya es sabido, festejaron los dos con un 1-1. El puntito inteligente, diría el Profe Córdoba. El momento del festejo fue lo más llamativo, ese momento donde la tensión y los nervios se subliman en la pasión desenfrenada de la felicidad del triunfo. Es en ese preciso momento donde lo sólido se desvanece en el aire y donde se apela a la emotividad más cercana. Los amigos, los familiares, el cuerpo técnico y… Dios.

Los jugadores colombianos se juntaron en círculo, y Radamel Falcao dirigió una oración que todos siguieron con atención extrema. En Colombia no hay fútbol sin Dios. “Este tema de la religión en el fútbol es como ir al colegio con uniforme: ¡Es una obligación!”, dijo Agustín Garizábalo, un cazatalentos del Deportivo Cali.

En Colombia no hay fútbol sin Dios

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Falcao pertenece a Atletas de Cristo, una agrupación que nuclea a futbolistas que son religiosos y protestantes. Atletas de Cristo ha crecido tanto como para tener presencia en toda Sudamérica. Una multinacional del rezo protestante que abre sucursales en donde los futbolistas tienen necesidades espirituales insatisfechas. ¿Cómo hace una agrupación protestante para conseguir tanta gente en una región católica? No es ningún error de la Matrix, nada más y nada menos que un fenómeno que pasa por debajo de los radares: un cambio de matriz religiosa en América Latina.

420 millones de católicos viven en Latinoamérica, casi el 40% de todos los católicos del mundo; incluso el que pone su cepillo de dientes en la Casa Santa Marta -a pasos de la Basílica de San Pedro- es latino. No obstante, según una encuesta del Pew Research Center de 2014 el 19% de los latinoamericanos ya es protestante. En Brasil, la nación católica mais grande do mundo, el 25% ya se considera un fiel seguidor de Lutero. En Argentina se abre una iglesia evangélica cada 24 horas. En Perú el censo de 1972 dio que el 97,5% era católico apostólico romano, mientras que hoy es luterano el 20%. Cuatro de cada diez salvadoreños son evangelistas; y la frutilla del postre: Guatemala es el primer país de mayoría protestante en la zona.

¿Cómo hace una agrupación protestante para conseguir tanta gente en una región católica?

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Siguiendo con el porno estadístico, si bien el 84% de América Latina dice que fueron criados como católicos, sólo el 69% se considera como tal. Al revés pasa con los protestantes: solo el 9% se asume criado en el evangelismo, pero el 19% se identifica así. Un cambio de tal magnitud y de tal velocidad produce consecuencias inusitadas en todos los campos. En Europa, el cambio de matriz religiosa europea fue un proceso interno. En América Latina este proceso se dio en sucesivas oleadas de “evangelización” de congregaciones norteamericanas.

Gótico Americano

Antes, hagamos un breve rewind a la historia de la Reforma. Para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro, la Iglesia puso a disposición del mercado su commoditie más preciado: la indulgencia. La versión cristiana de la tarjeta del Estanciero que te dejaba salir gratis de la cárcel, permitía que por una suma de dinero se podía “comprar” una mejoría de la situación espiritual en el Purgatorio. A Martín Lutero esto no le gustó. El 31 de octubre de 1517 clavó en la puerta de la iglesia de Wittemberg sus 95 razones por las que el Papa no bancaba la parada, y creó la grieta del cristianismo europeo.

En Argentina se abre una iglesia evangélica cada 24 horas

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Lutero atacó el corazón de la doctrina católica al cuestionar la indulgencia como fuente de expiación de las almas. Para él la salvación depende de la gracia de Dios, o sea que ya viene por default el ser elegido. La letra chica está en Mateo 22:14: “…muchos son los llamados, pero pocos los elegidos”.

Si bien parece una mera cuestión de malentendidos administrativos divinos, tiene implicancias más profundas. ¿Cómo saber si alguien es un elegido de Dios o no? Como la salvación ya no depende de uno, los requisitos para estar sentado al lado del Barba cambiaron. Ahora había que mirar al éxito de una persona. Claro, Dios no dejaría que a un elegido le fuera mal en la vida. “El fracaso o el error son signos nefastos y, por el contrario, el éxito es una posible señal de la gracia. En Estados Unidos el éxito, en cualquier ámbito del quehacer social, no es solamente un logro en sí mismo que en la percepción de los demás se detiene en sí mismo: tener éxito implica algo más, conlleva una cierta superioridad moral”, sostiene Jorge Orduna en “Teocracia”.

Para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro, la Iglesia puso a disposición del mercado su commoditie más preciado: la indulgencia

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Las dos tradiciones religiosas dieron origen a dos culturas diferenciables. De eso habla el greatest hit de la sociología: La Ética Protestante, de Max Weber. Weber sostiene que los protagonistas de los orígenes del capitalismo moderno fueron las sectas puritanas de las colonias estadounidenses. Los puritanos eran los talibanes del protestantismo, personas austeras y rígidas. Consideraban que su salvación vendría por la dedicación rigurosa, a diferencia de los banqueros italianos y católicos que se patinaban la guita en la dolce vita. Para Weber, el protestantismo llevó al bussiness man a una conducta económica racional, emprendedora y acumulativa. En síntesis, la tierra fértil para que creciera el capitalismo moderno.

Apostólico y románico

Podemos ver dos escenarios posibles en este reacomodamiento religioso latinoamericano. El primero, es de bardo protestante con el Estado. De hecho, la Constitución de la República Argentina, además de decir que uno de los nombres oficiales del país sigue siendo Provincias Unidas del Río de la Plata, establece en su artículo dos que “el Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano”. Pero la retórica propia de la prédica evangelista en Latinoamérica tiene una tendencia hacia la redención personal más que a la transformación social. Esto se suma a que no ha habido historiales de enfrentamiento entre los protestantes y el poder político… todavía. En Europa la conversión protestante vino a puro plomo entre los luteranos y los Estados católicos. Dos doctrinas religiosas diferentes en un mismo lugar es nitroglicerina social: lo agitás y explota.

la retórica propia de la prédica evangelista en Latinoamérica tiene una tendencia hacia la redención personal más que a la transformación social

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El segundo escenario se basa en dos momentos de expansión y consolidación del protestantismo. En un primer momento, la conversión se da en las clases bajas, pasando por las clases medias y llegando a las clases altas, hasta fundirse en influyentes estructuras evangélicas a nivel nacional –un proceso que ya está en camino– y que logran imprimir sus valores en la sociedad.

Este escenario ya se ve en los cambios políticos en Argentina y Brasil en el siglo XXI. En Brasil, hoy la bancada evangelista está compuesta por 85 diputados federales y dos senadores. Marcos Peña grafica claramente cómo el cambio religioso también va de la mano del cambio político (o viceversa). En “Cambiando”, de Hernán Iglesias Illa, sostiene que el peronismo es muy católico, con sus santos y sus liturgias. En cambio para Peña, el PRO es como el evangelismo con el proselitismo de la alegría. Weber, teléfono.

Nos tenemos que ir acostumbrando a los canales evangélicos de floja calidad audiovisual, al Pare de Sufrir y los sermones en portuñol. En sociedades donde el tejido social se desintegra o se resquebraja, donde los vínculos y las re-ligiones con el Estado y la Iglesia Católica son cada vez más líquidos, el protestantismo construye grupos más flexibles donde sus feligreses asisten voluntariamente a las iglesias y donde florecen líderes carismáticos en barrios marginales que tienen mucha más onda y swag que los acartonados curas católicos. El protestantismo ya usa Snapchat, mientras el catolicismo recién se entera que MySpace no se usa más.

Fachada Dios Es Amor%2c Argentina

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