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17 de julio 2018

Lorena Álvarez

MEMORIA COMPLETA DE LOS 90

Tiempo de lectura: 5 minutos

Mientras disfrutábamos de la llegada de “Luis Miguel, la serie” en la plataforma Netflix y el furor nostálgico nos inundaba, esta semana otro ícono de la década, Pity Álvarez, nos abofeteó recordando que aquella brillante época no duró tanto ni fue tan dorada. Los 90 no fueron solo color cielo y sol, se sabe. Como siempre y a modo irónico recordé esa “explicación -sanata” del tipo “todo fue más complejo’ y me puse a garabatear mis recuerdos

A finales de la década del 80 la ex estrella infantil Luis Miguel (1970) se convirtió  en un artista maduro y con fuerza para continuar su estupenda trayectoria lanzando dos discos con muchos hits. Pero entró en su veintena (y la nueva década) y un nuevo disco cambiaría para siempre su carrera.

Era 1991 cuando lanza “Romance”, un disco de boleros que vende millones de placas y une a varias generaciones. El bolero vuelve a estelarizar las ventas con sus letras de amor desgarradas y se impone como una melodía maravillosa para nuevos públicos.

Luismi

Aquí en estas pampas en 1991, el presidente Carlos Menem había podido domar la tan temida hiperinflación y un nuevo supeministro de economía Domingo Cavallo nos obsequiaba una de las fantasías públicas más eficaces por un rato y costosas por mucho tiempo: nuestro peso era igual a un dólar.

Comenzaron así los viajes a tierras anheladas y los mega recitales. Estábamos en el elegante primer mundo mientras comprábamos artefactos importados en cuotas. Entre ellos el reproductor de CD, que nos permitía cantar a los gritos que “En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse” con el mismo bronceado zanahoria que Luismi exportaba desde sus videos.

Luis Miguel Gallego Basteri, un latino for export, hijo de europeos que se conocieron  en la  perla atlántica argentina, Mar del Plata, con un nacimiento casual en Puerto Rico y una crianza en México, era el auténtico niño mimado de la región. “El Sol”, como lo bautizaron desde el comienzo de su carrera, fue hasta mediados de la década el cantante melódico más importante de Latinoamérica.

Diego y Yanina Latorre cuentan que se conocieron en un solárium mientras esperaban entrar a esos ataúdes que nos dejaban color caramelo intenso a fuerza de lámparas

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El “permitido” romántico de los que no gustaban de esa música. El Uno. A fuerza de talento, una sonrisa perfecta, unos ojos verde cristalinos y una voz privilegiada fue, sin duda, la musicalización perfecta del primer lustro menemista.

“No culpes a la noche, no culpes a la playa, no culpes a la lluvia, será que no me amas.” Una foto perfecta de esa mitad de década donde creíamos que todo el año era verano. Las camas solares contribuyeron a esa fantasía. Y eran tan populares que hasta se armaron  parejas: Diego y Yanina Latorre cuentan que se conocieron en un solárium mientras esperaban entrar a esos ataúdes que nos dejaban color caramelo intenso a fuerza de lámparas.

“Aries” su disco de 1994 es otra joya veraniega de hits donde se destaca “Suave” cuyo video nos regala el debut de una joven sonrisa color miel, Mariana Fabbiani. Arena. Sol. Mar. Un hit:

Como explicar
La magia que tiene su
Manera de enamorar
Tan bella
Me estimula su calor
Su forma de caminar
Sensual hacia mi
Déjate llevar
Por la música que incita
Nuestros cuerpos no quieren parar
Deja de luchar
Qué hay razón para que me ames
Nuestro destino es así

Suave, como me mata tu mirada

Luis Mi

Pero la década comienza a apagarse y el sueño empieza a converse en pesadilla. La tan fabulosa importación y los viajes empiezan a mostrar la otra cara de esa economía. Los costos que desde los márgenes habían sido predichos: cierre de fábricas, despidos, flexibilización laboral, remises hijos de indemnizaciones. El primer piquete sureño con una víctima fatal. Y una nueva forma.de comunión juvenil: la esquina de cada barrio. Si bien desde los comienzos de la década fue incubando la costumbre de la unidad básica al aire libre y la sala de ensayo en cada cuarto vacío, la segunda mitad fue el punto más alto de la reunión entre cervezas de un peso, el tetra, el faso, la guitarra, el reproductor de música.

Las noches se hicieron más largas y el flequillo más corto. Y el rock barrial se adueñó de la musicalización de esa etapa para muchos jóvenes lumpenizados.

A fuerza de talento, una sonrisa perfecta, unos ojos verde cristalinos y una voz privilegiada fue, sin duda, la musicalización perfecta del primer lustro menemista

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Con el pelo despeinado
las lagañas colgando
y un agujero en el pantalón
los labios despintados,
los pelos de la perra
sobre el chaleco de corderoy marrón
son las seis de la mañana,
tu timbre está sonando
y es el Pity que te quiere decir que…
…nena
…nena me gustas así.

(“Nena me gustas así”,  1995. Del primer disco de Viejas Locas.)

Nuestros romances ya no eran “Suaves”. Muchas bandas nacieron bajo el paraguas de la decadencia y la desolación de esos años. Y el público se multiplicaba como los desocupados. Colegios industriales sin tantos alumnos y con desesperanza. De una de esas escuelas emblema de la industria se recibe de técnico electro – mecánico Cristian Gabriel Álvarez (1972) un pibe del barrio Piedrabuena, un barrio que linda con Ciudad Oculta, entre Lugano y Mataderos. Hijo de un capataz y una empleada doméstica. Un pibe de flequillo, jeans, remera,  topper y pañuelito al cuello. Un chico vestido de época.

Pity

“Viejas locas”, la banda más importante y emblema de la etapa “rock barrial”, inunda con poesías urbanas los oídos de un público tan parecido a los músicos que los recitales, arriba y abajo del escenario, no presentan corte en la continuación. Pero la banda se disuelve en el 99. Cierran la década casi como entendiendo que vienen otros tiempos. Para Pity llegó “Intoxicados”, la banda que lo encuentra con la estética del descontrol y la fascinación de colegas ante su talento. Del pibito lindo de flequillo y los jeans a ídolo colorido y con marcas de su sacudida vida.

Los 2000 fueron tanto para Luismi como para Pity decadentes en lo personal. Excesos. Cambios económicos. Transformaciones estéticas. Escándalos. Alcohol. Drogas. La desmaterialización de la industria musical.

“Viejas locas” inunda con poesías urbanas los oídos de un público tan parecido a los músicos que los recitales, arriba y abajo del escenario, no presentan corte en la continuación

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Pero el 2018, como en una alquimia inexplicable, los vuelve a tener de protagonistas. Uno decidido a contar su vida siempre envuelta de secretos, en una serie, apasionando con sus desgracias personales  a nostálgicos y centenials y otro, como protagonista de un hecho policial trágico que lo puede dejar fuera de juego.

Dos artistas de la generación X, dominando la escena como en aquella lejana década, que  en pleno regreso del FMI nos dice: “No nos queremos ir”.

Viejas Locas

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Comentarios

  1. PityGallego

    el 09/06/2019

    Muy bueno

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