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02 de noviembre 2019

Bruno Reichert

LAS MIL VOCES DE LANDRISCINA

Tiempo de lectura: 5 minutos

Es el año 2019 y pasaron casi tres décadas desde que el monólogo de Luis Landriscina fue grabado en vivo en la Avenida Corrientes. Diez minutos que juntaron más de tres millones de reproducciones.

La temática fue tratada por el humorista una y otra vez: la relación entre suegras, nueras y yernos. A simple vista puede parecer un mero refugio nostálgico de un tipo de humor oxidado. Pero el cuento, ese género de chiste largo adornado por descripciones espaciales y detalles sobre la idiosincrasia de los protagonistas, sólo ocupa los 3 minutos finales de una grabación de diez. En los seis iniciales don Luis nos cuenta cómo en cada revista o publicación que haya leído las suegras y las esposas son representadas como señoras feas, con rictus enojoso o, en sus propias palabras, “como un sargento de caballería del año 20”.

No es que el humorista chaqueño sea un precursor en el feminismo ni mucho menos. Pero como la rara avis que fue y es, Landriscina siempre le echó mano a los estereotipos argentinos y desanduvo el camino para decirnos que, si miramos con detenimiento, nadie es solo eso que damos por sentado.

En otra grabación disponible en youtube lo escuchamos decir “hay medio millón de compatriotas que viven olvidados”. Cuando esa parte de sus monólogos fue registrada en el discurso público nadie usaba el concepto de pueblos originarios. Salvo, claro, los propios pueblos originarios.

Landriscina siempre le echó mano a los estereotipos argentinos y desanduvo el camino para decirnos que, si miramos con detenimiento, nadie es solo eso que damos por sentado.

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Lo mismo ocurre con las colectividades. Landriscina es hijo de italianos, nacido en Colonia Baranda, Chaco, en los década del 30. Quedó huérfano de madre al año y medio de edad. Su padre lo entregó para que lo críen sus padrinos, un matrimonio de españoles que no habían podido tener hijos. Convirtió recuerdos de un castellano atravesados por dialectos, sociolectos y modismos de provincia. Familias que se protegían del sol norteño bajo el alero de galerías que juntaban viejos y jóvenes. Patios de setenta metros de fondo que tenían gallineros y quintas. Don Luis cuenta en narraciones polifónicas que no importaba si eran casas de criollos, gallegos, turcos o tanos, todos los patios tenían una puerta de madera y alambre de gallinero que se cerraba sola por la tensión de una goma de cámara de bicicleta atada a un poste. Un recordatorio de lo que fue para el ser de pueblo, un descubrimiento arquitectónico para el habitante del cemento.

Nos recuerda, una y otra vez, que atrás de cada chiste sobre la colectividad judía está la capacidad de esa gente de reírse de sí misma, que él solo toma prestado esos chistes. Si le da el tiempo para agregar unas líneas más al recitado, también nos relata que fueron los gauchos judíos los que daban crédito al gringo pobre para que tenga su primer tractor, cuando el Banco Nación aun no llegaba a pueblos que todavía eran parajes.

no importaba si eran casas de criollos, gallegos, turcos o tanos, todos los patios tenían una puerta de madera y alambre de gallinero que se cerraba sola por la tensión de una goma de cámara de bicicleta atada a un poste

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Landriscina no lo dice, pero entiende que un formoseño tiene más que ver con un paraguayo que con un pampeano. Un discurso de inclusión policlasista que solo es posible en su formato de monólogo largo y su rol de maestro de ceremonia en el que la celebración se resume a  escuchar su voz, sus muchas voces.

En su propias palabras, el chiste no necesita de la experiencia o de los que él llama “los sucedidos”, anécdotas orales con base real que, pasadas de boca a boca, van tomando añadidos. Como un Niní Marshal salido de un algodonal, logra pasar esas anécdotas por el cedazo de la observación aguda sobre las idiosincrasias locales y un manejo de la lengua muy acabado. Al igual que en Niní, eso último es la parte del dispositivo que no se muestra. Se supone que Landriscina es un paisano con más suerte que su vecino, que nunca se tomó un tren que lo dejara cerca del obelisco. A Marshal los militares durante el golpe del GOP la prohibieron por deformar el idioma. A Landriscina le tocaron mejores época.

Tuvo su primer gran espaldarazo en Cosquín en el año 1964 como parte de la delegación chaqueña. Su éxito en la categoría “cuentista o recitador” le abrió la puerta de Buenos Aires. Y con él la tevé, shows en el exterior, el cine y, por sobre todo, la radio. El espectro multimedia acota los tiempos a segmentos. El cuento largo se complica y la ayuda vino del otro lado del Río de La Plata. El uruguayo Julio César Castro o “Juceca” había  inventado a Don Verídico. Originalmente editado como cuentos, se trataba de un paisano con anécdotas inverosímiles, rodeado de personajes secundarios que se reunían en un bar de campo llamado “El Resorte”. El sketch comenzó a transmitirse en Radio Belgrano a fines de los 70, en el ciclo Rapidísimo, conducido por Héctor Larrea, quien le hacía la segunda al paisano cuentero.

Como un Niní Marshal salido de un algodonal, logra pasar esas anécdotas por el cedazo de la observación aguda sobre las idiosincrasias locales y un manejo de la lengua muy acabado

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El programa se llamaba así porque duraba media hora y la participación de Landriscina debía contar una anécdota cumpliera durante un segmento menor a los diez minutos. Un espacio fijo y un elenco de personajes estables le resultaba ideal al chaqueño. Al morir Castro en 2003, Larrea contó al diario La Nación que los sketches eran armados durante charlas de producción. Una ida y vuelta oral al que Landriscina estaba acostumbrado.

En los 90 un riojano de origen sirio era presidente, un ruso porteño manejaba el canal estatal y otro turco, Julio Márbiz, organizador de Cosquín, conducía Radio Nacional. Fue la misma época en la que un trío de humoristas faltoso de eses vino de Santa Fe y llenó teatros después de un desopilante almuerzo con Mirtha Legrand, en el que Guinzburg terminó parado arriba de la impoluta falsa barra de acrílico de la conductora.

El menemismo plagaba de acentos los medios y Landriscina reinaba en Radio Nacional con la Vuelta de Don Verídico. Esta vez la segunda se la hacía el marplatense Rubén Horacio Bayón quien, a diferencia de Larrea, no podía hacerle sombra a don Luis.

El tiempo pasó y el advenimiento más contundente de cierta solemnidad a la que se suele llamar “corrección política” apagó un poco la luz de Landriscina. Hubo quienes le recordaron que jamás habló mal de los militares cuando era necesario hacerlo. Él, como toda estrella de los escenarios que se precie, comenzó a decir que se retiraba muchos años antes de hacerlo. Recién lo hizo oficial en 2016, cuando sus problemas en las cuerdas vocales pusieron fin a sus presentaciones.

Pero aún sigue yendo a los medios. Su voz susurrante se percibe espesa en una televisión en vivo que es vertiginosa. Pero un viejo hombre de los reflectores sabe cómo captar la atención mirando a los ojos al interlocutor, contando la parte más conmovedora de su infancia huérfana o piropeando a Mirtha cuando nadie se lo espera. Mientras tanto, su canal de youtube sigue atrayendo gente. Y los usuarios de esa red social van a seguir diciendo “¡viva don Luis!”. O Luigi, como lo bautizaron esos dos tanos afincados en el caluroso Chaco, allá por 1936.

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Comentarios

  1. Héctor Hugo

    el 02/11/2019

    Es un hombre , lleno de cultura y una educación dela cuál se la dieron , aquellos españoles que no pudieron tener hijos , hombre de suerte , como el bien lo define.. un grande..

  2. Juan jose

    el 02/11/2019

    Hoy es iremplazable es un ser viviente que lo que redactava uno cerraba los ojos y era asi. Los que vivimos esos años y recorrimos el pais lo unico .aveces. inventado el remate. Hoy un dicipulo de el pero esta lejos el gato peter

  3. Jorge Aguiló

    el 02/11/2019

    Explica claramente en uno de sus monólogos , por qué considera que no debe hablar de política , incluso antes de que llegue esa época de supuesta corrección política . El pedido que le hicieron , sólo evidencia que son de la parcialidad contraria , para decirlo de la manera más educada posible .

  4. José

    el 02/11/2019

    SIMPLEMENTE UN CAPO

  5. José Miguel Olmos

    el 02/11/2019

    Un prócer del humor sano y narrativo de la idiosincrasia de las chacras o pueblos…Muy buena persona y ser humano.

  6. Carlos aiello

    el 02/11/2019

    Un capo. Al menos para mi. Que siga haciendo lo que hace porque lo hace de diez. Arriba luis. IDOLO

  7. Raul amadeo

    el 02/11/2019

    Una leyenda que merece cada reconocimiento por parte de todos ….sus relatos e historias de las costumbres del ayer nos recuerda las charlas que teniamos con los abuelos ….

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