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14 de julio 2017

Mariano Wiszniacki

ENTRE PISOS Y TECHOS

Tiempo de lectura: 4 minutos

Pasó el cierre de listas, pasó la novela de Cristina, Randazzo, PJ sí, PJ no, los Esmeraldas, los Patria y la mar en coche. CFK pegó un golpe de timón y en dos movidas armó su Unidad Ciudadana y presentó su disco show en Arsenal. El movimiento reordenó el tablero, puso para la bandera de largada a algunos y dejó bailando sueltos a otros. Pero ahora arranca la campaña. O mejor dicho, una campaña. La que llegará hasta las PASO. La otra se dará entre el 13 de agosto y el 22 de octubre y todo hace pensar que obligará a cada uno a barajar y dar de nuevo. Así las cosas y con la lluvia de encuestas volando por los aires microclimáticos de la política nacional, los jefes de campaña deberán dilucidar una estrategia comunicacional para llegar bien parados de cara a las elecciones generales. Desde ya, para cada candidato o fuerza política su estrategia.

Arranquemos con el gobierno para pensar cuáles son los interrogantes que se le plantea a su diseño de campaña. En primer lugar, nacionalizar o no la cruzada. ¿Se trata o no de un plebiscito de la gestión de Cambiemos? No hay muchos éxitos que difundir y el apoyo que el gobierno mantiene parece sostenerse sobre el agite de un pesado pasado. Eso obliga a reforzar los dardos sobre Hotesur, el serobaronunPBI, Báez, De Vido y los bolsos de López, pero tiene un límite. ¿A quién interpela ese discurso? ¿Suma más votos o sólo refuerza la convicción del convencido? Y en todo caso, ¿cómo se hace para alcanzar a aquel que no habiendo votado a Cambiemos en primera vuelta tiñó su voto de amarillo en 2015 en ballotage? En segundo término, el candidato a senador, Esteban Bullrich, es una figura que todavía es necesario instalar en el imaginario del votante bonaerense -en particular del conurbano- y que no rebosa de carisma para ampliar el cielorraso electoral sólo con su espigada silueta. El comando de campaña también deberá enfrentar la limitante de que ni el presidente ni menos aun la gobernadora, quienes conservan altos niveles en el saldo de imagen, serán candidatos. La imposibilidad de trasvasar los votos y la representación personalizada -y no acotada a adhesiones ideológicas explícitas o partidario-culturales-puede dificultar esa necesidad de ampliar la cantidad de votos, salvo que Macri o Vidal se pongan al hombro la campaña -con el riesgo que eso implica- o que el actual ministro de Educación y Deportes decida ponerse una careta con la sonrisa de la chica de Flores. Que los votos no se transfieren lo sabe bien Horacio Rodríguez Larreta y, en cualquier caso, parece ser un asunto que atraviesa a los principales participantes de esta nueva contienda. Finalmente, hay que reconocer que en ese sentido Bullrich bailará con la más fea, pues enfrentará a dos dueños del circo. Los presentamos.

No hay muchos éxitos que difundir y el apoyo que el gobierno mantiene parece sostenerse sobre el agite de un pesado pasado

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CFK, le guste a quien le guste y le moleste a quien le moleste, ocupa gran parte de la escena. Desde el punto de vista comunicacional sorprendió a propios y extraños con su mise en scene duranbarbiana el 20 de junio. Allí marcó un hito en relación a lo que fue su estilo durante los últimos tiempos de su gobierno y decidió hablar poco, interpelar a los afectados por las políticas del gobierno y vaciar su presentación de liturgia y pasados míticos. Sea porque haya decidido construir su nueva apuesta política en clave Podemos o porque intenta crear un poderoso partido vecinal del Gran Buenos Aires, lo cierto es que su jugada inicial ha sido tan creativa como arriesgada. Creativa porque obliga a reposicionarse a los demás candidatos, en particular a Massa y, en menor medida a un desdibujado Randazzo. Arriesgada porque pareciera difícil que pueda sostenerse así hasta las PASO. Se ha dicho hasta el cansancio sin que termine de quedar claro qué significa eso en términos de comunicación política: Cristina tiene alto el piso y bajo el techo. Es decir, tiene ya hoy una intención de voto alta y decidida en la Provincia de Buenos Aires, en particular en el conurbano, y no necesita instalarse como candidata, pero para que obtenga un triunfo que la perfile con holgura para las elecciones generales necesitar sumar. Aquí el tema para CFK es por donde, o mejor dicho a quienes puede convencer para que pongan su boleta en las urnas. Por un lado, hay un núcleo duro de votantes de Cambiemos a quienes no tiene sentido interpelar, pero además habría un sector amplio de la población que aun descontento con el rumbo de las políticas económicas del gobierno, la figura de Cristina le produce rechazo. Hacia allí apuntó la primera presentación de ella como candidata, lavando su perfil más combativo, pero es difícil que eso pueda mantenerlo sin otra vez redundar en debates sobre modelos y discursos pedagógico-argumentativos que alejan a ese votante que dice no estar “ni de un lado, ni del otro”.  En todo caso, el interrogante para CFK será triple. Por una parte, construir una agenda discursiva -y por qué no un estilo verosímil- para hacer pie en ese espacio social que le viene siendo esquivo desde 2013. Por otro lado, soportar la lluvia de carpetazos que podrá venir sin que eso la afecte en intención de voto. En tercer lugar, elaborar un discurso de futuro convocante, con una equilibrada dosis de utopía y realismo.

CFK decidió hablar poco, interpelar a los afectados por las políticas del gobierno y vaciar su presentación de liturgia y pasados míticos

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Sergio Tomás Massa, finalmente, otra vez será el botín en disputa. Su desafío no parece que pueda ser más que conservador, que no es poco a esta altura. Pretendido dueño de ese moyanismo social, se aferrará con uñas y dientes mientras los perros de un lado y del otro intenten morderle los talones. Todo hacía pensar que llegaba algo desdibujado a este momento. Sin embargo, y aun cuando todos los consultores le auguran una caída, el tiempo no parece haber pasado desde el 25 de octubre de 2015 cuando se llevó el 22,43% en la elección presidencial de la provincia de Buenos Aires. Recibirá punchs de ambos rincones, sea porque estén dispuestos a quitarle parte de ese votante o porque, en la perspectiva de restarle al otro, lo fortalezcan. De cualquier modo, su desafío será primero dirigir su estrategia hacia el lado que más le convenga sin quedar preso de las otras dos fuerzas y, en su caso, decidir cuál es ese lado sin que se achique la avenida del medio. Massa, demasiado preso de la coyuntura durante este año y medio, ha perdido capacidad de construir una comunicación cohesionada como sí la tuvo en la campaña 2015. Allí tendrá que dar su batalla.

Hora cero. Cuánto de nuevo y cuánto de viejo hay en la comunicación política de campaña en la Argentina lo sabremos a partir de hoy. Largamos.

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Comentarios

  1. Felices los cuatro. Hasta el 13/8 | El blog de Abel

    el 16/07/2017

    […] de mi sermón dominical de los domingos. No, no me lo agradezcan. Es sólo para dar lugar a esta nota de (otro) hombre de la comunicación. A quien yo no conocía: Mariano Wiszniacki […]

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