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18 de julio 2020

Tomás D'Amico

Corresponsal en Belgrado, Serbia/ Fotos del autor y Marko Jovanovic

EL ROMPECABEZAS DE LA PROTESTA SERBIA

Tiempo de lectura: 10 minutos

Es martes por la tarde y el jefe de Estado, Aleksandar Vucic, anuncia en conferencia de prensa la instrumentación de un posible toque de queda los fines de semana porque, al parecer, el país sufre un repunte del Coronavirus. A las pocas horas, miles de personas se concentran espontáneamente en las puertas del Parlamento en Belgrado y, luego de intentar ingresar al edificio, la policía responde con gases lacrimógeno y golpizas que, según varios afirman, no se ven desde la presidencia de Slobodan Milosevic en los años noventa. 

La noticia corre por numerosos medios de comunicación y, en líneas generales, se publica que una parte de la ciudadanía se rehúsa a aceptar las nuevas restricciones. En respuesta, muchos serbios se lanzan en las redes sociales a explicar qué se esconde detrás del descontento popular: la gestión política de la crisis sanitaria; el autoritarismo del gobierno; la manipulación de las estadísticas oficiales del Covid-19 con fines electorales. 

“Enmarcar esto como una protesta contra las restricciones y el toque de queda no es realmente cierto. Es más una bronca contra el mal manejo de toda la situación y por la irresponsabilidad del gobierno al culpar y castigar a los ciudadanos; y luego, por supuesto, rabia por los resultados electorales”, dice Laura, manifestante y activista del movimiento LGBT. Las calles de Belgrado son invadidas principalmente por grupos de adolescentes y jóvenes, también familias, madres solas con sus hijos, parejas que pasean perros, ancianos, gente de traje que recién salió de la oficina. Un pequeño sector lo hace con sus rostros cubiertos con buzos o pasamontañas, la gran mayoría lleva tapabocas o mascarillas. El primer día no se ven pancartas ni carteles, sólo unas pocas banderas serbias cargadas en los hombros. Se reúnen diferentes clases sociales y orientaciones políticas, se observan personas con leyendas nacionalistas en sus remeras o que llevan tatuajes anarquistas o gorros con la bandera cubana, todos agrupados en una misma columna de frente a los policías. 

miles de personas se concentran espontáneamente en las puertas del Parlamento en Belgrado y, luego de intentar ingresar al edificio, la policía responde con gases lacrimógeno y golpizas que, según varios afirman, no se ven desde la presidencia de Slobodan Milosevic en los años noventa. 

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Al mediodía siguiente, Vucic llama a una conferencia de prensa en la que se inclina por la confrontación. Se refiere a los manifestantes como hooligans extremistas de derecha, irresponsables, e incluso dice contar con evidencia de conexiones entre estos y algunos servicios secretos de países cercanos. La provocación enciende la bronca en Belgrado y se extienden a otras grandes ciudades como Novi Sad, Nis y Kragujevac. “La gente está frustrada, no sólo por la situación previa de la pandemia, de no poder salir de sus casas, sino por el gobierno que después del Estado de Emergencia y hasta las elecciones no tomó ninguna medida para cuidar a la población. Hoy tenemos que salir a trabajar y muchas personas infectadas son obligadas a tomarse días de vacaciones. El anuncio del toque de queda fue la gota que rebalsó el vaso”, indica Milica Svabic, abogada integrante del Centro para el Desarrollo de Políticas Sociales Klikaktiv.

Las raíces de la revuelta

Al inicio de la pandemia, Vucic ocupó los principales portales de noticias internacionales cuando, entre lágrimas, culpó a la Unión Europea por haberle negado ayuda. El vacío lo cubrió China enviando aviones con científicos, médicos, medicamentos, equipamiento técnico, respiradores, máscaras y guantes. Con el correr de las semanas llegó asistencia de Rusia, Turquía y, claro, la reconciliación con la comunidad europea. 

El Estado de Emergencia rigió del 15 de marzo al 6 de mayo, se suspendió la Asamblea Nacional y se aplicó la batería de medidas más rigurosa de la región: toque de queda por doce horas de lunes a viernes; cuarentena total durante los fines de semana; personas mayores de 65 años obligadas a permanecer en sus domicilios; cancelación del transporte y de las conexiones entre ciudades; cierre de parques, espacios públicos, escuelas, jardines, universidades. Vucic encarnó su versión paternalista y endureció el discurso, advirtió a los ancianos que no habría tumbas suficientes para ellos si no respetaban las ordenanzas. 

Pero algo pasó a mediados de abril, mientras el país transitaba el peor momento y el promedio infectados diarios rozaba los 400 y se alcanzaba el centenar de muertos. La primera Ministra Ana Brnabic anunció en una cadena de noticias que la epidemia estaba llegando a su fin y que Serbia se encontraba fuera de la zona de peligro. El cambio de narrativa sorprendió a todos. 

A los pocos días, las cifras oficiales acompañaron los dichos de la Mandataria: iniciaron una caída por debajo de los 100 contagios diarios que se mantuvo hasta el 23 de junio. Del mismo modo, la curva de muertes se acható en una unidad diaria. Fue así que Serbia pareció retomar los privilegios de la “normalidad”. Libre de restricciones, la gente regresó a sus puestos de trabajo con la única recomendación del uso de máscaras en los transportes públicos. Se reactivó la actividad de bares, discotecas, fiestas de casamiento, conciertos al aire libre, a puertas cerradas, y dos famosos eventos: un derby de fútbol entre Estrella Roja y Partizan que reunió a más de 20 mil espectadores; el torneo de tenis AdriaTour organizado por Novak Djokovic. Mientras tanto, la estadística oficial rondaba los 70 contagios diarios. 

Aquellas semanas estuvieron marcadas por la puja electoral. Vucic reapareció en actos políticos sin cuidados ni protección y, a pesar de la negativa de muchos sectores, se fijó la fecha de las elecciones parlamentarias para el 21 de junio. “Lo que hizo el gobierno después del levantamiento de las restricciones, con la organizacion de encuentros deportivos, la actividad de bares nocturnos y eventos con miles de personas, fue planeado con el proposito de llamar a la poblacion a votar y así dar legitimidad a las elecciones. Un gran número de personas, más de las que actualmente protestan, tomó conciencia de que en este periodo mucha gente fue sacrificada”, señala Nikola Kovacevic, abogado y miembro de la iniciativa A11 de protección de derechos civiles y sociales. 

Los partidos más relevantes de la oposición, incluida la coalición Alianza por Serbia, llamaron a posponer los sufragios y, ante el rechazo oficial, boicotearon el proceso y se negaron a participar. Apenas el 48% de los serbios acudió a los comicios, entre ellos sólo un tercio de los belgradenses. El Partido Progresista Serbio (SNS) de Vucic y sus aliados del Partido Socialista (SPS) arrasaron en las urnas con el 60,6% y 10,3%, respectivamente, y se hicieron con la mayoría absoluta en el Parlamento, escenario sin precedentes desde 1991.

Apenas concluidas las elecciones, la curva de contagios se disparó nuevamente con cifras similares a abril. Llegó la noticia del test positivo de al menos cinco futbolistas del Estrella Roja y, claro está, los tenistas Djokovic, Grigor Dimitrov, Borna Coric y Viktor Troicki. Tanto la prensa internacional como la opinión pública, incluso canales y revistas locales que responden al oficialismo serbio, responsabilizaron al número uno del tenis. Sólo unos pocos recordaron a los responsables políticos que dieron luz verde a los encuentros. También se supo que al menos cinco miembros del partido gobernante que estuvieron presentes en la fiesta de celebración de la victoria dieron positivo, incluidos el ministro de Defensa, Aleksandar Vulin y la presidenta de la Asamblea Nacional, Maja Gojkovic.

Vucic ocupó los principales portales de noticias internacionales cuando, entre lágrimas, culpó a la Unión Europea por haberle negado ayuda. El vacío lo cubrió China enviando aviones con científicos, médicos, medicamentos, equipamiento técnico, respiradores, máscaras y guantes. Con el correr de las semanas llegó asistencia de Rusia, Turquía y, claro, la reconciliación con la comunidad europea

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Reinaba la desconfianza general en las estadísticas oficiales cuando un equipo de investigación del Balkan Investigative Reporting Network (BIRN) reveló en un informe las diferencias entre las cifras de contagios y de muertes anunciadas por las autoridades y los números registrados en la base de datos nacional. A modo de ejemplo, durante el periodo de las primeras 244 víctimas oficiales – 19 de marzo al 1 de junio -, BIRN expuso que, en el sistema, figuraban 632 fallecidos cuyo test había dado positivo. De modo similar, las cuatro jornadas previas a las elecciones se habían difundido hasta un máximo de 97 infectados diarios al tiempo que en el registro nacional el monto ascendía los 300 casos. Al ser consultada en televisión, la Primera Ministra respondió que las muertes podrían estar asociadas a otras causas tales como accidentes de tránsito. “Supongamos que haces el test y da positivo, luego tienes una cita en una clínica y, de camino, te atropella un autobús. ¿Crees justo que te apunten como un muerto por Coronavirus?”, dijo. 

Frente al rebrote oficializado, Vucic echó responsabilidades contra los ciudadanos y puso en claro que se encargaría de tomar medidas drásticas. Radomir Nikolic, alcalde de la ciudad de Kragujevac por SNS e hijo de Tomislav, el anterior Jefe de Estado, redobló la apuesta y dijo que los serbios sólo entendían a fuerza de golpes. La semana pasada llegaron las primeras medidas: cierre de restaurantes, bares y confiterías a partir de las 23 horas; prohibición de eventos multitudinarios en espacios cerrados y al aire libre. El conflicto en las calles llegó horas después que el Presidente anunciara un posible toque de queda para los fines de semana. 

Marcha hacia la incertidumbre

Por el momento, la movilización no tiene liderazgos visibles ni demandas unificadas. En la primera jornada no se ve ni propaganda ni legisladores ni candidatos. Al menos dos miembros partidarios son increpados y expulsados al intentar sumarse a la protesta. “La gente no confía en la oposición porque todos estuvieron en el poder después de la caída de Milosevic y los decepcionaron, nunca hicieron los cambios necesarios para establecer la democracia. Tenemos una gran necesidad de nuevas organizaciones, iniciativas o partidos”, comenta Kia, participante y activista de la organización Solidaridad Transbalcánica.

El Día Dos, la convocatoria reúne a unas decenas de miles de personas. Todavía escasean las banderas y la afiliación política, pero sí se hace visible un gran bloque encolumnado detrás de una cruz de madera y banners con iconografía ortodoxa. Los cánticos son anti Vucic y en favor de la recuperación de Kosovo. Los disturbios se inician temprano. Primero llueven botellas, luego pirotecnia, bengalas y, por último, piedras hacia la policía acordonada en la entrada al Parlamento. No es posible identificar a los responsables, son grupos minúsculos apostados en diferentes sitios. Hay manifestantes que creen que son infiltrados o hooligans funcionales al gobierno, tampoco descartan que se trate de agrupaciones radicalizadas. El final es el mismo: corridas, más gases, más golpizas y 153 detenciones. 

Por el momento, la movilización no tiene liderazgos visibles ni demandas unificadas. En la primera jornada no se ve ni propaganda ni legisladores ni candidatos. Al menos dos miembros partidarios son increpados y expulsados al intentar sumarse a la protesta.

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La noche siguiente se acuerda una marcha pacífica bajo el lema “todos sentados” y, por primera vez, no se observan efectivos alrededor del Parlamento. Se dan casos aislados de gente que tira botellas y que rápidamente es abucheada y desalojada. Florecen los vendedores ambulantes que venden máscaras, banderas serbias, silbatos, prendedores, trompetas. No hay enfrentamientos. “Estoy convencida de que merecemos algo mejor. Ya protestamos muchas veces antes y lo hicimos pacíficamente. Vucic no podía ocultar eso del público y hacía exactamente lo mismo que está haciendo ahora: retratarnos como hooligans y enemigos del Estado pagados por gobiernos extranjeros. Espero que un nuevo líder emerja de este caos porque Serbia necesita una nueva cara en la política”, dice Natasha Nikolic, filóloga presente en la concentración. 

Las diferencias entre los manifestantes se hacen visibles el Día Cuatro. Una fuerte campaña en redes sociales promovida por sectores radicalizados desmantela la propuesta de no violencia y, apenas iniciada la concentración, los sectores nacionalistas, de extrema derecha y tradicionalistas se ubican al frente del edificio de la Asamblea. Por su parte, los bloques minoritarios de izquierda y el progresismo se hacen a un costado. Hay quienes piden que el dinero vaya a la salud y no a la policía, que liberen a los detenidos, la gratuidad de los tests; hay quienes reclaman Kosovo e invitan a la policía a quitarse los cascos; hay quienes cantan en favor de Ratko Mladic, ex militar juzgado por genocidio, a pocas horas de cumplirse 25 años de la masacre de miles de musulmanes en la ciudad bosnia de Srebrenica. Minutos antes de la medianoche, grupos aislados lanzan pirotecnia y piedras contra la policía y, así, vuelven a repetirse los enfrentamientos de las primeras jornadas. 

Todavía escasean las banderas y la afiliación política, pero sí se hace visible un gran bloque encolumnado detrás de una cruz de madera y banners con iconografía ortodoxa. Los cánticos son anti Vucic y en favor de la recuperación de Kosovo

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Natasha es una de las tantas personas que regresan a sus casas ni bien se inician los enfrentamientos. “Espero que aprendamos de estas protestas. No podemos ganar sin una estrategia y algún tipo de organización. Se puede ver en estos días: las personas están unidas contra el enemigo común pero tienen diferentes motivos para protestar”, concluye.

Se cumple una semana del inicio de la revuelta y la caída de la convocatoria es notable. Unas 300 personas motorizadas por sectores de izquierda llevan adelante su reclamo diario frente a la prisión de Belgrado por la liberación de los detenidos. El resto se congrega ante la Asamblea Nacional, mil personas, entre público en general y, ahora sí, partidarios de los espacios políticos tradicionalistas y nacionalistas que boicotearon las elecciones. ¿Reclamos en común? Libertad a los arrestados; conformación de un nuevo Equipo de Crisis Coronavirus; anulación de las elecciones y nuevo llamado para el año próximo.Hay bronca y tristeza ante la desmovilización. Uno de los líderes de la oposición declara que es la calma que antecede la tormenta. Vucic no acusa recibo e insiste: culpa a los manifestantes por el aumento de los contagios. Según cifras oficiales, Serbia acumula 20.109 infectados y 452 muertos. 

Brutalidad policial 

La información es imprecisa pero se habla de unos 289 detenidos y se viralizan videos de la violencia policial contra jóvenes que no representan amenaza alguna o que están alejados de los enfrentamientos: dos chicos sentados en un banco de plaza que reciben bastonazos, otro que anda en bicicleta y es empujado y pateado en el suelo; un hombre golpeado por una veintena de agentes. No faltan quienes tienden paralelismos entre esas escenas y la represión durante la era Milosevic. Para Milica, el comportamiento de las fuerzas de seguridad sigue la línea de otras grandes protestas post Milosevic como, por ejemplo, en 2008 contra la secesión de Kosovo, donde grupos nacionalistas incendiaron la Embajada estadounidense, o bien en 2010 durante la marcha del orgullo LGBT. En esta última, la policía chocó con sectores de extrema derecha que se oponían a la movilización. 

Nikola, cuya organización trabaja actualmente en decenas de casos de personas detenidas o golpeadas en las últimas jornadas, explica: “Durante los años de Milosevic la violencia policial fue sistemática. Después también se registraron excesos del uso de la fuerza pero no del modo en que ocurre en estos días, con una docena de policías dando golpes y bastonazos a una persona tirada en la calle o echando gas lacrimógeno a gente pacífica o arrestando aleatoriamente. Eso no se veía hace mucho tiempo. Y lo que más preocupa es que Brnabic junto a los ministros de Policía y de Defensa mantengan el apoyo a este accionar a pesar de la evidencia registrada en video y en los reportes de los médicos forenses”. 

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