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28 de septiembre 2018

Mariano Wiszniacki

¿Y LO NUEVO?

Tiempo de lectura: 4 minutos

El debate por el aborto dejó muchas conclusiones, interrogantes y novedades, pero también una premisa no tan comentada y es que eso que llamamos la sociedad argentina es algo viscoso, denso, difícil de entender, sujeto a constantes desplazamientos. No hay transparencia en lo social más que en las grandes elucubraciones teóricas o en los fútiles cruces del micromundo tuitero. No vale decir “es complejo” el tema, pero sencillamente -o no- lo es. Hay tantas sociedades argentinas como clivajes posibles, y a esta altura cualquiera de las circunstancias quien diga saber leer climas o tener el pulso de lo que pasa o es un embustero o incluso puede ser asesor del presidente de la Nación, o ambas cosas. Pero esa es otra historia.

Durante el debate en el senado, algunas miradas algo naif se indignaban con exposiciones como las de José Mayans, entre tantos otros, y repetían que en las próximas elecciones había que votar espacios políticos que incluyesen el tema en su plataforma. Malas noticias: la sociedad, y por ende sus representantes en el sistema democrático es, son, también eso. El ideario ateo-liberal-cosmopolita atravesó a la marea verde en su demanda, y eso lo supieron trabajar bien en Diputados “las sororas”, uniendo desde la diversidad a MayrasMendozas con SilviasLospenattos. Pero atención que hay un país, por arriba y por abajo, que no se termina allí. Detrás del celeste se mezclan las posiciones conservadoras no sólo de la Iglesia Católica, sino fundamentalmente de un actor creciente y a veces ninguneado que son las congregaciones evangélicas, hoy activas en el debate sobre la Ley de Educación Sexual. En definitiva, nuestra sociedad es eso que nos parece tan cercano, y tan ajeno a la vez.

algunas miradas algo naif se indignaban con exposiciones como las de José Mayans, y repetían que en las próximas elecciones había que votar espacios políticos que incluyesen el tema en su plataforma

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¿Y ahora qué pasa?

Con ese magma se hace política, desde esa línea de largada comienzan a calentar motores para un 2019 que será movidito en todo sentido. Así, pronto se acelerarán alrededor de la política y los políticos las encuestas, los estudios cuali, los análisis de redes, los equipos de campaña, los creadores de bellas presentaciones y muchos vendedores de humo. Todos ellos, haciendo uso y abuso de esa enorme maquinaria de datos, enfrentarán un desafío insalvable y es que la comunicación política electoral requiere algún tipo de síntesis, alguna unidad discursiva en busca del objetivo maximalista de alcanzar a grandes porciones de esa heterogeneidad silenciosa que vota. En otras palabras, la sociedad es diversa, pero los recursos (económicos y comunicacionales) son escasos para interpelar a sus colectivos cada uno por separado.

Las estrategias exitosas -y no tanto- para superar ese escollo durante estos 35 años de democracia fueron varias: apelar al cambio, reforzar la experiencia, plantear esquemas dicotómicos, reconocer defectos propios para señalar diferencias éticas, entre otras.

Cerca de cumplirse tres años de una gestión con pocos aciertos, Cambiemos pierde chances de refrendar su valor comunicacional fundamental: la novedad. El gobierno ya no es “lo nuevo”, sus probabilidades de reciclarse para alcanzar el corazón y el voto de ese tercio que trabaja y no es ni K ni Anti K se desvanecen. Con un Macri desgastado, los efectos de la inflación, pérdida del poder adquisitivo y recesión económica alcanzan también la imagen de su otra figura principal: María Eugenia Vidal.

la sociedad es diversa, pero los recursos (económicos y comunicacionales) son escasos para interpelar a sus colectivos cada uno por separado

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Con la disparada del dólar de agosto y los discursos fallidos de Macri y Marcos Peña por esos días, sumado a la ya inocultable crisis económica, el mito de que Cambiemos la tenía atada en materia de comunicación política pasó a mejor vida. Devaluada su palabra, los esfuerzos comunicacionales presentes se orientan a contener y agitar su núcleo duro, sin bajar del tercio electoral necesario pero no suficiente que les daría hoy la venia para seguir. Pero hay algo innegable, en 2019 no serán ya lo nuevo y dejarán el espacio vacío para que se complete con otra novedad. El corte nuevo/viejo, herencias/futuros que tantos frutos le ha dado a los cambiemitas estará en liquidación para esta temporada.

En tanto, el peronismo fragmentado en amplias gamas repite el mantra de “la Unidad” y en el medio hay pases de facturas, “traidores”, auto-candidateados, garantes de unidades, procesados, mucha dispersión y ningún programa, ni palabra conjunta. La comunicación de CFK – para bien o para mal siempre una figura ordenadora- es transparente. Aun cuando se elabore una campaña estudiada de escenario en el centro, interpelación a los afectados por el modelo económico y pilcha descontracturada, CFK será siempre CFK, sus actos de gobierno, sus cadenas oficiales, la parodia de Fátima Flores y las esquirlas del fusilamiento de los medios concentrados. Para cruzar la barrera de su tercio y más allá de si efectivamente ella sea candidata o no, todo aquello que tenga el sello de los 12 años no podrá ser lo nuevo de lo nuevo, ni tendrá demasiado sentido otra vez trazar líneas históricas para referirse a este gobierno. El sonlosnoventa de 2015 no fue hit y ya no le importa a nadie. En ese sentido, el kirchnerismo más duro no podrá volver en los términos del cantito, sino en una nueva forma, que será también nueva esencia.

El corte nuevo/viejo, herencias/futuros que tantos frutos le ha dado a los cambiemitas estará en liquidación para esta temporada

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Tampoco un peronismo naturalista afincado en banderas de otro tiempo parece que pueda tener mucho éxito en escenarios de inmediatez y comunicación horizontalizada. La reconstrucción de un ethos y una estética del peronismo de los trabajadores no alcanzaría para ser opción, y la franja avenida de losMassa –al decir de Jorge Assís-, los Pichettos y demás racionales parecen naufragar en las mares heladas de las roscas palaciegas, sin correlato en la construcción política.

La pregunta insiste y no nos referimos a las figuras ni a los candidatos ¿Habrá algo nuevo en 2019? La sociedad se mueve más rápido que la política y más aún que su comunicación. En el 95 fue la continuidad de la estabilidad, en el 99 el cambio ético de la Alianza, en 2011 continuidad y 54%, en 2015 el cambio y la nueva política. En esta Argentina imprevisible de hoy, no queda claro por donde podrá aparecer el filón discursivo que permita a quien tenga voluntad de poder definir qué 2019 hay.

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