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¿UN MUNDO SIN LARREA?

Tiempo de lectura: 4 minutos

Desde que tengo uso de razón radiofónica Héctor Larrea siempre estuvo ahí, a una vuelta de dial en la AM para llenarte la vida de radio. Algo nada sencillo porque te pueden abarrotar la cabeza con sucesiones de noticias, columnistas, tandas y música pero, ¿sabés qué?, eso se hace en la radio pero no es radio, o en todo caso es una expresión menor de este fenómeno que llamamos “radio”.

Todo aquel que pone la radio bajito así como un acompañamiento sonoro que no perturbe sintoniza cualquier cosa menos un programa de Larrea, de la misma manera que todo aquél que cierra un bloque diciendo “vamos a un tema musical”, no se pasó, quizás, una mañana o una tarde entera buscando esa canción que cierre magistralmente un momento del programa que se hará horas después. Los maestros como Héctor Larrea hacen el programa en su cabeza horas antes de salir al aire, por eso cuando el operador le abre el micrófono todo suena como si hubiera estado fríamente calculado… ¡y claro!, si eso que se está llevando ahora al aire ya sonó en la cabeza y en el alma del conductor, el conductor de programas de radio. Eso también es Larrea: el señor que no necesita demostrar cuánto sabe de los temas periodísticos del día porque para eso tiene un profesional que lo hará mejor; el señor que abre una telefónica, saluda al entrevistado y lo deja en diálogo con el periodista especializado. El conductor es un costurero que va uniendo retazos de sonidos y de vida en un programa de radio y hace que todo suene en armonía, que sabe cuándo hay que prolongar un tema y cuándo dejarse llevar por la emoción porque hay estados de ánimo que sólo se pueden transmitir mediante el manejo afiatadísimo de esa disciplina tan mentada pero manoseada al mismo tiempo que es la comunicación. Todo eso y mucho más es Larrea. El tipo al que cada dos por tres volvíamos para sentir el olor del subte, de los campos pampeanos y de un café con leche con pan y manteca. ¿Qué será de nosotros ahora, cuando el reflejo nos lleve a buscarlo y al instante recordar amargamente que ya no está en el aire? ¿Cómo haremos para cubrir ese silencio de radio, más silencio de radio que nunca?

El conductor es un costurero que va uniendo retazos de sonidos y de vida en un programa de radio y hace que todo suene en armonía

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Muchas veces sentí que la radio estaba invadida por periodistas venidos de la gráfica que no tienen idea de lo que es la radio como sentido, como swing. Algo que no se aprende en academia alguna. Podés tocarte todo en el instrumento pero fríamente sin comunicar nada y de pronto irrumpe en el vagón del tren un jovencito de Santiago con una viola y en dos compases te clavó de cabeza en La Banda. Podés hablarte todo y tener el mejor equipo pero sin swing servirá de poco. A mediados de los setenta, cuando tenía 15 años, por la mañana estudiaba para ir al colegio secundario y escuchaba “Rapidísimo” por Radio Rivadavia, y la verdad que no estudiaba nada porque volaba en el ala de Larrea con el licenciado Pueyrredón Arenales, con Don Verídico, con Mario Sánchez, Beba y Rina. Me divertía, reía y aprendía de música. Cuarenta y cinco años después me pasa exactamente lo mismo con Chocolate y el equipo que lo acompaña en Radio Nacional. Creo que lo único bueno que hizo el macrismo en materia comunicacional fue dejarle el aire a Larrea, o, si querés, Larrea es tan grande que ni siquiera un pelafustán a sueldo osó decirle: “mire Héctor que”. Y Larrea se las ingenió para ser siempre una cañita que emerge del pantano permitiendo la respiración ante tanto barro, tanta censura, tanta muerte y represión. Larrea siempre estuvo ahí, señalando que hay cosas que están por encima de los dimes y diretes de la política cotidiana.

A mediados de los noventa Jerry Massuchi, el dueño del sello Fania Records, se vino a vivir a nuestro país. Al parecer fue el lugar donde sintió protección ante tanta vicisitud de una vida cargada de conflictos, drogas y contrabando. Trajo consigo un cargamento de cd´s que es un tesoro: originales de La Lupe, de Cheo Feliciano, Ismael Rivera, Héctor Lavoe y tantos más. El dato de la llegada de esos discos corrió como reguero de pólvora entre los fanáticos del género que tarde a tarde íbamos a gastar cada mango que conseguíamos en esos cd’s que a esa altura parecían ya incunables. Una tarde entro en la disquería de Pueyrredón casi Corrientes buscando un par de discos que ya había fichado, de artistas poco conocidos dentro de ese género más desconocido aún en Buenos Aires pero no estaban, alguien había pasado y había arrasado con esas joyas. “Ayer vino Larrea y se llevó un bolso lleno de discos”, balbuceó Hernán ante mi rostro demudado. Probablemente muchos de esos discos jamás los pasó en la radio, pero precisamente de eso se trata: así como los grandes músicos practican escalas que nunca ejecuten en una actuación, el hombre de radio acumula material discográfico que jamás pasa al aire. Son gajes del oficio.

Larrea se las ingenió para ser siempre una cañita que emerge del pantano permitiendo la respiración ante tanto barro, tanta censura, tanta muerte y represión

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No sé qué será de nuestra radio cuando Héctor Larrea se retire pero seguramente no será nada bueno lo que pase por la sencilla razón de que hombres como él fundaron nuestra radiofonía y los oportunistas, los arribistas y escribas que se creen capaces de hacer radio sin conocer cuándo se impone la pausa y cuándo el vértigo mientras parlotean  mecánicamente diciendo lo que ya se sabe. Cuando se fue Hugo Guerrero Marthineitz, cuando se fue Antonio Carrizo, cuando se fue Betty Elizalde, nos quedaba el recurso confortable de saber que de 14 a 17 estaba Héctor Larrea en Nacional. Ahora todo es gris tirando a negro, es un domingo invernal helado a fin de mes, con poca plata y mirando por la ventana a un pobre diablo que duerme bajo el techo del mercadito de enfrente y sabiendo que mañana no estará Larrea para apunar tanto dolor.

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Comentarios

  1. Franco Olea

    el 14/06/2020

    El mejor conductor de programas televisivos de premios sin lugar a duda ,nadie en la actualidad lo Iguala ,creo que Ivan De Pineda se le acercó ,Cacho Fontana era también excelente de esa época

  2. robertoTafuni.

    el 14/06/2020

    Muere un cacho de dial..de la radio con cuero forrado de mi viejo..donde con alambre hacia una antena para poder escuchar la VOZ…don HÉCTOR..NO ALCANZA ..NI EXISTE MODO DE AGRADECER..MIL GRACIAS..X SIEMPRE

  3. Nicolas roque juarez

    el 14/06/2020

    Me pasa igual que a vos cuando me acuerdo de esas tardes durante mis viajes por trabajo
    Y me viene la nostalgia

  4. Marta Giana

    el 15/06/2020

    Conmovedor

  5. Martín

    el 15/06/2020

    Qué lindo recuerdo del “Hetítor”!!! Jajaja

  6. Colo

    el 15/06/2020

    Q decir mi infancia escuchando rapidísimo con mi madre

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