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18 de marzo 2018

Florencia Benson

NACE EL MICROCLIMA

Tiempo de lectura: 7 minutos

El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual, se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse.

–Michel Foucault

Resulta muy tentador comentar los hechos de la historia reciente con el diario del lunes: una mirada retrospectiva sobre un hecho concreto –aunque inserto en una red de significantes que lo ubican y limitan– se trata precisamente de permitir esta licencia.

Existe un consenso acerca del carácter bisagra del “conflicto con el campo” en varios planos: si allí nace “la grieta”, si allí nace “el kirchnerismo”, si acaso entonces “sella su destino”. En ese momento Néstor y Cristina eran todavía “los arribistas”, los de afuera, los colados al gran convite peronista. Esta es la primera grieta, una que aún subsiste y que acarrea un sinfín de desinteligencias al interior del campo nacional y popular: es que los mitos y las leyendas son difíciles de extirpar y mas aún si a una leyenda como Perón y Evita viene a superponerse otra power couple contemporánea, a quienes, a diferencia de aquellos, se les pueden ver hilachas e imperfecciones. Las leyendas en cambio gozan de la lejanía y la cuasi divinidad y son, por tanto, inactualizables, inactuables, sagradas e inaccesibles. El mito peronista sostiene que la segunda venida sería protagonizada por el Pueblo: nada decían las Escrituras acerca de otra pareja posdiluviana para repoblar el movimiento. Esta confusión intrapartidaria, sumada al estado de caos y miseria en que nos había dejado a la sociedad en su conjunto el proceso político y económico anterior, hizo que a la mayoría de los argentinos nos resultara refractario, ajeno e ininteligible el discurso nestoriano.

La sensación que tenía en esos días era que él hablaba y nosotros carecíamos de las competencias discursivas necesarias para decodificar su alocución. Hablaba de no “dejar sus principios en la puerta de la Casa Rosada” y de restituir la “memoria, la dignidad”, los Derechos Humanos. El Pueblo miraba la plaza en ruinas y los muertos y contaba monedas mientras Néstor hablaba y hablaba. Para el año 2008 algunos ya habían despertado de su trauma y empezaron a interpretarlo, luego a seguirlo, luego a quererlo. Antes de que ese proceso de afianzamiento se completara Néstor decidió pasar el mando, sin quitarle méritos, “a la mejor de todos”, en un acto de hidalguía sin precedentes que muy pocos, como era de esperarse, pudieron interpretar y mucho menos acompañar.

una porción nada despreciable de la población indiferente se interesa por su discurso y lo apropia, es decir, sucede la primera ola de conversión masiva al kirchnerismo.

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Con desconfianza, especulación o resignación, los que estaban lo permitieron. La ex Senadora tenía muchas ideas pero también mucho que probar, y su relación entre ella y el pueblo parecía oscilar entre la indiferencia o el leve desprecio mutuo. Hasta el enfrentamiento con “el campo”, esto es: en la radicalización del discurso y la postura de combate, Cristina emergió nítidamente como figura y pasó de ser “de Kirchner” a Cristina Fernández. “Recupera” de algún modo su apellido y estrena su persona presidencial. En su puesta en escena, ella elige canalizar la postura combativa de Evita dejando atrás la transversalidad armonizadora de Perón. Como consecuencia, una porción nada despreciable de la población indiferente se interesa por su discurso y lo apropia, es decir, sucede la primera ola de conversión masiva al kirchnerismo. En segunda instancia, empieza a gestarse “una fuerza propia” de la que antes carecían: La Cámpora. Si Néstor “nos devolvió la política”, fue con Cristina que le pusimos un cuerpo. Pero, como es sabido, ninguna cosa en el universo existe sin su opuesto. Así, mientras el cristinismo recibe un afluente de militantes incesante, desbordando prácticamente su propia capacidad organizativa, se separa la nata y aparece una élite palaciega que hace de las fiestas, la farándula y la televisión su modus vivendi. Se pregona en todos los ámbitos que el choripán está in y el sushi out; Conurbano Is The New Black. Desde Anabel Cherubito hasta Pablo Echarri, las estrellas locales desfilaron por la Unidad Básica de la Avenida Caseros y comieron choripanes a rabiar.

Pero esta élite, que tomaba las decisiones comunicacionales y políticas fundamentales, no tenía una correlación en el desarrollo estratégico del Movimiento. En lugar de concentrarse en armar estructuras y encontrar canales de captación efectiva de demandas, se abroquelaron sobre sus principios; montaron la ola (el “viento a favor” del aire de época de toda la región) de la nueva militancia y rechazaron cualquier viso de formación seria de cuadros (más allá de algunos intentos aislados, como el Peronismo Digital y otros). En lugar de una planificación consistente optaron por revestir el vacío estratégico de fiesta y folclore, envalentonados por una sensación de invencibilidad –e irreversibilidad– de quien tiene todo el futuro por delante. Cristina Fernández de Kirchner, que pudo haber complementado este centro de decisiones o “mesa chica” con otros participantes y voces, tomó la decisión de replegarse por completo en dicha construcción juvenil y permitir que esa esfera latente la envolviera por completo, retroaliementada por la mística, la adulación y el beneplácito aparente de la diosa Historia.

Desde este epicentro de toma de decisiones –aislado, endogámico, cegado por su propio sesgo cognitivo de confirmación–, a partir de su enfrentamiento con “el campo”, el kirchnerismo construyó un Otro no tanto en la oligarquía o en Clarín sino, sobre todo, en el Sentido Común: aquellos que no lograban ver la luz, deconstruirse e incorporarse al Pueblo Elegido eran automáticamente descalificados, excluidos y vilipendiados. Así quedó delimitada una “Clase Mierda”, el pelagatos desagradecido y obnubilado a su propia condición de clase oprimida que genera una reacción de asco en los espíritus purificados. Así, el Pueblo Elegido se encerraba en sí mismo cada vez que excluía cada vez a más sectores (sindicatos, líderes, medios, jueces, etcétera). Por el contrario, quienes hacían su bautismo y declaración de fe eran vanagloriados y sus defectos completamente ignorados.

aparece una élite palaciega que hace de las fiestas, la farándula y la televisión su modus vivendi. Se pregona en todos los ámbitos que el choripán está in y el sushi out; Conurbano Is The New Black. Desde Anabel Cherubito hasta Pablo Echarri, las estrellas locales desfilaron por la Unidad Básica de la Avenida Caseros y comieron choripanes a rabiar.

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El oponente, así, no tenía más que sentarse a esperar que esa tendencia llegase a su pico (el 54%) y decayera, ya que no había ninguna planificación a futuro mas allá de un puñado de verdades y de sueños. Con paciencia y diligencia, el PRO se montó sobre la ola naciente y construyó su propia narrativa. ¿De qué manera? Atendiendo lo que pensaba y sentía el resto de la población, abriendo canales de escucha, observación y feedback, tomando registros y elaborando una estrategia.

Desde aquí vamos a intentar un ejercicio análogo a partir de Google Trends, una herramienta muy práctica para analizar los cambios de humor en la sociedad a partir de la popularidad de determinados términos de búsqueda en la web realizadas por usuarios de determinado lugar en un período de tiempo seleccionado. Esperamos que arroje un poco de luz acerca de cómo el PRO fue montando su narrativa sobre “el campo” y cómo este enfrentamiento impensado le dio un fuerte impulso para pregnar en el imaginario social.

 

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Vemos en este cuadro de qué manera se monta, casi a la perfección, el sintagma de “el cambio” sobre “el campo”, el pico azul corresponde a “el campo” durante la 125. Hasta 2008 las líneas coinciden en lo cuantitativo pero sus trayectorias son bastante disímiles; pero después del 2008 vemos que esas líneas, si bien toman un ligera distancia, adoptan picos y mesetas bastante parelelas. Ahora, si agregamos otros significante del campo semántico apropiado por el PRO, vemos qué bien se monta también sobre el sintagma “la felicidad” (un atributo de la marca PRO):

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Comparemos, para contrastar, las dos primeras variables con respecto a la línea correspondiente a la búsqueda web del sintagma “la industria”, para visualizar hasta qué punto el discurso refleja exactamente un modelo económico, político y social:

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Como se ve claramente, la industria tiene su pico en la primera gestión kirchnerista y va decayendo hasta quedar muy por debajo con respecto al uso de los otros sintagmas, sin correlación alguna.

Ahora bien, tengamos en cuenta que en 2008 la tecnología ofrecía un panorama muy diferente: mientras el “relato K” se gestionó principalmente a través de los blogs y un uso intenso de Facebook (678 Facebook y similares), el PRO se montó sobre las redes sociales y las apps, especialmente WhatsApp.

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 Este cuadro nos muestra el cénit de la blogósfera en coincidencia con la puja con “el campo”, marcando una interrelación difícil de soslayar: en los blogs, sus interacciones y su vitalidad habitaba una gran potencia nutritiva de ensayo y error, de inventiva y corrección, y uno de los pocos canales abiertos entre la dirigencia y su mesa de toma de decisiones y la ciudadanía. Esta plataforma que, como decíamos, era una pieza fundamental, una válvula de articulación y circulación discursiva de abajo hacia arriba y viceversa, no pudo ser efectivamente reemplazada por ninguna red social o espacio intelectual a posteriori. El kirchnerismo, por negligencia u omisión, se quedó sin su usina principal de ideas, su cable a tierra, y una potencial camada de cuadros de valor.

Para finalizar, una serie de preguntas que podrían ser interesantes. En primer lugar, ¿es La Grieta un invento kirchnerista, nacida de la 125?

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 Este cuadro parece indicar que La Grieta es mas bien un producto del frame macrista ya que su uso (y rédito) parece despegar a partir de 2015, con el triunfo en las elecciones presidenciales de Mauricio Macri.

Por último, veamos algunos cruces interesantes para ilustrar el cambio de época a partir de algunos términos de búsqueda en Google Trends:

 

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Así, si quedaba alguna duda de qué sectores e intereses representa primariamente este gobierno y sobre qué imaginario se articula, vemos de qué manera acompaña el plano semántico las modificaciones ocurridas en la “estructura material”, y de qué manera el kirchnerismo con su lógica cada vez más exclusiva y excluyente dejó de analizar la realidad y se atrincheró en su Verdad, graficando así la diferencia entre tener razón o tener poder.

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