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14 de noviembre 2020

Cristian Navarrete

IFE, HISTORIAS MÍNIMAS

Tiempo de lectura: 7 minutos

Volvamos a mediados de marzo, donde empezó esto. Cuando el gobierno, con el presidente Alberto Fernández a la cabeza, junto a gobernadores, intendentes, ministros y los equipos del Ministerio de Salud resolvió que lo mejor para el pueblo argentino era la cuarentena, esta decisión política vino acompañada de una serie de medidas sociales y económicas que con el tiempo algunas fueron profundizadas y otras se relajaron.

Entre las medidas que se tomaron la principal de todas fue el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, mas conocido popularmente como ASPO, el más famoso aun #QuedateEnCasa. Se dispuso el cierre de fronteras con el cual se prohibió el ingreso al país de extranjeros no residentes, y fue ampliado a personas residentes en el país y a argentinos con residencia en el exterior. A su vez, se creó la aplicación CUIDAR, donde uno podía ver y manifestar si era trabajador esencial, que al principio eran muy pocos, para poder circular en cualquier punto del país.

Si antes de todo este descalabro mundial ya teníamos una economía endeble y en picada por obra y gracia del gobierno macrista, la pandemia no hizo más que deteriorar todo el esquema productivo, industrial, comercial y casi todo lo referido a ganarse el mango. Ojo, al sistema financiero no le fue tan mal, pero esa es otra discusión. La cuarentena trajo consigo una serie de medidas para paliar la vapuleada economía de los sectores medios y bajos e informales.

El teletrabajo es una realidad y llegó para quedarse pero es un sector de los trabajadores muy chico. La realidad del resto de los laburantes de este país es totalmente distinta y menos digital. Dios todavía es analógico. Las medidas económicas pensadas para salvar puestos de trabajo y mantener un mínimo piso de guita en la población fueron dispares. Desde el recorte del 25% en muchos sueldos, pasando por la cuotificación del aguinaldo, hasta el pago del llamado Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) que es ni más ni menos que una asignación compensatoria al salario, abonada por ANSES (que en el medio de todo esto tuvo cambio de mando) para trabajadores en relación de dependencia de empresas del sector privado.

En el patio del frente de su casa abrió su negoció, colgó banderines de colores sobre la calle, un cartel improvisado que reza “ABIERTO”.

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Y para los humildes y más castigados de nuestra Patria hubo también una ayuda. Mínima. Escasa. Poca. Pero ayuda al fin. Podríamos decir que de alguna manera es la reina simbólica de las medidas de esta cuarentena. De memes a repulsión por ciertos sectores de la sociedad. De llamarlo “otro plan social” a ser una especie de motor económico en las barriadas más olvidadas del país. Economía informal bajo el proteccionismo y la asistencia social. El IFE. Ingreso Familiar de Emergencia. Un programa del Estado que junto a la Tarjeta Alimentar y a la vieja y conocida Asignación Universal Por Hijo (AUH), ayuda a que millones de compatriotas se mantengan en la pobreza para no caer en la indigencia en este contexto.

Para poner blanco sobre negro, veamos en primer lugar quienes son, según la página oficial de ANSES, las personas que pueden acceder a este programa: trabajadores y trabajadoras informales, trabajadores y trabajadoras de casas particulares, Monotributistas sociales y de las categorías A y B. Los requisitos necesarios son: ser argentino nativo o naturalizado y residente, con una residencia legal en el país no inferior a 2 años, tener entre 18 y 65 años de edad, que el titular o su grupo familiar no tenga ingresos provenientes deun trabajo en relación de dependencia en el sector público o privado, ser monotributista de categoría C o superior o del régimen de autónomos,una prestación de desempleo, jubilaciones, pensiones o retiros contributivos o no contributivos nacionales, provinciales, municipales o de CABA; planes sociales, salario social complementario, Hacemos Futuro, Potenciar Trabajo u otros programas sociales nacionales, provinciales o municipales. A su vez el IFE es compatible con el cobro de la AUH, la Asignación por Embarazo y el programa Progresar. El monto del IFE es de $10.000 y lo cobra solo un integrante del grupo familiar, priorizando a la mujer

Hemos escuchado todo tipo de cosas sobre el IFE y sus beneficiarios. Las redes sociales han mostrado infinidad de memes divertidos y otros con formato de destilación de odio racial. A mi entender los más divertidos son los que los mismos beneficiarios hacen de ellos. “No nací para trabajar si no para cobrar el IFE”, fue el que más veces vi rodar por dos de las redes sociales que mas usan los humildes: Facebook y la nueva estrella de la comunicación en las barriadas: los estados de Wasap. Comela toda, Tik Tok.

La mayoría de estos negocios, por no decir casi todos, fueron puestos en sus propios hogares sacrificando alguna habitación donde está la ventana a la calle, o algún garaje o simplemente dentro de la misma casa

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Y fue a través de estos estados de Wasap o capturas de pantallas de estos mismos que empecé a ver un nuevo auge económico, productivo, comercial y de consumo interno: el IFE y sus emprendimientos. Porque si hay algo que tenemos los pobres, o los que alguna vez lo fuimos, es imaginación y ganas de salir adelante. O por lo menos morfar calentito y darle un gusto a las bendiciones. La mayoría de los beneficiarios le dan una vuelta de tuerca a los diez mil pesos que se dio en el IFE 1, el IFE2, y el IFE 3. Acá va: el emprendedorismo pulenta.

LAVADERO RULO

Como a todos o como a muchos, la pandemia repercutió en la economía de la gente. Sobre todo de Monotributistas de las categorías más bajas y del sector, ya bastante vapuleado desde hace muchos años, denominado economía informal. Hernán es un pibe de 24 años que antes de la cuarentena trabajaba de Uber, alquilaba un auto y le iba “bastante bien”. Con la implementación del ASPO, “Rulo”, tuvo que dejar de trabajar porque con “el tema de la pandemia se empezaron a achicar las cosas, no se podía circular, tenias que tener permiso. Se complicó y tuve que dejar. Bah, la aplicación ya no te tiraba viajes por el tema, ´para cuidarnos entre todos´ decía la app, o sea que estábamos fuera de servicio”. Pero esto no lo achicó a Hernán. “Cuando empezó todo esto del IFE,  le pedí a mi cuñada si me podía sacar la maquinaria con la tarjeta y busqué precios. Antes de abrir, tenía unos pesos guardados que me dejó lo del UBER, y con eso compré una aspiradora chica hasta que pude comprar la hidrolavadora”, cuenta orgulloso. Rulo es un pibe laburador de un barrio del conurbano oeste que nos deja su impresión sobre el Ingreso Familiar de Emergencias: “fue una buena ayuda porque ya había gastado en la aspiradora y me faltaba la hidro, que es lo que más caro y con el IFE llegaba a cubrir la cuota de todos los meses. Cobré los tres IFE y eso me salvó mucho porque así como trabajás, tenés gastos, hay que comprar los productos, los líquidos valen caro y el IFE me ayudaba a saldar eso y la maquinaria. Me falta una sola cuota y me libero de esa deuda”. Y casi en modo publicitario, agrega sonriente: “El 19 de junio inauguré el lavadero”. En el patio del frente de su casa abrió su negoció, colgó banderines de colores sobre la calle, un cartel improvisado que reza “ABIERTO”.

Hernán está feliz de poder seguir trabajando y ganarse el mango día a día y comenta que “por suerte va bien el emprendimiento, solamente hay que estar con el tema de los días feos, que llueve, esos días no se labura, pero cuando el tiempo está lindo se trabaja bien, por suerte. Pienso seguir, es más, estoy empezando a agrandar el lavadero para estar más cómodo, porque se labura bien”. Una vereda constantemente mojada da muestras claras de esto.

La mayoría de los beneficiarios le dan una vuelta de tuerca a los diez mil pesos que se dio en el IFE 1, el IFE2, y el IFE 3. Acá va: el emprendedorismo pulenta

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FORRAJERÍA KAREN

Madre soltera. 24 años. Tres hijos de 7, 6 y 2 años. Y una pandemia. Para quienes tenemos la suerte de tener hijos sabemos lo difícil y cuesta arriba que es todo normalmente. La cuarentena hizo más difícil, para muchos, poder poner un plato de comida todos los días para los niños. Pero un padre o una madre no se dejan amedrentar tan fácilmente. Karen es otra beneficiaria del IFE que hizo chicle esos diez mil pesos de cada Ingreso. “Cobré tres IFE con lo cual puse una forrajería. No lo tenía en mente porque nunca se me pasó por la cabeza, pero tenía que invertir en algo”, comenta Karen y agrega, sobre la oportunidad que le dio el Ingreso: “Así hice mi local, para mí fue una re ayuda y gracias a esto puedo decir que ahora estamos un poco mejor”. Antes de la pandemia su entrada económica era la AUH que cobra por sus tres hijos y sus changas de corte, alisado y tratamiento de pelo a domicilio. Karen insiste en contar que para atender su nuevo negocio cumple con los protocolos de “usar barbijo, desinfectar todo con alcohol y lavandina, y distancia siempre”. Y concluye diciendo: “Hice una buena inversión, que me da de comer todos los días a mí y a mis hijos, y no me arrepiento para nada porque a pesar de la pandemia, sin esta ayuda no sé si habría podido hacerlo”.

De estas historias mínimas hay a montones. Gente que, con el cobro del IFE, se pusieron un lavadero, una forrajería, un kiosquito, una rotisería, verdulería y muchos otros emprendimientos. La mayoría de estos negocios, por no decir casi todos, fueron puestos en sus propios hogares sacrificando alguna habitación donde está la ventana a la calle, o algún garaje o simplemente dentro de la misma casa. Para poder comprar sólo hace falta aplaudir y te salen a atender.

Al cierra de esta nota, el ministro de economía, Martin Guzmán, anunció que no habrá IFE 4  y justificó esta decisión argumentando que “no es el momento, hay que mantener ciertos equilibrios para también proteger a la actividad, proteger a la gente, a todo el país”. Es un poco improbable que el ministro no sepa o no entienda que detrás de esta inentendible decisión hay millones de compatriotas perjudicados que vieron sus ingresos bajos e informales reducidos enormemente por la pandemia y la decisión política de la cuarentena. La conversión del ASPO al DISPO no significa que los más necesitados de la Patria comiencen a laburar de un día para el otro. Entender que este sector de la población, que ya venía tremendamente mal en términos económicos, laborales y de consumo, es prioridad absoluta es entender que la Justicia Social es ya y es ahora para mantener un mínimo de dignidad de la gente. Lo sabemos por viejos: la economía en todas sus dimensiones seguirá con muchos problemas. Es menester de este Gobierno seguir atendiendo las demandas de los sectores más vulnerables y perjudicados por la pandemia y la cuarentena. Por todos los Rulo y Karen de este pueblo.

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Comentarios

  1. Godoy Gabriela

    el 15/11/2020

    Excelente “pequeña muestra”,de la importancia de un estado que accione en nombre de las mayorías y principalmente ,una muestra enorme de la “resiliencia” de los que menos tienen.

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