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01 de septiembre 2020

Esteban De Gori

MALESTAR DIPY

Tiempo de lectura: 4 minutos

El Dipy juega en todas las canchas y escenarios. Su cumbia y sus fusiones son tarareadas por jugadores high class (cómo sucedió con otros cumbieros) y su palabra es replicada en los medios de comunicación de alta gama. Es una figura inédita en el universo de la cumbia. Es la primera vez que un cantante de  cumbia suscita tanta atención mediática. Que tan alto llegó en la audibilidad social. No sólo eso. Su propuesta musical con impacto en el mundo del fútbol y jóvenes de clase media le permitió arribar al debate político. Una cumbia en lengua de Messi o del Kun Agüero siempre posicionan, venden e integran. Pero no solo es eso. El Dipy posee gestualidades que pueden identificarse con las culturas de las clases medias. Esto se transforma en una “llave” social para ser escuchado e invitado a un canal de televisión. Es una especie de Grabois (y no un D’Elia) de la cumbia. 

La crisis pandémica que afecta la vida de millones y la tensión de los medios de comunicación con el gobierno de Alberto Fernández también ha hecho lo suyo para incorporar la “lengua” Dipy en el ritmo mediático. 

El Dipy posee gestualidades que pueden identificarse con las culturas de las clases medias. Esto se transforma en una llave social para ser escuchado e invitado a un canal de televisión. Es una especie de Grabois (y no un D’Elia) de la cumbia.

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La cumbia posee un pulso muy aceitado con la crisis social y con las experiencias vitales y sensibles de los sectores populares. También con la política. Ricky Maravilla, Antonio Ríos y la Bomba Tucumana, entre otros, fueron tentados por los peronismos provinciales para extender sus bases electorales. Zulemita Menem invito a la Quinta de Olivos al Grupo Sombras y el presidente se deleitó con “La Ventanita”. La Mona Jiménez se vinculó a la política desde otro lugar, pero política al fin. Son conocidos esos grandes sorteos de taxis para ayudar a los desempleados o sus apariciones repentinas en puestos de diarios para ayudar a sus dueños o dueñas. Varios grupos de cumbia circularon por espectáculos donde podía leerse “Menem 99”. El kirchnerismo tuvo una relación ambivalente con el mundo cumbia. No fue a su búsqueda desde el inicio. El Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández había indicado que la cumbia villera fomentaba la violencia y la inseguridad. La Tota Santillán, conductor de Pasión de Sábado, le contó a Página/12. –Cuando escuché lo que dijo Alberto Fernández sobre Pasión de sábado, lo llamé a mi amigo Diego González, secretario de Aníbal Fernández. Le digo: “Cómo van a decir eso, si hacemos apología nosotros también la hacen la Bersuit Vergarabat e Intoxicados”.  En la reunión en Casa Rosada, la Tota Santillán cuenta que  “estábamos reunidos y entró Kirchner por la puertita esa que da al lado, y dice “qué pasa con la cumbia villera. Me llamó mi hijo Máximo y me preguntó ‘qué dijeron de la cumbia villera’, si yo veo Pasión de sábado”, dijo Néstor y me morí”. La desautorización de Alberto por Néstor Kirchner salvo la discusión con el universo cumbieros. Ahora el presidente actual y ex Jefe de Gabinete se ve ante otra discusión con alguien proveniente de la cumbia.

El Dipy cambio de perspectiva. Ese vínculo de la cumbia con las diversas tonalidades del peronismo se rompió. Su intervención lo coloca en una tensión con el debate gubernamental y con la clase política. Se encuentra en el centro del malestar y desde ahí recrea o amplifica su mirada. Restringir su palabra al universo de las derechas o de los opositores al gobierno actual deja por fuera la narración que se reconstruye o se reelabora ante al malestar. 

Los medios conocen muy bien la forma de incorporar a sus agendas mediáticas las culturas urbanas, con el Dipy fueron más allá, lo sumaron a los escenarios de resonancia política. En esto, por ahora, se adelantaron al peronismo. Nunca imagino que desde la cumbia podría venir una crítica.  

El peronismo que veía o imaginaba (a partir de cierto sentido común) a la cumbia como un lenguaje de sus representados quedo descolocado con las declaraciones del cumbiero. No hay mosaico social que no se mueva frente a una crisis de esta envergadura y no hay peronismo que en esta crisis no pierda algo

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El peronismo que veía o imaginaba (a partir de cierto sentido común) a la cumbia como un lenguaje de sus representados quedo   descolocado con las declaraciones del cumbiero. No hay mosaico social que no se mueva frente a una crisis de esta envergadura y no hay peronismo que en esta crisis no pierda algo. El Dipy también provoca otro deslizamiento. La cumbia no es sólo narración de lo social sino un debate posible con la política y sus dinámicas. Se provoca el gran salto. Esto ya pasó en otros países. Cantantes de géneros no tradicionales con gran interpelación entre los sectores populares y medios terminaron jugando en política electoral, cómo Daddy Yankee.

El tembladeral provocado por la pandemia ha rearticulado diversos y heterogéneos malestares, broncas y padecimientos. El malestar-Dipy debería observarse con atención. No debería ser arrojado ni catalogado rápidamente en un polo ideológico y menos en el signo de una traición. Sus intervenciones hablan de la cruenta situación actual y de la mudanza de ciertas clases medias y porciones de los  sectores populares a territorios poco afectos a alguna tonalidad política, peronista o con al gobierno actual.

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