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18 de diciembre 2018

Lorena Álvarez

AL OTRO LADO DEL VIENTO, BOGDANOVICH

Tiempo de lectura: 8 minutos

Entre las maravillas que podemos observar en “Los Soprano” siempre me pareció un hallazgo la elección de Peter Bogdanovich para que diera vida al Dr. Elliot Kupferberg, el analista de la terapeuta de Tony Soprano, la Dra. Jennifer Melfi, quién acudía a él por la obsesión que le generaba su paciente mafioso. Un gran guiño para los amantes del detrás de bambalinas de la industria hollywoodense: Bogdanovich, el erudito del cine, el impecable estudioso de los grandes directores convertido luego en uno de los mejores exponentes del nuevo cine americano de los 70, fue también dueño de ríos de tinta tras haberse casado con la hermanita de su difunta prometida. Es que la obsesión tiene cara de Bogdanovich

 Después de ver la última película de Orson Welles “Al otro lado del viento” y el documental “Me amaran cuando esté muerto”, basada en la difícil empresa de terminar ese rompecabezas que Welles dejó suspendido tras su muerte, no pude hacer otra cosa que volver a posarme en la filmografía  y en la vida de película de Peter Bogdanovich, el otro protagonista del film.

John Huston, el maravilloso director, entre otras joyas de “The Misfits”, es quién protagoniza la cinta e interpreta a un director, aclamado otrora, en el ocaso de su carrera y su relación de amor- odio con un joven y exitoso director de la nueva generación, papel que recayó en Peter por azar, pues el actor que tenía ese rol se cansó de las eternas demoras y abandonó el proyecto. Bogdanovich, en esos años muy amigo de Orson se ofreció a cubrir la vacante.  Welles siempre negó que esa película fuera autobiográfica, pero es un exquisito relato de lo que sucedía exactamente en esos años. Mientras a Welles se la hacía imposible financiar su cine, Peter Bogdanovich era parte de la generación mimada de la industria.

Bogdanovich, el erudito del cine, el impecable estudioso de los grandes directores convertido luego en uno de los mejores exponentes del nuevo cine americano de los 70, fue también dueño de ríos de tinta tras haberse casado con la hermanita de su difunta prometida

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Bogdanovich, actor primero, impecable estudioso del cine después (sus libros y sus entrevistas con directores son de consulta y muy valoradas) saltó a la dirección convirtiéndose, al igual que Coppola, Scorsese, Nichols, Mazursky, Hopper, Di Palma, (entre otros) en uno de los jóvenes  directores que llegaban para suplir a los antiguos tótem de la industria. Pero Peter nunca estuvo demasiado cómodo en ese lugar, amaba el cine clásico y veneraba a esos viejos directores. 

El quería ser uno de ellos, no quién los sepultaba.

 Este neoyorquino hijo de refugiados  escapados de las fauces del nazismo, devoto espectador cinematográfico, y que se ha vanagloriado de haber visto 400 films por año en su adolescencia, sentía adoración por ese pasado blanco y negro. Con “Last picture show” logró premios, caricias de las críticas  y éxito comercial. Y su primer divorcio.

Después de la filmación se separó de su esposa, madre de sus hijas y  principal colaboradora  en la película, Polly Platt, al caer rendido a los pies de la protagonista del film, la bella  modelo de 19 años, Cybill Shepherd (la rubia que años más tarde enloquecería  a Travis Bickle en “Taxi driver”)

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 Tras  darse el lujo de rechazar la propuesta de dirigir “El padrino”, Peter encaró un exitoso proyecto, la comedia “Qué me pasa doctor?” con Barbra Streisand y Ryan O’Neal. Una historia con todos los recursos del cine de antaño y con una gran performance en la taquilla. Y lo mismo sucedió con la adorable “Paper Moon” donde Ryan O’Neal esta vez compartía estelaridad junto a su pequeña hijita Tatum, que terminó alzando un Oscar con tan sólo 10 años ( una maldición para la chica  ya que su carrera nunca se destacó demasiado luego de ese éxito y solo ganó varias portadas de revistas por su mala relación  con la novia de su padre, el icono  de los 70, Farrah Fawcett, y  por su tórrido romance con el tenista John Mc Enroe, un conocido mal llevado en el deporte y la vida)

Pero el tiempo en Hollywood, como dice el tango, pasa y los años se tornan “terribles, malvados” y la segunda mitad de los setenta trajo consigo las superproducciones. Un descanso al cine de autor y a los homenajes al pasado. Así fue como las acciones de Peter bajaron tras una serie de fracasos en la platea. A su vez se separó de Cybill y  comenzó una etapa zigzagueante, barranca abajo. Debido a unas fotos publicadas por Playboy de fragmentos de “Last picture show” sin su autorización, Bogdanovich llegó a un arreglo con Hugh Hefner, para que  le financiará una película, motivo por el cual el director comenzó a visitar la mansión del magnate  y terminó topándose con quién se convertiría en su siguiente rubia debilidad.

Dorothy Stratten, una estupenda promesa dorada de tan solo 19 años que había llegado a Playboy mediante un book que le había hecho su novio, Paul Snider, un proyecto de proxeneta, deseoso de ser parte del star system, convencido de ser el dueño de una futura gallina de huevos de oro. Dorothy, era una belleza exquisita y tenía una carrera en ciernes más que auspiciosa. Iba camino a ser la futura chica del año Playboy. Peter termino enamorado y decidido, como en el pasado con Cybill, a llevarla a enamorar al público  también. La quería como parte del proyecto cinematográfico que venía elucubrando. Pero la chica antes de aceptar la propuesta de Bogdanovich de filmar a sus ordenes, presionada por su violento chulo-novio se casó con este, que vivía  atemorizado de perderla y por ende perder su status de compañero de una futura estrella. El film en cuestión se rodaría en New York y sería el último protagónico de la fabulosa Audrey Hepburn. Con un gran elenco entre los que estaban Ben Gazzara y el nunca bien ponderado comediante televisivo John Ritter ( el extraordinario Jack, de la sitcom “Tres son multitud”, un gran éxito de la tele yanki de finales de los 70)

“Todos rieron” título elegido para la película, homenaje a una canción de George Gershwim, era una comedia al estilo clásico (con una evocación a “Casablanca” incluida) que le devolvería, según Peter, el lugar en el firmamento que venía perdiendo a manos de “Tiburón”, ‘Star Wars” y otras megaproducciones por el estilo. El film, con sus enredos, sus gran elenco y su bella música (suena hasta Roberto Carlos en una escena donde Ritter espía a Stratten en una zapatería) podría haber sido más exitosa. Pero como en los viejos films noirs  a veces hay sujetos que arruinan todo.

 Terminado el film Bogdanovich y Stratten, que se habían enamorado locamente mientras rodaban, se escaparon a  Londres jurándose amor eterno y decidiendo una vida en común. Para eso Dorothy debía divorciarse del marido violento. Pero Snider no era un esposo fácil de convencer.

Este neoyorquino hijo de refugiados escapados de las fauces del nazismo, devoto espectador cinematográfico, y que se ha vanagloriado de haber visto 400 films por año en su adolescencia, sentía adoración por ese pasado blanco y negro.

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Para concretar la separación Dorothy acudió al departamento que había compartido con Paul, citada por este, pero lo que iba a ser una charla para acordar términos finalizó con la chica violada y asesinada de un escopetazo por el cónyuge que, para rematar la escabrosa escena, acabó suicidándose.  Un femicidio en tiempos en donde a estos asesinatos se los llamaba “crímenes pasionales”

La historia fue una bomba para para las afiebradas mentes de Hollywood que al año estaban filmando una película para la TV con una jovencísima Jamie Lee Curtis como la desdichada playmate. Y la pantalla grande no iba a perderse tamaño drama. Bob Fosse fue quien llevó la tragedia al cine, ‘Star 80”, con Mariel Hemingway como Dorothy. Antes a la actriz la obligaron a pasar por el cirujano plástico para aumentar el tamañao del corpiño pues la chica de Playboy era una desbordante dama y la nieta de Ernest debía lucir similar.

El nombre de Peter fue cambiado pero plagado de sutiles guiños. Bob para la escena donde Peter conoce a Dorothy, en la mansión mientras patinaba para un evento en organizado por Hefner, utiliza la misma música que Bogdanovich usó para la escena en donde Ritter en “Todos rieron” persigue a Dorothy mientras patinan.  El film se habia basado además en un artículo de Teresa Carpenter sobre Dorothy que terminó ganándose el premio Pulitzer y era muy duro, no sólo con el asesino de la modelo, sino también con Hefner y Bogdanovich.  Stratten, según argumentaba la laureada periodista, había sido víctima de todos estos hombres que la rodeaban

Peter, mientras tanto, vivía sumergido  en una terrible depresión ante la muerte de su amada y en bancarrota ya que nadie había quería estrenar “Todos reían” después de la tragedia, y entonces, encaprichado en mostrarle al mundo la película, que aún hoy sigue eligiendo como su film más logrado, decidió invertir todo su dinero para ser quien distribuyera el film.Pero “Todos rieron” fue un fracaso de taquilla y se quedó sin un centavo .

Encima para responder al agravio que sentía por el artículo de Carpenter y el film de Fosse escribió un libro honrando la memoria de Dorothy  llamado “La muerte del unicornio”, pero también allí se metió en serios problemas. Acusaba a Hefner de aprovecharse sexualmente de Dorothy y Hugh le devolvió la trompada literaria asestada con un juicio. Mientras tanto Peter volvia a filmar con “The Mask” , una bella y simple historia que pasó sin demasiada gloria por el cine pero que mantuvo ocupado  a Peter y devolvió  a Cher a la vida cinematográfica .

Welles Bogdanovich

Bogdanovich como si fuera poco se hizo  cargo de pagarle la educación a la hermanita de Dorothy, la pequeña Louise, que tenía sólo 12 años cuando la rubia murió y ademas terminó integrandola a su familia. Tenía la edad de sus hijas. Cuando todo parecía ir calmandose, Peter sorprendió al mundo al casarse con Louise cuando está acababa de  cumplir 20 años, la misma edad que tenía Dorothy cuando fue asesinada. Pero el director hizo caso omiso a los cientos de notas que hablaban de él, de Louise (que antes de casarse se operó la nariz, asemejandose aún más a la bella Dorothy) y siguió filmando como si todo lo que se decía o escribía sobre él le resbalase.

“Texasville”, “Esa cosa llamada amor”, “The Cat’s meow” entre otras, fueron algunas de las cintas que filmó pero sin el éxito  de sus primeras historias. Aunque algunas mantenían la perfecta armonía y el talento intacto del director, que había comenzado a vivir  las mismas  dificultades económicas y de distribución que alguna vez tuvo Welles y  exhibía en su última criatura , “Al otro lado del viento” el film con el que Orson intentaba mostrar el injusto modo que tiene Hollywood de tratar a sus viejos creadores.

Cuando todo parecía ir calmandose, Peter sorprendió al mundo al casarse con Louise cuando está acababa de cumplir 20 años, la misma edad que tenía Dorothy cuando fue asesinada

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 Pero el último film de Peter “She’s funny that way” (pésimamente traducido en el mercado de habla hispana, en Netflix se puede encontrar como “Travesuras de amor”) es una interesante síntesis para entender el mundo Bogdanovich. Con guión de él y Louise Stratten, de quién se divorció en el 2001, después de trece años de matrimonio, la película gira en torno a Izzi, una acompañante en hoteles de lujo, que un día conoce a un director de teatro afamado que cambia su vida. Lejos de ser una Cenicienta moderna, el film es un gran homenaje a las comedias de enredos de los 40. Y una bella manera de enumerar las cosas que desvelan a Peter.

La periodista cínica  estilo Pauline Kael (una histórica enemiga de Welles, punzante e irónica ), la chica naif, rubia,  bellísima y muy  intuitiva, el guionista tímido y brillante que se subyuga con la chica, Cybill Shepherd, el significado del unicornio, la terapia, el cine en blanco y negro y  la sombra de Dorothy Stratten siempre. La obsesión en muchas de sus formas. Un mundo que Peter nos dice desde en el comienzo del film nunca va a abandonar: “No me ofendo al menor atisbo de fantasía. Los hechos nunca deben interponerse en el camino de una buena historia. Creo en los finales felices“

 Renglón aparte. Su libro de conversaciones con Orson Welles es una maravilla. “Ciudadano Welles” parece un libro de predicciones . Es que Orson vivía adelantado. Claramente.

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