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09 de marzo 2015

Micaela Libson

CONFESIONES DE UNA FEMINISTA “COPADA”

Tiempo de lectura: 3 minutos

Algunos me adjetivan como feminista “copada”. Otros utilizan motes más radicales como “lúcida”, “sólida” e, incluso, me han llegado a decir: “no parecés feminista”, casi dejando entrever que el “no parecerlo” me constituye como una persona más “interesante”. Otros, también, suelen criticar distintas vertientes del feminismo llamándolo “feminismo boludo” o “feminismo falopa” por presentar demandas que, a juicio de varios, consideran sinsentidos, banales, vacías, vagas y hasta pedorras. “Para qué piden que no les regalen flores, si las flores son lindas. La lucha está en otro lado”.

Pero a mí, que soy feminista “copada”, me consideran inteligente por no formar parte de esas corrientes “falopa” o, simplemente, por decir que me gustan las flores y que, si alguien o alguno o alguna tienen ganas de cortar algún tallo puede optar por las margaritas. En la historia de los movimientos sociales, y políticos incluso, rara vez se ha denostado las ideologías o demandas por los portavoces que las llevaban a cuestas. Con el feminismo, sin embargo, ocurre algo diferente. Sabemos que Rousseau era un exhibicionista o que Althusser mató a su mujer y sin embargo nada de eso alteró los ideales de la revolución francesa ni, mucho menos, los del marxismo. 

Los hechos, las situaciones o los sucesos que acontecen no pueden separarse del contexto en el que se inscriben. La CHA utiliza en su sigla un concepto tan arcaico como el de “comunidad”, porque en su nacimiento implicaba reunir a todos los “homosexuales” (y bien vale ese término) expulsados de sus casas; y, muchos de ellos aun desconociendo que se les venía el VIH y una lucha que los iba a forjar todavía más comunitariamente. Decirle “burgués” a alguien de modo despectivo implica todo un bagaje marxista que remite a aquellos que nos presentan un mundo “obligatoriamente” bajo su lupa. A eso Marx lo llamó “ideología”: a la falsa igualdad, la falsa libertad y la falsa fraternidad.

No hago toda esta bajada para hacerme la que sé (que me encanta, por cierto) sino para mostrar que lo que leemos en un cartel o en la demanda de una mujer que no quiere que le regalen flores para el 8 de marzo es “algo más que lo que se lee”. ¿Qué más? En principio, la demanda por el aborto legal, libre y gratuito. Pero obviamente, nos quedamos con las flores. Con la elección de ese hecho simbólico que se rechaza, se repugna y se detesta por el simple hecho de formar parte de los flirteos más clásicos del patriarcado.  E insisto, a mí me encantan las margaritas.

¿Y saben por qué muchos (y muchas, claro) se quedan con las “flores”? Posiblemente lo que diga ahora va a sonar “falopa”, pero sucede que además de ser una feminista “copada” soy una feminista “honesta”. Se hacen esas observaciones porque se trata de una demanda de mujeres. “Demanden igualdad de salarios”, leí. Les cuento que al feminismo marxista no le gusta eso. “Demanden igualdad entre hombres y mujeres”, leí. Al feminismo lesbiano no le gusta esto. “Demanden que los varones tengan los mismos días de paternidad que las mujeres”, leí. Al feminismo radical no le gusta esto.

Mi distancia con ciertas vertientes del feminismo –lo que para muchos me hace “más copada”– se debe a la posición en la que me coloco. Marxista liberal, para ser más  precisa. Marxista: porque considero que tanto el patriarcado como la heteronormatividad forman parte y sirven (en el sentido literal del término) a un modo de producción específico: el capitalismo. Liberal, porque no apoyo ninguna intervención del Estado sobre los individuos ni, mucho menos, sobre sus discursos.

Mi distancia con ciertas vertientes del feminismo, también, se debe a las elecciones estratégicas o, incluso, teóricas a la hora de sostener una demanda o un problema. Pero el campo de discusión sigue siendo el mismo: el feminismo. Y la línea elegida para hacerlo también: el argumento.

Muchos eligen leer, googlear o simplemente preguntar cuando les hablan sobre el “sujeto revolucionario”, “la plusvalía”, “la justicia social” o “el intelectual orgánico”. Es un gran ejercicio. Lo recomiendo. Quizá cuando lo hagan me vean menos copada. Aunque dudo de que así sea.

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Comentarios

  1. Leticia Martin

    el 09/03/2015

    Entonces el mensaje debería haber sido más claro: “Flores no, aborto sí”, que no fue el caso.

  2. Jorge Tesan

    el 09/03/2015

    Excelente

  3. RECHAZADO IN LIMINE

    el 12/03/2015

    LAS MINAS SUELEN SER UNAS HIJAS DE PUTA PELIGROSAS Y MANIPULADORAS, SI LLEGAN A GANAR ESTA BATALLA PROGRE CONTRA LA VIOLENCIA, SEGUIRAN AVANZANDO…
    LO BUENO DE ESTO ES QUE SI SIGUEN JODIENDO CON LO DE LA COSIFICACIÓN VAN A PERDER UN PUNTO; A SABER: LA POSIBILIDAD DE GANAR GUITA SIN LABURAR (COMO MODELOS POR EJEMPLO)…
    LO MEJOR HOY ES LA MINA QUE LABURA TODO EL DÍA MIENTRAS UNO EN LA CASITA PIENSA Y ESCRIBE, CUIDA LOS CHiCOS, CONTROLA A SIRVIENTITA, ETC

  4. Alan Siciliano

    el 13/03/2015

    Interesante. Saludos

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