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22 de enero 2018

León Llach

WOODY ALLEN SE TIRA UN SALVAVIDAS

Tiempo de lectura: 3 minutos

Los conflictos personales que se viven en las ciudades pasan entre carteles de Coca Cola y mesas de plástico. El escenario de Wonder Wheel es un parque de diversiones de Coney Island, en Nueva York, en el momento brillante del capitalismo de posguerra. El plástico y  los carteles relucen como los juguetes nuevos. Pero el conflicto es el mismo: las bombillas de colores de ayer son las de filamento de carbono de hoy; la estética de nuestro capitalismo es hija de la de ese capitalismo de los años cincuenta.

Entre luces de feria, la película desarrolla un juego de colores bien saturados y cambiantes. Adentro de una misma escena, generan algo hermoso en la tensión con el diálogo de los personajes: azules en monólogos de Ginny (Kate Winslet), rojos en la habitación de ella y Humpty, el empleado de calesita golpeador y alcohólico que ama la pesca, interpretado por Jim Belushi. Y el rojo del fuego rebelde en los arrebatos piromaníacos de Richie, el hijo de Ginny. A veces ese recurso de las luces parece mal explotado, menos sutil y más de juguete, aunque todo es medio de juguete en Coney Island.

las bombillas de colores de ayer son las de filamento de carbono de hoy; la estética de nuestro capitalismo es hija de la de ese capitalismo de los años cincuenta

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Humpty y Ginny trabajan en ese centro de consumo que en la cima de su esplendor ya muestra signos de decadencia. Anticipa lo que esas mesas de plástico van a ser décadas después: las luces de una guirnalda que no prenden, las letras que se empiezan a despintar, lo que pasa de madera a astilla y de luz incandescente a led; lo que fuimos, lo que quisimos ser, lo que somos hoy igual pero berreta. En medio de la euforia del parque de diversiones, la vida matrimonial de Ginny y Humpty es desastrosa desde un principio. Ninguno de los dos prospera en el trabajo y cargan con una historia de infidelidades. Carolina, la hija de Humpty, vuelve a casa como una salvación, al menos para su padre.

Woody Allen da su visión del Edipo. El eje de la película es el amor entre Humpty y su hija, y el de Ginny y su hijo (los dos hijos son de respectivos matrimonios anteriores). El amor de padre e hija fue quebrado por un yerno mafioso que nunca aparece: la película empieza con la recuperación de ese Edipo cuando Carolina vuelve al hogar paterno. La contracara del amor paternal de Humpty a Carolina es la defensa de Ginny a favor de su hijo contra el padrastro. También se ven los enfrentamientos contrarios: padrastro contra hijastro y madrastra contra hijastra. El primer enfrentamiento: robos de Richie a su padrastro, billetes escondidos abajo del colchón; incendios provocados por ese preadolescente que llama la atención y escapa de la Ley (policías, psicóloga, Padrastro). El segundo es el gran conflicto de Wonder Wheel: un amante compartido por madrastra e hijastra, un duelo de celos tanto por Humpty, padre y esposo, como por Mickey.

el gran conflicto de Wonder Wheel: un amante compartido por madrastra e hijastra

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Allen le dio la narración de los hechos a la voz de este guardavidas (de la playa y de mujeres), poético y soñador, que se enamora de la hijastra de su amante. Sounds familiar: si el conflicto edípico es uno de los conceptos vertebrales de esta película, también lo es en la vida de su director. Mickey, el guardavidas, le presenta a su enamorada, hijastra de su amante, un libro, Hamlet y Edipo, y Allen nos presenta su película. ¿Cómo no ver esta historia bajo las luces de la crítica feminista y lo que esta crítica ha denunciado en la vida de Woody Allen? ¿Cómo no verla con las gafas ultravioletas del feminismo? El guardavidas es guardavidas de sí mismo porque encuentra su justificación en la irracionalidad de su sentimiento y explota la histórica insistencia woodyallenesca sobre la vida como una rueda de la fortuna: la pelota de tenis en Match Point, el filósofo irracionalista de Irrational Man que termina cometiendo un crimen y la arbitraria máquina del tiempo de Medianoche en París son engranajes de la Woody Wheel, el mecanismo de un hombre que se justifica a sí mismo. Si la vida es azarosa, ¿no está todo permitido? La Woody Wheel determina que Ginny, la mujer que entra a la menopausia y es menos atractiva a los ojos del galán intelectualoide, debe sufrir. En la última pelea con su amante, indefensa, ella queda apuntando con un cuchillo a la nada.

Si la vida es azarosa, ¿no está todo permitido?

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