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TRADICIÓN Y NOVEDAD

Tiempo de lectura: 5 minutos

I

Las bandas que aparecieron en los años noventas en Argentina se esforzaron por separarse lo más posible de la tradición. La tradición: los ochentas, la tríada García, Spinetta y Páez, y el origen hippie de todo este movimiento. Así, aparecieron bandas como Flema o Babasónicos, mientras que los que se sentían más cómodos con “la tradición” se alineaban en la escena del rock chabón.

Pero los años noventas terminaron y con los dos mil llegó ese aire de nostalgia que invadió a las nuevas generaciones y, al parecer, todo pasado fue mejor. Los discos que se editan ahora no paran de hacer guiños al pasado de forma explícita. Los nuevos artistas se abrazan a la tradición de la canción popular latinoamericana. En ese contexto aparece Polvareda, el primer disco de Los Castigos, una banda dirigida por el músico chileno Cristóbal Briceño que retoma la canción de rock para hacerla brillar otra vez.

con los dos mil llegó ese aire de nostalgia que invadió a las nuevas generaciones y, al parecer, todo pasado fue mejor

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De este lado de la cordillera Briceño es una novedad. Del otro lado es uno de los referentes de la música chilena de los últimos años: estuvo en la banda Fother Muckers y luego lideró a los Ases Falsos. Además, Briceño se tuvo otros proyectos paralelos a esas dos bandas, como Los Mil Jinetes y Las Chaquetas Amarillas.

Con Los Castigos, Briceño parecería abrazar la tradición de la canción rockera latinoamericana: sonidos que hacen eco en melodías que arrastramos desde los 70. Y también la tradición personal, de hecho en este álbum Briceño incluyó canciones que editó previamente en alguno de sus discos solistas. La tradición como actualidad. La actualidad como tradición. Tocar como antes es moderno. O posmoderno. Lo que prefieran.

Incluso en este disco aparecen algunas canciones con aire de protesta, seguramente gestadas a partir de los reclamos que aparecieron en Chile a fines del año pasado y que ahora están paralizados por culpa de la pandemia. Canciones con pequeños guiños políticos en las letras. Atrás quedaron los años de la antipolítica del rock noventero, ahora esta banda le cantan a los tiempos de emancipación que transita el país vecino.

Briceño parecería abrazar la tradición de la canción rockera latinoamericana: sonidos que hacen eco en melodías que arrastramos desde los 70

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II.

¿Por qué llega a Argentina un disco de un artista chileno? Porque lo trae Rosario. Esa ciudad santafesina está fuertemente ligada con la historia de la música popular argentina. La tríada fundacional del rock argentino no es García, Spinetta, Páez, sino García, Spinetta, Nebbia. De todos modos, en ambos casos, cada santa trinidad tiene un rosarino en su composición.

Los Castigos es una banda más argentina que chilena, de hecho, Briceño juntó a un grupo de músicos rosarinos para salir de gira y lo que empezó como algo temporal se transformó en su nuevo proyecto. “Dije, ‘bueno, para qué vamos a desaprovechar un equipo armado’ y les propuse grabar algo, a lo que accedieron de buena gana ya que ninguno ha procreado todavía, así que tienen tiempo suficiente y poco que perder”, respondió Briceño desde Chile cuando le preguntaron sobre el origen de Los Castigos.

Además de Briceño al frente, la banda está compuesta por Germán Bertino (teclados y coros), Pablo Gabriel Giulietti (guitarra eléctrica), Valentín Prieto (bajo y coros) y Federico Toscano (batería y percusión). El disco salió a través del sello rosarino Polvo Bureau.

Rosario es algo así como algo que pareciera que siempre está por explotar, pero no explota nunca. Nunca termina de aparecer como el ojo de la tormenta (o del paraíso). En los últimos años se vio opacada por Mendoza, de donde salieron Las Perras on The Beach, Usted Señalemelo y Luca Bocci, tres ejemplos de la nueva escena de la música independiente nacional.

Sin embargo, no para de producir. Quizás lo que pasa con Rosario es que no para de insistir en la tradición. Los Killer Burritos es otro ejemplo de banda, que al igual que Los Castigos, insiste en guitarras y rock and roll. Y lo hacen bien. Muy bien. Pero hay algo allí que nunca termina de armarse para el ojo ajeno. Un verdadero castigo. O una verdadera victoria: hacen lo que quieren sin mirar las tendencias.

un álbum que aunque no tiene nada de tierra parecería sonar en el lejano oeste. Unos cowboys aparecen en la portada del álbum. Unos caballos que avanzan

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III.

El disco no se produjo ni se grabó en medio de la pandemia, pero parecería que sí. Polvareda se hizo con demos que se enviaron por correos electrónicos, visitas esporádicas a Rosario y un montón de detalles que se resolvieron a la distancia.

Grabado entre mayo de 2019 y marzo de 2020, por Martín Salvador Greco en Estudios El Salvador de Rosario y con grabaciones adicionales de Hugo San Juan (de Las Chaquetas Amarillas, el otro proyecto de Briceño) en Santiago de Chile. Como resultado de esos emails aparece un álbum que aunque no tiene nada de tierra parecería sonar en el lejano oeste. Unos cowboys aparecen en la portada del álbum. Unos caballos que avanzan.

Las canciones van y vienen en melodías que son puramente rockeras. En “Parusía”, el corte de difusión, Briceño habla del arribo de un suceso que lo cambiará todo para referirse a las manifestaciones que ocurrieron en Santiago de Chile el año pasado. Dice la letra: “Al avanzar ya lo puedes deducir, con tu boca has de cubrir la boca y la nariz. Y se reducirá nuestra visibilidad, la capa superior del suelo volará, desparecerá al suspiro de la gran tormenta”.

Valentín Prieto, el bajista de la banda, dijo sobre esa canción que originalmente se llamaba “Lugar en las alturas” y que la recibió en febrero de este año. Según su relato, “‘Parusía’ era, en principio, mucho más lenta, con un ritmo más pausado”, pero los rosarinos sintieron que había que acelerarla mucho o, por el contrario, reducir mucho la velocidad para potenciar la melodía. “Afortunadamente, y por sugerencia de él, fue debidamente ‘acelerada’ y llevada a un plan más ‘rockero’”, dijo Prieto.

Así, Polvareda aparece como una cajita de tesoros que recuerda que el rock sigue siendo un género que habilita una narrativa de la época. Se puede contar una protesta con una guitarra eléctrica, al igual que en los setentas. Eso que se iba a morir en los noventas resurge. Y hasta cruza la cordillera.

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Comentarios

  1. Jorge Briceño

    el 14/07/2020

    Grandes Cristóbal, Grande CASTGOS!!!

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