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05 de febrero 2021

Daniel Wizenberg

¿UN GOLPE DE ESTADO POR 10 WALKIE TALKIES?

Tiempo de lectura: 4 minutos

La Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi fue derrocada en Myanmar. Después de un par de días se conoció el motivo: la acusan de haber importado de manera irregular diez walkie-talkies. No es joda. Los militares decretaron el “estado de emergencia” y tienen a todos los dirigentes del partido gobernante privados de su libertad. No se puede afirmar pero tampoco negar la injerencia de China.

Fue un golpe de Estado aunque ella manejara el país desde el Consejo de Estado y no desde la presidencia: según una cláusula constitucional nadie con hijos extranjeros, justo como Suu Kyi, puede ser presidente. Fue un golpe de Estado y las Fuerzas Armadas en Myanmar tienen la potestad constitucional de hacer un golpe de Estado. Fue un golpe de Estado fácil porque el vicepresidente era militar, como los que manejan los holdings que administran el gas que es de lo que vive este país. Fue un golpe de Estado del 25% del parlamento porque por default la cuarta parte de las bancas son para los militares aunque en las elecciones no sacan más de 3 o 4 puntos. Fue un golpe de Estado porque siete de cada diez birmanos votaron por Suu Kyi y ahora está presa y en el poder hay un grupo de tipos con uniforme que, como dijo Suu Kyi, “lo único que tienen son armas”.

Ahora bien, todo ese poder militar forma parte de una Constitución que Suu Kyi aceptó: fue el arreglo, hace una década, para que ella pueda salir de la cárcel y su partido pueda ir a elecciones. Aceptó demasiado: tranzó no juzgarlos ni por lo que hicieron en los últimos 50 años ni por el genocidio que vendría después a los rohynga. 

Fue un golpe de Estado y las Fuerzas Armadas en Myanmar tienen la potestad constitucional de hacer un golpe de Estado. Fue un golpe de Estado fácil porque el vicepresidente era militar, como los que manejan los holdings que administran el gas que es de lo que vive este país.

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Más de un millón de rohingyas viven aún en Birmania en situación de apartheid y tienen la ciudadanía denegada. Son el 5% de la población, se auto perciben indígenas, viven en Rakhine, en el oeste del país.  Para la historia oficial birmana son “musulmanes de Bangladesh”, “extranjeros” que emigraron a Birmania durante la ocupación británica. Los 720 mil que lograron cruzar de Myanmar a Bangladesh el último tiempo están retenidos y hacinados en un campo que no es de refugiados sino de apátridas. En Myanmar hay unos 135 grupos étnicos: como los rohingya, tanto los pantha o los Gurkha padecen el monopolio del nacional budismo. Solo los rohingya tienen una guerrilla que quiere la independencia de la provincia de Rakhine. Pero esa guerrilla, ARSA, con menos de 1000 combatientes, está más del lado del problema que de la solución porque posibilitan las fake news que toman una parte por el todo. El budismo birmano es mucho más que meditar: es un aparato político popular que teme que en Myanmar el islam se imponga sobre el budismo como pasó en Indonesia; no es una interpretación, lo dicen literalmente, para estigmatizar rohyngas. El aparato budista forma parte de un frente junto a sectores más liberales y occidentalizados: una alianza que Suu Kyi tiene que articular, conducir, pero que mientras estuvo en el poder la condujo a ella. Perdió la reputación que cosechó resistiendo la proscripción,  ya no es la Gandhi del siglo XXI para Occidente, que ahora reacciona mucho más tibiamente que en 1991, cuando la premiaron con el Nobel.

Hasta 2011 Myanmar estaba aislada, no igual pero al estilo de Corea del Norte. Durante décadas un Consejo de Astrólogos decidió sobre el rumbo económico. La nueva capital Naypyidaw se construyó a escondidas comunicando el cambio recién cuando ya habían inventado la ciudad entera desde cero y ya se habían mudado los burócratas. La escena de la birmana haciendo fitness mientras detrás suyo los convoy avanzan por la avenida para consumar el golpe no hace más que graficar cuán bizarras se pueden poner las cosas en este país hermoso, el más auténtico del sudeste asiático, una región atravesada por las economías de mercado. Este golpe “por 10 walkie talkies” no es la primera vez en la que los militares parecen hacer su propia versión de Sacha Baron Cohen en Borat.

La escena de la birmana haciendo fitness mientras detrás suyo los convoy avanzan por la avenida para consumar el golpe no hace más que graficar cuán bizarras se pueden poner las cosas en este país hermoso, el más auténtico del sudeste asiático

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“Primero la democracia, después todo lo demás” dice Suu Kyi en un libro que compré en la sede de su partido en Yangon en 2016.  Su partido es la National League for Democracy: los dejaron presentarse en 1990 y ganaron por 40 puntos. Entonces los proscribieron y Suu Kyi eligió que su Puerta de Hierro sea en el propio país. Después de 15 años de arresto domiciliario puso un presidente testaferro y ganó por 55 puntos, en noviembre pasado fueron por la reelección y le sacaron 60 puntos al segundo.  Quizás, entonces, la NLD estaba por hacer lo que todo Occidente esperaba que haga, quizás le cobraron haberle comprado más vacunas por Covid-19 a India que a China, quizás algo de esto se habló en la reunión que el líder del golpe y el canciller chino tuvieron el 12 de enero pasado saltándose a todo el Poder Ejecutivo, quizás el golpe huela al gas del Oleoducto de Xi Jin Ping que mencionamos esta semana en “Página 12” con Pablo Linietsky, quizás el problema viene de cuando los británicos dibujaron el mapa de Birmania, quizás algo de todo esto tiene que ver con que Rusia y China han vetado el comunicado que iba a sacar el Consejo de Seguridad de la ONU condenando el golpe, quizás nuestra noción de democracia liberal no alcance para analizar el sistema político de un país que está entre la meseta del Tibet, India, China, Bangladesh y Tailandia. Quizás los cacerolazos que suenan en Yangon cada noche esta semana surtan efecto a pesar de cinco décadas de represión y a pesar de que Facebook, Instagram y Whatsapp están suspendidos. Quizás -es lo más probable- detrás del golpe haya  más que el contrabando de diez walkie-talkies.

*Myanmar es un país complejo, algo de eso se explica mejor en el capítulo 4 de  Los Que Esperan, en el que está basado esta nota.

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Comentarios

  1. Carlos

    el 06/02/2021

    Muy buena, me di cuenta que tenía una versión muy simplificada del golpe hasta esta nota.

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