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EL OTRO YO, RADIOGRAFÍA DE LA SOMBRA DEL PRESIDENTE

Tiempo de lectura: 5 minutos

Cuando el año pasado, reseñamos Macri confidencial. Pactos, planes y amenazas, el libro donde el periodista Ignacio Zuleta explica la construcción presidencial del actual jefe de Estado, hicimos referencia a una tendencia que viene ganando terreno entre el periodismo político argentino: historiar la coyuntura. Hoy hay disponible buena bibliografía acerca de Mauricio Macri, de su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner, y de sus dos retadores principales de 2015, Daniel Scioli y SergioMassa. A esa corriente se incorporan los periodistas Noelia Barral Grigera y Esteban Rafele con su El otro yo. Nicolás Caputo. Socio y operador secreto de Mauricio Macri en la Argentina del capitalismo de amigos, que sacó a la luz hace pocos meses Editorial Planeta.

Si Mundo PRO (de Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Bellotti) explora en las raíces del partido que catapultó al ex alcalde porteño a los primeros planos de la política nacional, y el trabajo de Zuleta rastrea los detalles de las alianzas y los vericuetos institucionales que le permitieron acceder a Balcarce 50, el texto de Barral Grigera y Rafele, que repasa la personalidad del empresario que acepta el rótulo de “hermano de la vida” del Presidente, y que funciona en público y en privado como su sombra, completa el set de perspectivas que permiten comprender la complejidad de la primera propuesta asumidamente capital friendly que se impuso en las urnas en términos regulares en más de doscientos años de historia.

Nicky no es un empresario bendecido, es, más que nada, un hombre político

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Investigación periodística pura y de lectura ágil, El otro yo no es una biografía pesada que se pierde en detalles intrascendentes: le entra con rigurosidad a las peculiaridades de las ligazones íntimas y de negocios que hacen a la relación Macri-Caputo, que se trasladan al diseño que le imprimieron luego al vehículo que los llevaría al poder formal. Eso nos conecta con el derrumbe de un prejuicio que emprende esta obra: Nicky no es un empresario bendecido, es, más que nada, un hombre político.

Tampoco busca este trabajo ser una tesis política, pero ofrece una radiografía completa del esqueleto de inversiones de lo que Jorge Asís bautizó hace varios años como macricaputismo, y sirve para unir la línea de puntos que da sentido al experimento puesto en marcha hace casi dos años.

A la presentación del libro que se hizo en la Biblioteca del Congreso Nacional estuvieron invitados los periodistas Martín Sivak y Alejandro Bercovich. El primero dijo que la investigación de Barral Grigera y Rafele sirve para descartar el facilismo a la hora de hablar de CEOcracia; el segundo llamó la atención respecto a la coincidencia -por supuesto que no inocente- entre los sectores en que han incursionado Macri y Caputo y el programa de gobierno cambiemista. Que tiene como estrellas al agro, las finanzas, la minería, la energía y la construcción. En todos tienen intereses comprometidos el dúo de amigos. Alterando un nivel de empleo que resulta por ahora el pato de la boda de una opción por rubros que demandan, en la mayoría de los casos, poca mano de obra.

la investigación de Barral Grigera y Rafele sirve para descartar el facilismo a la hora de hablar de CEOcracia

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¿Hay o no, entonces, CEOcracia? Sí, pero es necesario evitar la tentación de creer que el actual oficialismo ha trasladado, sin más, la lógica patronal al Estado. Hay en la figura de Caputo un cuidadoso empeño en el vínculo con cualquier interlocutor que se le ponga enfrente. Sea por su rol en los castings con los que se arma el elenco macrista desde los inicios en la Jefatura de Gobierno de CABA, sea por operar hoy en la contención de los funcionarios descontentos; o bien en sus encuentros con los autores de El otro yo, la novedad que traen estas páginas es que se destaca de él su empatía.

¿Y qué implica esto? Asumir que si un proyecto “de minorías” ganó elecciones es porque antes entendió mejor que sus adversarios que en política se trata de convencer. Y que ello supone un arte en el que hay que estar dispuesto a resignificarse. Caputo se revela como un seductor natural. Un encantador de serpientes, que, a puro tacticismo, y sin complementar ninguna visión estratégica, escaló como ninguno de sus pares en la estructura de poder. Casi una inversión de cualidades con el kirchnerismo, desprendido de la construcción de empatía al interior de la política y, a veces, de la sociedad misma. Y hablamos también del financiamiento de las campañas. Asunto especialmente sensible en épocas de “bolsos voladores”. Otro ítem del que se encarga en persona el protagonista. Y si José López no tuvo, en el momento menos oportuno de su trayectoria, siquiera la viveza del sigilo, el socio de Macri hace un culto del cuidado de su privacidad.

es necesario evitar la tentación de creer que el actual oficialismo ha trasladado, sin más, la lógica patronal al Estado

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El PRO no es, pues, un grupo de vivos que se tomó la molestia de escalar hasta la Casa Rosada para asegurar desde la legalidad su plan de negocios. Pero no hace falta abundar en cuanto al papel que sus convicciones económicas juegan en la gestión. Aciertan, en ese entendimiento, Barral Grigera y Rafele al bucear en las formas subjetivas del colegio Cardenal Newman, el ámbito que reunió a Macri con Caputo hace más de cincuenta años. Sorprendentemente para quienes abordamos esta historia con prejuicios, nos enteramos aquí que esa escuela no se destaca precisamente por su nivel académico.

Más que la CEOcracia, nos gobierna hoy la Newmancracia. ¿Qué valores impregna esa educación? Disciplina, rigidez, esfuerzo, espíritu de equipo (el deporte que más se practica ahí es el rugby). “Valores”, palabra central en el credo macrista. ¿Cuáles? Los suyos. Los que podríamos, no sin algo de arbitrariedad claro, ubicar en el “liberalismo conservador” que practica Macri.

libro

En tiempos de “psicologismo” reduccionista a la hora de “analizar” la política, viene bien un estudio de una personalidad clave pero desde las notas sociológicas que la organizan. En la presentación, Alejandro Bercovich preguntó a los autores si notaron rasgos de la jerarquía despreciativa con que los empresarios argentinos suelen manejar sus relaciones con los trabajadores en sus charlas con Caputo. Nicky sabe responder incluso a eso. Según sus biógrafos, no hay ningún ataque directo en sus palabras, sino una constante apelación a una dimensión sacrificial de hombres que, pudiendo vivir tranquilos de sus negocios, asumen la carga de encarrilar al país por la senda de “lo que hay que hacer”. Consumido un tercio de mandato, sin embargo, no queda tan claro que sean los sectores propietarios los que están haciendo el esfuerzo que ello requiere.

Si sería previsible entender que el Newman reproduce estatus social, y que en parte esa educación lavó a Mauricio Macri de la mancha “plebeya” de Franco; el hijo también de Argentina Blanco Villegas, una de las familias icónicas de la oligarquía bonaerense, carga con la sombra de una “agresividad de clase”, la que cada tanto en sus declaraciones florece modulada como un sentido común contra los trabajadores, sindicalistas o beneficiarios de planes sociales (“sujetos de derechos”, dicho correctamente). En las últimas semanas empezó a hablarse del abandono oficialista de su fase zen.

En esa línea, entonces, el libro de Barral Grigera y Rafele también ofrece pistas útiles, históricas y fácticas para descifrar este giro discursivo.

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