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03 de diciembre 2020

Ezequiel Meler

¿EN LOS ALBORES DE OTRO GENOCIDIO?

Tiempo de lectura: 11 minutos

EM: ¿Qué pasa en Artsaj? ¿Cómo surge el conflicto que vemos en los diarios?

JPA: Para entender el conflicto actual, hay que remontarse al origen de estas Repúblicas. Entre 1918 y 1920, después de la Primera Guerra Mundial, tenemos una República de Armenia, reconocida por la Liga de Naciones, una República de Azerbaiyán y una República de Georgia. El territorio específico de Artsaj está entonces en litigio entre estas dos pequeñas repúblicas. En 1920, se sovietiza toda esa región, se vuelve parte de la Rusia bolchevique, todavía no existe la Unión Soviética, y cuando Stalin es el comisario de las nacionalidades, decide, en lo que es una política de continuidad de Moscú respecto de cómo manejaba Moscú la problemática las nacionalidades en su imaginario imperial, y sus “periferias”, incluso con elementos de actualidad… se decide entonces dar dos territorios, Najichevan, al oeste, y lo que es Artsaj, para la República socialista de Azerbaiyán. Artsaj va a tener cierta autonomía o de Oblast, donde a los armenios se les permite mantener sus actividades, su cultura, pero en los hechos durante todo el período soviético los armenios también residen en Azerbaiyán, no solamente en Artsaj, o Nagorno Karabaj, sino también en Bakú, en Sumgait, y en otras ciudades, así como residen azeríes en Armenia. Esto es propio de la política de integración que preconiza el socialismo realmente existente. 

Ahora bien, durante el transcurso de la dominación soviética, la población armenia es discriminada, tienen menos inversiones, menos infraestructura, y tienen aun así una mayoría en términos numéricos, aun cuando se esperaba lo contrario, un decrecimiento.

Llegamos así al año 1977, cuando los propios líderes soviéticos reconocen justamente el carácter arbitrario que había tenido darle este territorio a la república de Azerbaiyán, pero esto no generó ningún impacto real.

Con el proceso de Perestroika y Glasnost, bajo Gorbachov, tenemos un proceso de reemergencia de las nacionalidades, algo que parecía que el socialismo había desestructurado, si uno ve Yugoslavia, o lo que luego sucede en distintas partes de los territorios del campo socialista, se ve que las líneas de fractura son más fuertes de lo que se había creído. En ese sentido el Cáucaso tiene también estos elementos, y en el año 1988, con los reclamos de Artsaj, en el marco legal de la URSS, de poder ser parte de la República de Armenia, y no de la República de Azerbaiyán, el gobierno de esta República, y parte de su población civil, va a tener una respuesta muy violenta y vinculada a prácticas racistas, como son los pogromos, pogromos en Sumgait, que es una ciudad costera, y en Bakú. Al punto tal que los pogromos de 1990 generaron una carta abierta de diversos intelectuales de un amplio abanico de ideas, desde Isaiah Berlin hasta Jacques Derrida, condenando estos crímenes.

A pesar de todo esto, la idea de la autodeterminación continuó, al punto tal que dentro todavía del marco legal de la URSS, se hace un plebiscito y la mayoría armenia de la región vota por más del 90% por pertenecer a la República de Armenia. Este plebiscito es negado por Azerbaiyán, negando no solamente el marco legal de la propia URSS sino también el derecho internacional de autodeterminación de los pueblos. Y en ese camino entonces es que, al derrumbarse la URSS, sobreviene una guerra muy violenta, donde mueren alrededor de 30.000 personas, donde hay acusaciones cruzadas de abusos cometidos, y donde, de facto, triunfan los armenios de Artsaj.

¿Cuál es la situación entonces? A partir de ahí se da un llamado congelamiento del conflicto, cuya resolución queda a cargo del llamado Grupo de Minsk: Estados Unidos, Rusia y los beligerantes, Armenia y Azerbaiyán. Lamentablemente, no ha habido en el transcurso de ese tiempo una solución diplomática y, por el contrario, lo que se dio en Azerbaiyán es un doble elemento de humillación y de exacerbación de un etnonacionalismo de carácter revanchista, teñido de racismo explícito.

durante el transcurso de la dominación soviética, la población armenia es discriminada, tienen menos inversiones, menos infraestructura, y tienen aun así una mayoría en términos numéricos, aun cuando se esperaba lo contrario, un decrecimiento

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EM: ¿Cuáles son las características de ambos países?

JPA: Gran parte de la prensa internacional, cuando esto “emergió”, en septiembre de este año, hablaron de choques entre dos exrepúblicas soviéticas. Incluso algunos medios occidentales hablaron de erupción de violencia. Imaginate que alguien en 1939 hable de erupción de violencia, o de choques de violencia entre Alemania y Polonia. Eso sin marco, sin referencia. Pero bueno.

Armenia fue una república, surgida también en el año 1991, que tuvo problemas muy grandes, derivados del bloqueo que generó Turquía inmediatamente a partir de la guerra y de la ausencia de recursos naturales, energéticos, significativos, algo que a estos pequeños estados, en el marco de la geopolítica o de la realpolitik, los hace mucho más vulnerables a la depredación de actores regionales como Turquía, y al desinterés de los grandes poderes. Un país que tuvo los shocks de la transición de una economía planificada -bien, mal, pero planificada- a un shock neoliberal. Que produjo una desestructuración, una importante migración de población armenia hacia Rusia, hacia los Estados Unidos, hacia Europa y también hacia Argentina. Pero es un país carente de recursos naturales típicos de esta nueva fase global, transnacional del capitalismo. Ahora bien, en 2018, tuvo una movilización para llevar una mayor transparencia y democratización del sistema. El líder emergente fue un periodista, Nikol Pashinian, que es el actual primer ministro de Armenia.

Ahora bien, comparativamente sería difícil pensar que un país de tres millones de habitantes quiera entablar una “erupción de violencia” contra un vecino que tiene alrededor de diez millones de habitantes, los recursos y el interés geoestratégico del petróleo, y el interés que tiene, no solo para Turquía sino para Europa, el campo petrolífero de Bakú. En ese sentido una de las principales empresas interesadas es British Petroleum, que obtiene grandes ganancias de la explotación de esos recursos, y que ahora tiene un proyecto de generar un oleoducto, o un pipeline, como se dice en inglés, que sale de Bakú, sortea Armenia, pasa por Georgia o directamente ahora por Turquía, y de ahí a Europa. Eso le permite a Europa no tener una dependencia del gas, del petróleo, y del recurso energético de Rusia.

Es una guerra que claramente se inicia en un contexto, la crisis social y global de la pandemia

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Ahora bien, este no es el primer episodio de violencia de parte de Azerbaiyán. En 2016 hubo una guerra, la denominada guerra de los seis días. Y en julio de este año Azerbaiyán atacó no solamente Artsaj, pero también Armenia, en la provincia de Tavush.

Ahora bien, la característica de Azerbaiyán es un régimen político basado en un clan. A partir de inicios de los años 1990, después de un breve interregno, Aliyev padre tiene el poder en Azerbaiyán. Al fallecer, el poder pasa a Aliyev junior, a su hijo, y la vicepresidenta del país es la esposa de Aliyev. Pero sin embargo esto no genera grandes signos de alarma en las potencias, sino que, por el contrario, es leído como una forma de un régimen duro que permite tener una estabilización de un recurso económico como es el petróleo. Hay poca transparencia, una opinión pública controlada, esto se vio especialmente durante la guerra, la única red que funcionaba era Twitter, y estaba controlada, periodistas presos.

EM: Y hablemos ahora de la guerra

JPA: Es una guerra que claramente se inicia en un contexto, la crisis social y global de la pandemia. Hay algunos datos fácticos. Azerbaiyán lanza una ofensiva con el apoyo directo de la potencia regional que es Turquía. Turquía, un país de alrededor de 80 millones de habitantes, el segundo ejército terrestre de la OTAN, que tiene además desde hace dos años una política sumamente agresiva, no solo en el Cáucaso sino también en Siria, Libia, y en el Egeo, básicamente por la posibilidad de que existan recursos petrolíferos en esa zona, y el conflicto que ya arrastra con Grecia, que arrastra desde la invasión de Chipre. En ese contexto cabe señalar que Erdogan lanza y apoya esta guerra para escapar de una crisis económica, de la devaluación de la lira turca, así como de serios problemas internos de diversa índole.

En ese contexto es que Erdogan lanza y apoya esta guerra. ¿Cómo? Enviando mercenarios yihadistas, terroristas sirios, que se les pagan 2000 euros al mes por pelear en el Cáucaso, más un bonus por cada cabeza de soldado armenio que corten. Algo que está comprobado y condenado por la ONU.

Ahora bien, Aliyev sostiene una retórica que no se limita a la recuperación de los territorios, sino también una de tipo racista, deshumanizador. En declaraciones anteriores señaló que todos los armenios del mundo son sus enemigos. También señaló que iban a echar a los armenios como perros. Este elemento, este odio, se vio asimismo en distintos puntos del mundo cuando grupos callejeros turcos se lanzaron a las calles a “cazar armenios”, vandalizar monumentos, como en Lyon donde destruyeron el memorial del genocidio de 1915.

EM: Los lobos grises.

JPA: Claro. Como los grupos nazis en los años treinta o los neonazis en los años noventa. También hay una política activa del gobierno de Azerbaiyán de destruir todos los restos materiales de la zona de Najichevan, que como te había dicho antes Stalin le cedió a Azerbaiyán en los años veinte, de destruir los artefactos, como las cruces talladas en piedra, llamadas Jachkar. Esto implica el peligro cierto de una limpieza étnica, en el sentido de videos de decapitaciones de soldados armenios, destrucción de casas y monumentos, etc. Todo esto circula en las redes.

la característica de Azerbaiyán es un régimen político basado en un clan. A partir de inicios de los años 1990, después de un breve interregno, Aliyev padre tiene el poder en Azerbaiyán. Al fallecer, el poder pasa a Aliyev junior, a su hijo, y la vicepresidenta del país es la esposa de Aliyev

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EM: Volvamos a la guerra. ¿Quienes apoyaron a Azerbaiyán?

JPA: Por un lado, teníamos un ejército de los habitantes de Artsaj, provisto con armamentos de los años ochenta, de la época soviética, con el idealismo casi romántico de ir a hacer una guerra de desgaste. Pero el desbalance es evidente. Participaron las fuerzas especiales turcas, el ejercito azerí, los mercenarios sirios, pero también afganos e incluso, y esto debe comprobarse también, se comenta la presencia de fuerzas paquistaníes. En ese sentido entonces hay una disparidad enorme de fuerzas, la tecnología de los drones fue mortífera. Hay que resaltar también el uso de bombas de racimo, armamento prohibido, contra población civil, catedrales, hospitales, maternidades, etc., objetivos alejados del teatro bélico. Se bombardearon las principales ciudades, como Shushi y Stepanekert. Al mismo tiempo Turquía usó fósforo blanco, algo similar al napalm, destruyendo vidas y creando un daño ambiental terrible.

El otro elemento fue la inacción de los poderes mundiales, en forma de sanciones económica contra Turquía, que quizás hubieran generado una repercusión, porque durante los 45 días de guerra hubo tres intentos al alto el fuego que fueron ignorados por Turquía y Azerbaiyán, uno por Rusia, uno por Francia, y un tercero por los Estados Unidos. Estos tres ceses al fuego fueron violados sistemáticamente sin ningún tipo de repercusión. 

El plan original era que, en una suerte de guerra relámpago, en no más de cuatro o cinco días, estas fuerzas combinadas conquistarían todo el territorio. Se encontraron con la resistencia y la abnegación de los jóvenes armenios, muchos de ellos de 18 años, que resistieron durante 45 días, ante la mirada atónita de muchos y el silencio de la mayoría. Es con el derribo de un helicóptero ruso por parte de Azerbaiyán que se da una intervención directa de Vladimir Putin para terminar con las hostilidades. Hay que recordar que Rusia y Armenia tienen un tratado de defensa recíproca, pero no hubo tropas rusas durante este conflicto peleando lado a lado con armenios, como sí hubo tropas de elite turcas. O sea, no es solamente el problema de la retórica, sino acciones contra población civil y soldados.

EM: ¿Cuáles son las últimas noticias?

JPA: El derribo del helicóptero ruso por parte de tropas azeríes genera una intervención directa de Rusia, para que se establezca una posibilidad real de un alto el fuego, en el cual, Pashinian -primer ministro armenio- y Aliyev tengan que supeditarse a nueve puntos que señala Putin para terminar con el conflicto armado. La cuestión está todavía abierta en términos diplomáticos. 

Las condiciones para los armenios significaron que los territorios adyacentes a Artsaj que habían recuperado en la guerra del 91-94 tengan que volver a Azerbaiyán, pero, además, uno de los puntos que no son claros es sobre el estatuto de Artsaj, gran parte del territorio de Artsaj está en litigio. La capital de Artsaj, Stepanekert sigue en manos armenias, pero la ciudad de Shushi está en una situación extraña. Hay un significado simbólico muy fuerte para los azeríes. Y al mismo tiempo hay una noción del peligro que implica para los armenios de Stepanekert la presencia militar azerí en Shushi. La presencia militar rusa es predominante, pero Erdogan logró autorización de su Parlamento para que haya presencia turca en Azerbaiyán. No sabemos si querrá también tener presencia militar equivalente en el territorio en litigio.

Esto despierta la suspicacia de Putin. No olvidemos que el Cáucaso es la frontera sur de Rusia. En ese sentido Putin buscó con el alto el fuego una suerte de solución salomónica, para evitar por un lado que Armenia colapse completamente frente a esas fuerzas combinadas, y al mismo tiempo preservar su relación estratégica con Azerbaiyán, para extraer o contener la presencia turca.

Aliyev sostiene una retórica que no se limita a la recuperación de los territorios, sino también una de tipo racista, deshumanizador. En declaraciones anteriores señaló que todos los armenios del mundo son sus enemigos. También señaló que iban a echar a los armenios como perros.

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Putin juega al ajedrez en un tablero tridimensional, donde no importa solamente el Cáucaso, sino también el conflicto en Siria -donde enfrenta a Turquía-. Pero con una diferencia: si en Siria pueden tener lugar soluciones transaccionales, es más difícil que eso pase en el Cáucaso, el backyard, el patio de atrás, de la propia Rusia. Es su área defensiva. ¿Cuál es la respuesta de Putin? Intervención directa con tropas, única garantía del alto el fuego. Pero la situación es de extrema fragilidad, como lo es en Ucrania, en Siria, etc.

Erdogan, por su parte, ha abierto todo tipo de frentes. Sus comandantes y las fuerzas de elite han participado directamente en la guerra, hay pruebas materiales -incluso circuló en todo el mundo un cuchillo de las fuerzas de elite encontrado en el propio campo de batalla. También el ministro de relaciones turco iba a Bakú asiduamente. Continuamente Erdogan hace referencia a una retórica neootomana, como por ejemplo cuando dice que los armenios son el resto de la espada, o bien cuando afirma que ellos vienen a terminar lo que empezaron sus abuelos. Incluso ha dicho que “Jerusalén es y ha sido nuestra ciudad.” Todo en el marco de una presencia en los territorios del antiguo imperio otomano, desde el Norte de África hasta el Egeo, Siria y el Cáucaso.

EM: Lo que estamos viendo es un avance de la soberanía azerí sobre Artsaj. ¿Es posible la convivencia entre dos pueblos luego de semejante conflicto? ¿Qué pasa mientras tanto en Armenia?

JPA: La coexistencia es imposible, si la soberanía se ejerce como decapitaciones y fósforo blanco, creo que no es posible. La realidad es que lo mejor sería una fórmula de autodeterminación o, como propuso un filósofo francés, Bernard Henry Levy, un modelo híbrido, como el de Trieste, de ciudades libres.

En cuanto a Armenia, la situación es muy delicada, una pérdida humana de tres mil soldados. Había una esperanza generada por la llamada Revolución de Terciopelo de 2018, pero por ahora parece que el primer ministro se sostiene. Te repito, es una situación muy delicada, con renuncias en el gabinete. Es lógico el shock, así como la herida narcisista, de todos aquellos que volvieron a pasar por el trauma de 1915.

Las lecciones del Cáucaso indican que lo que pasa aquí replica lo que pasa en el mundo, y lo que pasa en el mundo puede ser la escuela de nuevos actos predatorios, de nuevos autoritarismos

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También en Azerbaiyán la situación es más matizada y ambigua. Primero porque se gastaron millones de dólares. Segundo, en el territorio que consideran propio hay tropas rusas. Tercero, hay mercenarios sirios. Cuarto, lo más probable que es que haya un despliegue turco, que representa una nueva amenaza a su soberanía.

EM: Vimos muchos armenios viajar a Nagorno Karabaj a despedirse de sus reliquias de su historia, de sus monasterios. ¿Hay un peligro real de destrucción de esos artefactos?

JPA: Exactamente. Te agrego una cosa, mucha gente quemaba sus casas. Sí, hay muchísimos objetos que relevar, muy ricos para el acervo histórico a nivel global, monasterios, etc. No debería pasar lo que pasó en Najichevan, donde se destruyeron todos los rastros de la civilización armenia. Hay una alerta de distintos museos del mundo para monitorear esos recursos, esos artefactos que nos dicen mucho de la historia del género humano.

EM: ¿Un balance final?

JPA: Las lecciones del Cáucaso indican que lo que pasa aquí replica lo que pasa en el mundo, y lo que pasa en el mundo puede ser la escuela de nuevos actos predatorios, de nuevos autoritarismos. Necesitamos una coalición progresista de la sociedad civil global, de todos los sectores que aman la libertad y la coexistencia, que en todo el mundo defienda los valores de los derechos humanos que hoy se ven amenazados. Ya vimos el precio de no condenar lo que pasó en 1915. Estos son problemas de toda la humanidad. El discurso del odio cruza los continentes y las culturas.

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